SALA DE ESPERA
Jesús Vicioso
Broncano y el matonismo de Pablo Motos
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Antes creíamos que la Navidad empezaba cuando lo decía el Corte Inglés, pero, las cosas cambian, a un dictador se le puede poner entre decreto y decreto que el misterio arranca en octubre y todos a buscar musgo fresco. Vemos, con cierta suficiencia, los estertores del Chavismo, con su mostacho parlante dando el sermón de la montaña, como si fuéramos doctores en la Transición, ahora que las cátedras son poca cosa.
Barruntamos lo que vendrá y, salvo que seas nostálgico de aquel régimen o estés en nómina, deseas que sea rápida e indolora su caída para un pueblo que ya lleva sufrido lo suyo.
Aquí, el pacto político y social posterior tuvo su valía, pero durante años llevamos al dictador bajo palio (la Iglesia, como institución, siempre a caballo ganador. Suerte tuvieron que Jesús llegara antes, de lo contrario, con los romanos).
Franco era una deidad con achaques venida a menos, pero mantenía su régimen con mano de hierro y el miedo inoculado en cada estamento social. Como Maduro, pero sin tanta locuacidad.
Hoy seríamos vagos y maleantes el 95% de esta sociedad española, europea a pesar de todo. Aun así, proliferan nostálgicos de un franquismo en blanco y negro, de luto para muchas familias, un tiempo pasado que siempre fue peor, pero imagino que encuentran algo “vintage” (perdón) en la moviola, nostálgicos no pueden ser porque no lo cataron ni de lejos.
Cabe que el relato edulcorado mamado pese más que una instrucción mínima y diligente y, también, que el discurso frentista no requiere esfuerzo intelectual alguno. “En plan”, dejarse llevar.
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