Las carnes abiertas

Alto y claro

23 de enero 2025 - 03:10

Europa tiene las carnes abiertas y no es para menos. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos supone un misil contra la línea de flotación del proyecto europeo, con independencia del color político de los gobiernos del continente. Algunos como Italia o Hungría pueden hacerse la foto con el inquilino del Despacho Oval y salir sonrientes y aplaudidores. Pero da lo mismo. Trump va a mirar siempre para el mismo sitio. Para dentro de su país. Y a los de fuera los va a considerar rivales algunas veces y enemigos otras, dependiendo de por dónde sople su particular y populista viento. Una cosa sí puede quedar clara desde el mismo día del cambio en Washington: esos Estados Unidos que para los europeos eran, al mismo tiempo, mercado y paraguas defensivo se han ido y es muy probable que no vuelvan nunca.

La Unión Europea tiene motivos para preocuparse. Donald Trump la ha cogido con los deberes sin hacer y en un momento de profunda crisis de identidad. Desde Bruselas, a pesar de las décadas de intento, nunca se ha podido configurar un bloque económico, político o defensivo homogéneo. Ha sido todo lo contrario. La UE se ha comportado como una comunidad de vecinos que muchas veces se miraban con recelo y en la que lo importante era lo que pasaba dentro de casa y que no hubiera derramas para gastos comunes.

Ahora, posiblemente, ya es tarde. Con un Trump más enloquecido que 2017, un Putin envalentonado que ya ha ganado en Ucrania y un Xi Jinping que ha colocado peones en medio mundo, Europa no tiene arquitectura institucional ni medios para actuar como un contrapoder. Tampoco tiene voluntad. La consecuencia es que la influencia europea en el nuevo escenario geopolítico va a ser escasa y con tendencia a disminuir. Eso en un mundo egoísta y despiadado, como el que ya está dibujado, va a tener consecuencias económicas y sociales que todavía están por ver, pero que no serán suaves.

Los valores que todavía defiende Europa están en crisis. El cambio en Estados Unidos y todo lo que dicho hasta ahora su presidente apunta en esa dirección. El hecho claro es que el liderazgo que ofrecía Estados Unidos como garante del sistema de progreso económico y libertades políticas que surgió de la victoria aliada en la última guerra mundial está roto. No se sabe qué modelo es el que se va a imponer. Pero es seguro que no será más justo ni mejor. Europa en esta partida lleva las peores cartas.

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