Por montera
Mariló Montero
Mi buena vecina
La esquina
No se lo van a creer sus seguidores más devotos e incondicionales, pero Pedro Sánchez tiene un fallo grave en su estrategia de supervivencia: piensa que su sola voluntad es suficiente para pasar página, dictar el contenido del debate político en cada momento, decidir lo que toca y lo que no toca y establecer qué problemas deben inquietar más a los ciudadanos.
A eso llegan su jactancia y su pretenciosidad. Se ha habituado tanto a un ejercicio sistemático de olvido y desmemoria que pretende que la gente corriente también lo asuma y lo interiorice como propio. Si él ya no se acuerda –por pura conveniencia personal– de que rechazó rotundamente la amnistía por inconstitucional y se comprometió a detener y juzgar a Carles Puigdemont, nadie debe acordarse.
Ahora lo decretado como urgentemente olvidable por los ciudadanos es el pacto entre PSOE y ERC que concede a Cataluña una financiación singular, diferenciada del resto de las comunidades autónoma y pactada bilateralmente. ¿Cómo lograrlo? Pues callando durante un mes sobre lo pactado y, cuando no hay más remedio que hablar de ello por citación del Senado, encadenar unas cuantas tautologías y enredar con una apelación a la solidaridad inconcreta y al federalismo imposible. Es lo que hizo María Jesús Montero (además de el ridículo).
La estrategia no funcionó con la amnistía y no funcionará con el pacto catalán. Por más que su soberbia olímpica le impida reconocerlo, Sánchez sabe que los indultos, la eliminación de la sedición y la amnistía han sido factores decisivos en su desgaste: ha perdido prácticamente todas las elecciones parciales y las generales de 2023 pese a una economía boyante y a avances sociales reales, aunque insuficientes. Sabe que el reciente pacto fiscal para Cataluña no se hace para construir un sistema de financiación autonómico más justo y eficiente, sino porque él necesita una docena de votos de ERC y Junts para permanecer en La Moncloa, aunque sea en precario, y sabe que está en manos de algunos de los personajes más detestados por los ciudadanos españoles (Junqueras, Puigdemont, Nogueras, Rufián) y más orgullosos de la idea peregrina de que lo que es malo para España es bueno para Cataluña, y no lo ocultan.
Esos ciudadanos, cuando tengan que votar otra vez, no van a olvidar fácilmente, por mucho que el poder les incite a ello. Nadie decide por sí mismo cuándo se pasa página, toca o no toca y se habla o se calla.
También te puede interesar
Por montera
Mariló Montero
Mi buena vecina
El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
En tránsito
Eduardo Jordá
La locura nacional
Lo último
Super Micro Computers
Visto y Oído
Broncano
Roberto Scholtes
Pequeñas y medianas compañías para 2025
el poliedro
Tacho Rufino
Alas al pedal