El cipote de Rufián, al pilón

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián.
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián. / EFE/ Zipi Aragon

Tiene Mogón la sana costumbre de enterrar y tirar al río al alcalde pedáneo por estos días cuando las chicharras cantan a coro, lo hacen por aquello de quitarle la tensión de la gestión y lo resucitan por decreto popular, no sin antes darle una vuelta por el pueblo en un féretro. El “memento mori” latino (recuerdas que vas a morir) llevado a la máxima expresión popular a la par que refrescante iniciativa veraniega, dinamizadora que dicen los políticos.

Este peculiar entierro del alcalde concita la unanimidad de votantes y críticos y todos acompañan al “finado” en alegre cortejo fúnebre hasta el río que ejerce como agua purificadora pagana y sanadora. Además, tienen la buena costumbre de parar en cada bar del pueblo para refrescarse, “Viva el vino”, que diría un fantástico pregonero como Rajoy. Bien es sabido que el agua hace saciar la sed y el vino encumbra la gestión. Me asalta la duda de si esas rondas corren a cargo del erario, en unas últimas voluntades del munícipe, o se pagan a escote que restaría gracia a la cita... ya reciben suficientes dádivas en vida. 

El atribulado difunto sostiene que una vez que cierra los ojos es fácil meterse en el papel, otros tantos servidores públicos “más vivos” podrían hacer las mismas declaraciones sobre su no gestión: “Es cuestión de cerrar los ojos”. 

Perdida la costumbre de tirar animales por el campanario (se nos tiene que notar que somos europeos), de momento, no hay asociación animalista que condene el “vejatorio” trato recibido por el regidor que no deja de ser una criatura de Dios. Quizá sea una eximente que las rondas en los bares estén acompañadas de tapas, para que el cuerpo doliente llegue en buenas condiciones hasta el río. Pudiera ser.  

Ajenos a cuitas postmodernas, a las faldas de la Sierra de las Villas, hoy será día de resaca. Pasada la emoción, sería necesario plantear una moción para escrutinio público. En el ánimo de recuperar sabias tareas antiguas perdidas con el discurrir del tiempo, la mítica figura del tonto del pueblo, nunca bien ponderada, debería rescatarse para tan singular cortejo.

Proponemos desde esta esquela veraniega, por méritos propios contraídos en un largo lapso, al simpar Gabriel Rufián, vividor de lo público, bufón a tiempo completo y siempre faltón. Su última ocurrencia: “La selección son catalanes y vascos creando... y españoles aprovechando”. Para sorpresa del nutrido público, aún hoy hay quienes ríen la gracia a este charnego meritorio y socio ocasional. En su doble condición de cipote contrastado y servidor público debería tener hueco en el próximo entierro del alcalde. Aunque si quiere regar el gaznate, que se pague sus rondas. Avisados están.

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