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En ese punto de encuentro obligado de cofrades que se ha convertido en el último año y pico la Taberna Pepón, esbozaba Luis Vera ante nosotros una sonrisa fruto de esa cierta ilusión de saber que el próximo Pregón del Costalero de su cofradía de la Expiración estaba llamado a ser algo emocionante.
Y días atrás, una vez Joaquín Cruz Quintás hizo lo propio, Luis Vera como hermano mayor compartía incontenible esa emoción con todos los expiracionistas. Por todo lo que dijo y por cómo lo dijo Joaquín desde el atril de pregonero.
El video quizás no haga justicia a lo que allí se vivió, pero es fedatario. Y deja para el recuerdo un pregón del que se está hablando. Uno más de Joaquín Cruz Quintás, y ya van tres seguidos. Primero fue el de la Virgen de la Capilla, luego el del tiempo de Gloria y ahora este Pregón del Costalero que ha pronunciado quien es costalero de la Expiración.
Impregnado de un profundo jaenerismo, medido en el tono que cautiva por cada palabra bien pronunciada y mejor escrita, sonorizado de fondo por el acompañamiento discreto y elegante de Jacobo Herrera al piano, Joaquín abrió el portón de esos sueños que el Jueves Santo tienen que vivirse en San Bartolomé.
Pero entre medias, rescató de sus entrañas el recuerdo a Rafael Ortega y Sagrista, abriéndose en canal a través de sus sentimientos cofrades más intensos. Aquellos nacidos y forjados en la niñez. Viajó a través de su memoria para hacernos entender que todos tenemos un por qué entendemos estos días de Semana Santa según un día concreto de su calendario, una iglesia, una imagen y una cofradía o hermandad.
Y así fue como Joaquín evocó al inolvidable Rafael Ortega y Sagrista, por cuya voluntad se envolvió Joaquín en esa túnica blanca y morada que en lo cofrade le ha hecho ser quien es, y en lo futbolero le ha dado más bien disgustos continuados por ser el mismo color del equipo de la ciudad que ama, creando en esa curiosa y bendita paradoja.
Recurrió a lo epistolar, como hiciera en su día Manuel López Pérez los domingos en las páginas de "Ideal", para dar cuenta a Ortega y Sagrista de esas intrahistorias de este Jaén que en lo cofrade va siguiendo sus caminos y escogiendo sus destinos, a veces tan distante de la esencia propia de esta capital.
Y fue ahí donde Joaquín tocó la fibra. Sonaba de fondo la melodía de las “Tres morillas de Jaén” y Joaquín reemplazaba al maestro a un nuevo encuentro que está por llegar.
Como está por llegar, porque llegará y todos los sabemos, ese Pregón de Semana Santa que Joaquín Cruz Quintás regalará a esta ciudad suya y nuestra que es Jaén y nosotros estamos deseando escuchar. Jaén ya lo está pidiendo.
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