
Vericuetos
Raúl Cueto
Singing in the rain
Crónica personal
En unos días, Pedro Sánchez iniciará viaje a China. El tercero en poco más de un año y se entrevistará con Jinpìng, uno de los hombres más poderosos del mundo junto a Trump y Putin.
Una reunión de máximo interés, cuando el mundo vive una convulsión como no se conocía desde hace décadas, con dos guerras y docenas de focos en conflicto. Más un nuevo presidente en la Casa Blanca que pretende ser al árbitro y figura principal de las negociaciones sobre Ucrania y Gaza. Además del controlador del comercio internacional, con la aplicación de unos aranceles que dejan temblando a la práctica totalidad de los países.
Se trata por tanto de un viaje relevante, de interés máximo para España. Que tendría incluso derivadas europeas si no fuera porque en este momento Pedro Sánchez no es una de las figuras más fuertes de la UE, y menos todavía desde la reunión del Consejo Europeo del pasado miércoles, en la que defendió posiciones sobre Defensa que no comparten la mayor parte de los socios europeos. Toda una pista sobre su papel en el futuro, porque en el debate sobre las decisiones de la UE sobre Defensa y Seguridad, la posición española se encuentra hoy en minoría.
El de Sánchez a Pekin tiene connotaciones que a nadie que conozca la política internacional y nacional se le escapan.
En lo internacional y la guerra de Ucrania, Jinping ha preferido dejar el protagonismo a Trump y Putin, pero sea cual sea el resultado al que lleguen –es deseable que sea aceptado por Zelenski aunque Putin y Trump parecen tomar decisiones al margen del ucraniano– el presidente chino se alinearía con la posición rusa, como ha hecho siempre en cualquier circunstancia. En este momento la UE ve a Putin, como el adversario, el enemigo de Zelenski. Y mira con más recelo de lo habitual a China.
En el plano nacional, nada habría que objetar al viaje de Sánchez si no fuera porque es de dominio público que Zapatero, convertido hoy en el principal asesor de Sánchez, que le sopla al oído recomendaciones sobre cómo tratar a Maduro, y ha tenido papel importante en las negociaciones con Puigdemont, es hoy un hombre con intereses en China. Allí centra la mayor parte del trabajo de su empresa Gate Center.
Entre otros clientes, defiende los intereses de Huawei, la tecnológica “prohibida” en varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos, por su vinculación con el régimen comunista chino. El CNI vigila hoy al Gate Center y a algunas de las empresas que intentan potenciar su papel en España.
No se puede por tanto perder de vista este viaje. Siendo importante desde el punto de vista comercial –el gobierno intenta equilibrar la balanza, muy inclinada a favor de China– habría que preguntarse por el papel que juega Zapatero en el gobierno de Sánchez. Y si es justo pensar que el ex presidente español, al asesorar a Sánchez, se beneficia de sus estrechas relaciones con Venezuela y China.
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