Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Gafas de cerca
No sé si ustedes son de su noticiario de toda la vida, fieles al de un canal y a sus franjas horarias, sea en la televisión o la radio. Me esfuerzo en resistirme a la dieta informativa monocorde y de guardar la línea, la línea ideológica: es más incómodo abrirse a la disonancia, pero da más juego y, sostendría uno, te ayuda a no anquilosarte y echar profundas raíces en ninguna fe verdadera, ni a hacerse devoto de sus voceros. En el negociado lúdico y magazinero de los comunicadores alineados, me abstengo por completo de Pablo Motos y David Broncano: ya en la epidermis, me resultan ambos insoportables. No creí que pudiera acabar añorando el estilo de Jesús Quintero, el Loco de la Colina.
Ayer me puse el tempranero telediario de Canal Sur para almorzar en modo bandeja & tele, y también me puse un par de níscalos grandes a la plancha y al ajillo, un manjar tan otoñal como debe serlo un último lunes de noviembre. Me pareció muy equilibrado y bien realizado; y no me refiero al almuerzo, sino al programa. No le vi el tufo partidista, ni la de “voz de su amo”. Su amo técnico es el Partido Popular, que gobierna autonómicamente en Andalucía, y por tanto podría mover los hilos de su televisión pública, Canal Sur.
Ayer fue el Día de la Violencia de Género, y trataron en ese espacio el asunto, y a modo. Editores, presentadores y entrevistados prefirieron, y diría que en su totalidad, la expresión Violencia Machista. Ofende quien ironiza o duda sobre el aplastante hecho de que son hombres quienes violan, atizan y matan a mujeres. Y no mujeres a hombres, salvo pura anecdótica. No cesa para nada esa lacra, y además Andalucía cuenta con un porcentaje superior de estos crímenes al que le correspondería per cápita, por su peso poblacional. Un dato me sorprendió en principio: el portavoz de Vox también se sumaba a la denuncia de tal tragedia social cotidiana. Lo hizo como nervioso, con fuerte tufo a falsete. Su argumento, más peregrino que el apóstol Santiago, era que la culpable era la vigente ley de Violencia de Género de 2004. Rábano y hojas. Algo tendría que decir.
Desinflados y desustanciados los imperativos “Woke” y el feminismo paranormal y teorizante que tanto ha contaminado a la causa, ya nadie se atreve a negar que madres, esposas, novias, hijas o desconocidas (mujeres, en cualquier caso) siguen siendo masacradas en sus domicilios y en el camino de algún hijo de puta, o en los descampados. O por internet, la hidra contemporánea. Bravo por Canal Sur. Bravo, la verdad, por informar con decencia y profesionalidad, y dicho sea en este orden.
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