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Carlos Colón
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Fagamos una procesión tal y tan grande que los que la vieren nos tomen por locos”. Mi querido amigo, tabernero y cofrade insigne Manolo Cateca me corregía el otro día cuando me refería a la Magna: “No es una magna, es una procesión extraordinaria de clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular”. Claro, Manolo, pero eso es muy largo y en Sevilla, como las Setas, como la Pelli, se le ponen nombre populares a las cosas, más a las cosas desmesuradas y controvertidas.
Dios me libre de meterme en el jardín del tema pasos por la calle, donde las dos sevillas afloran y te cortan el resuello antes de que se persigne un cura loco. Dicho lo cual, señalar que a mí no me molestan, ni las procesiones grandes, ni la virgencita que sale en andas por el barrio, muchas más cosas y más molestas pasan y nadie dice nada. Claro que el progrerío siempre aprovecha el tirón para dar su habitual palito anticlerical, que es lo suyo.
Los que no están desde luego muy contentos, no con la procesión, ojo, sino con la gestión municipal del evento, son los hosteleros, sobre todo los del Centro y Triana. Me consta personalmente cabreos gordos de gentes del gremio. Muchos van a cerrar. Para poner la guinda de la semana a los de los bares, no tienen otra ocurrencia que cerrar Las Columnas, uno de esos “establecimientos emblemáticos” apellidados por unos políticos tan aficionados a etiquetarlo todo.
Y hablando de aficiones de los políticos, una de las más mosqueantes de los últimos tiempos es la que tienen por acojonarnos. Les encanta tenernos inmovilizados, estabulados, asustados. Llenar las calles de vallas, que muchas veces entorpecen y aumentan el riesgo más que prevenirlo, de líneas rojas en el suelo y de alarmantes advertencias en sus comunicados: “Se recomienda al que quiera ver los pasos que se vaya a un sitio varias horas antes y se quede allí esperando”, “no se recomienda ir a buscar los pasos”. Tal es la alarma de seguridad que muchos han optado por quitarse de en medio todo el puente.
Desde luego se espera una llegada masiva de gente de fuera de la capital. Para eso los pasos que se han elegido para estar en la calle son los que tienen mayor tirón popular en Sevilla. Por cierto, señor alcalde, Sevilla va desde Guadalcanal a Badolatosa y de El Cuervo a Villamanrique de la Condesa. Cachorro y Esperanza de Triana, Gran Poder y Macarena, pero también la Virgen de los Reyes, la de Valme (Dos Hermanas), la de Setefilla (Lora del Río) y la Virgen de Consolación de Utrera, ahí es nada. Casi cuarenta horas ininterrumpidas de procesiones, un maratón cofrade, una DANA de religiosidad popular que inundará las calles de Sevilla.
Pues a ver dónde comen, beben y hacen sus cositas tantos miles de personas. Y para facilitar la riada popular, autobuses gratis, para que los barrios se vengan intramuros por oleadas. La patronal de hostelería ha lanzado en estos días un comunicado aclarando que no se han planteado un cierre acordado de todos los negocios, aunque advierten que, dadas las restricciones impuestas por el Ayuntamiento, decenas de locales no podrán abrir sus puertas al público. La Asociación de Hostelería avisa de las arbitrarias medidas municipales que van a hacer perder mucho dinero, en un puente clave en el año, a los negocios.
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