Tomás García

La calle Ataúd y Doña Elvira

27 de julio 2024 - 03:09

La plaza de Doña Elvira debe su nombre a la hija del canciller de Castilla don Pero López de Ayala, cronista del rey Pedro I y de sus tres inmediatos sucesores. Así, tras el sangriento asalto a la judería de Sevilla en 1391 que supuso su desintegración, Elvira heredó de su padre buena parte del llamado Barrio Nuevo, posterior Barrio de Santa Cruz. Es posible que el trágico suceso fuera responsable de que algunas callejuelas que desembocaban o se hallaban dentro del perímetro de la futura plaza tomaran lúgubres nombres, como Muerte (actual Susona) o Ataúd (desaparecida). Vida y Gloria, al contrario, recibirían más tarde su denominación para contrarrestar esos tristes apelativos que retrotraían a acontecimientos difíciles de olvidar.

La calle Ataúd era conocida de este modo desde época medieval y fue en realidad una prolongación de la c/ Venerables, llamada c/ Gloria desde finales del siglo XVIII. Cuenta una de las diversas leyendas referentes a la zona que recibió esta triste nomenclatura debido a que el caballero Miguel Mañara Vicentelo de Leca cayó en ella desvanecido al presenciar un cortejo fúnebre que imaginó era el suyo, oyendo una voz lejana que decía: “Traed el ataúd, que ya está muerto”; una vez repuesto, habría fundado el Hospital de la Caridad como agradecimiento a Dios. Hay que decir que este relato popular no pudo haber influido en la gestación del nombre, pues éste aparece ya en documentos del siglo XV con relación a una vía estrecha que presentaba forma de ataúd y que ocupaba un espacio dentro del recinto de la actual plaza de Doña Elvira, mientras que Miguel Mañara nació y murió en el XVII. Con sólo rememorarla, nuestros sentimientos son invadidos por episodios muy lamentables de la historia de Sevilla que tardaron muchos siglos en cicatrizar, si tal circunstancia ha ocurrido. Otra leyenda mucho más reciente corresponde al azulejo que se muestra en la calle Gloria con la inscripción “Antiguo Rincón del Beso”, muy frecuentado por parejas de enamorados, el cual fue instalado en la fachada de un hotel por su propietario en 2012 y no guarda rescoldos del pasado ni relación alguna con don Juan Tenorio y doña Inés, quienes residían en sus cercanías según la famosa obra literaria de José Zorrilla.

La Plaza de Doña Elvira surge de un proyecto acometido hacia 1830 por el asistente de Sevilla José Manuel Arjona, resultante de la demolición de una abigarrada manzana de viviendas delimitada por callejuelas desaparecidas en el ensanche: Ataúd, Caballos y plaza de los Caballos. Juan Talavera y Heredia acabó transformándola a comienzos del siglo XX en una plazoleta que embriaga nuestros sentidos con sus parterres de arrayanes y rosas, el azahar de sus naranjos, sus orientalizantes cerámicas y la pavimentación de losas de Tarifa y enchinado enmarcado con adoquines de Gerena. Este maravilloso patio-jardín y su entorno, a la vera de los vetustos muros almenados del Alcázar, siguen embebidos de historia, de misterios y de leyendas.

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