La ciudad y los días
Carlos Colón
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Rosa de los Vientos
Los decretos ómnibus permiten agrupar varias medidas o reformas de diferentes ámbitos en un mismo paquete, de manera que todo se apruebe al mismo tiempo. Una práctica más habitual de lo que conocemos a pie de calle en todas las administraciones y que, al parecer, es un instrumento legal perfectamente constitucional. Valga el pareado.
Hasta ahí, todo en orden. El problema es que en el decreto ómnibus rechazado por el Congreso el pasado miércoles se incluían medidas de muy (demasiada) diversa índole, alrededor de 140 páginas y unas 80 propuestas: desde la subida de las pensiones un 2,8%, o prorrogar las deducciones por la compra de vehículos eléctricos, a bonificaciones al transporte público, o ayudas para afectados por la DANA, hasta el traspaso al PNV de un inmueble del Instituto Cervantes en París, entre otras. Desde luego, lo del edificio parisino parece metido ahí con calzador, aunque a mí me recuerda a otra polémica similar en plena pandemia, cuando se aprobó un real decreto ley con propuestas de índole sanitario y algún nombramiento extraño camuflado por ahí… Sí, luego tuvo que venir el Tribunal Constitucional a enmendar la plana al Gobierno y anuló ese decreto, que permitía a Pablo Iglesias entrar a formar parte del CNI.
Pero, esta vez, el PP se ha plantado y tumbó el decreto, con la inestimable ayuda de Junts. Así que se retrataron votando en contra de la subida de las pensiones, algo verdaderamente grave, pero también lo es comulgar con ruedas de molino y en algún momento había que poner el pie en pared, como suele decirse.
El Gobierno contaba con el chantaje perfecto, pero le ha salido rana. Sabían que nadie iba a querer que lo señalaran como el malo de la película que permite pasar penurias a nuestros mayores y con esa baza jugaban.
En aras de la agilidad administrativa no todo vale. Aprobar en bloque paquetes con medidas “intrusas” como una sola, cuando cada una es de su padre y de su madre, obliga a votar (a veces) con la nariz tapada, para evitar males mayores.
Lo malo es que, ahora, los grandes perjudicados son los pensionistas, a los que se las trae al pairo el decreto ómnibus o los palacetes en París, que sólo saben que van a tener que apretarse más el cinturón. De vergüenza ajena. A mí me enseñaron de pequeña que con la comida no se juega y eso es lo que está permitiendo este Ejecutivo, empecinado en no separar las medidas para que se aprueben (o no) por separado.
En Jaén ya hemos visto lo poco que ha tardado el Ayuntamiento en anunciar que el transporte público va a subir, así que la ciudadanía en general también será víctima de las batallas cruzadas de nuestros políticos.
Hay que estar pendientes este martes, porque Junts y el PP ya trasladaron al Gobierno que contará con su apoyo si presenta dos nuevos decretos exclusivos e independientes entre sí, sin más contenido, sobre la revalorización de las pensiones y las bonificaciones a la movilidad pública.
La solución parece sencilla. Si se quiere.
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