Contemporáneos

En tránsito

10 de julio 2024 - 03:09

Si usted ha viajado recientemente en avión, es probable que haya asistido a una escena protagonizada por un pasajero que se ponía violento o insultaba a los tripulantes de cabina o incluso intentaba agredirlos, y por ello tenía que ser desalojado del aparato. En muy poco tiempo he oído contar varios casos así. Siempre se trataba de pasajeros que se negaban ostentosamente a apagar el móvil o a seguir las instrucciones de seguridad para el despegue, o peor aún, pasajeros que iban tan borrachos que se estaban comportando como si estuvieran en un garito de Las Vegas. Y eso por no hablar de los que parecían sufrir un ataque psicótico, tal vez causado por un excesivo consumo de drogas (metanfetaminas y cocaína y lo que hiciera falta).

Lo más curioso de todo es que ninguno de esos pasajeros parecía entender que hay unas normas que debían aplicarse por la seguridad de todos, empezando por ellos mismos (o por ellas: hace muy poco tuvo que ser desalojada una pasajera de un vuelo que salía de Sevilla). Cuando se les decía que no podían llevar el móvil encendido o debían colocar correctamente el equipaje o dejar de molestar al pasajero de delante, esos pasajeros reaccionaban violentamente y se negaban a obedecer a los tripulantes. Y peor aún, se ponían gallitos, los desafiaban, los insultaban y en muchos casos amenazaban con golpearles (y a menudo lo hacían). Y por supuesto, les daba igual interrumpir el despegue y provocar un gran retraso. Ellos seguían a lo suyo. “¡Estoy en mi derecho de hacer lo que quiera!”, gritaban a la azafata. “Y tú, ¿cómo te atreves a privarme de mis derechos?”. Como es natural, esos pasajeros siempre tuteaban a los tripulantes. Por lo visto, el trato de usted ya no forma parte de su vocabulario ni de su forma de entender la vida. Se ha extinguido, igual que los mamuts lanudos o los pterodáctilos.

Ignoro si esta actitud es nueva o si ya se daba hace cincuenta años, sólo que nadie se enteraba porque no trascendía al gran público (a diferencia de lo que ocurre ahora con las filmaciones difundidas por las redes sociales). Lo ignoro, insisto, pero no puedo quitarme de la cabeza a esas personas caprichosas y maleducadas que se niegan a aceptar las normas y que ponen en peligro a los demás pasajeros. Sin duda, esas personas son la esencia de eso que podríamos denominar nuestros contemporáneos.

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