Santa Teresa y Sevilla
Bronca-sí
Hace casi 20 años, mucho antes de que las plataformas de "streaming" amenazaran la supervivencia de la televisión tradicional, salía a la parrilla del "prime time" televisivo patrio un nuevo programa magazine, en el que las protagonistas eran dos hormigas de peluche, dirigidas por un semidesconocido comunicador llamado Pablo Motos. El programa ofrecía divertidas y curiosas entrevistas a diferentes protagonistas de todo tipo, combinado con una serie de retos, experimentos científicos y toda serie de curiosidades, que convirtieron a “El Hormiguero” en un nuevo formato de programa que pronto lideró las audiencias nacionales.
Más allá del éxito de público, el programa –que pasó que pasó de Cuatro a Antena 3 en 2011 con bastante expectación- se fue convirtiendo en todo un referente del mundo televisivo a nivel mundial, cosechando varios premios internacionales, además del reconocimiento de muchas de las más importantes estrellas mundiales del mundo de la canción o el cine, precisamente por ser un soplo de aire fresco en la programación de entretenimiento, creando un halo de popularidad no visto en nuestro país desde los pretéritos tiempos del 1,2,3 del mítico Chicho Ibáñez Serrador.
Con “El Hormiguero” pues, Pablo Motos no sólo lograba batir numerosas cifras de audiencia, sino que además, lograba algo que durante los últimos tiempos ha sido difícil para el mundo de la cultura español: exportar un modelo nuevo e innovador al resto del mundo, en una industria tan competida como es el mundo de la televisión. Sin embargo, tanto programa como presentador, están siendo sometidos durante los últimos meses a una operación de linchamiento oficial por parte de la izquierda española porque en algunos episodios diferentes colaboradores se han atrevido a cuestionar y contradecir, el discurso oficial del Gobierno “progresista”.
Así pues, esta izquierda española tan amante de la polarización y con el irreductible espíritu guerracivilero que la caracteriza, lleva un tiempo acosando de forma oficial y oficiosa a “El Hormiguero” convirtiendo al programa en el máximo representante televisivo de la “fachosfera”, convirtiendo a su vez, a cualquier espectador, colaborador o invitado al programa, en un peligroso fascista al que conviene censurar. Y a pesar de esta execrable persecución a la libertad de expresión, El Hormiguero y Pablo Motos han seguido tanto liderando las audiencias como haciendo uso de su libertad de pensamiento y opinión, poniendo en entre dichos los dogmas y el pensamiento único que quiere imponer ese mayoritario ya sector de la izquierda.
Para tratar de paliar el fracaso gubernamental de señalar a un programa de entretenimiento como nocivo, desde Moncloa tiraron la casa por la ventana para fichar al jiennense David Broncano, un comunicador con grandes dosis de chispa y humor, que ha llegado a una televisión pública que acumula una deuda de casi 700 millones de euros, a golpe de talonario convirtiendo al orcereño en el nuevo faro de la corrección televisiva oficial. Haciendo competir a su nuevo programa “La Revuelta” en el "prime time" con el demoníaco “Hormiguero” de Pablo Motos.
Y desde ese día, cada vez que Broncano consigue unas décimas de audiencia sobre Motos, los mismos miembros del Gobierno de España, comparten tuits celebrando como una victoria electoral que ese programa que pagamos entre todos, haya conseguido que un puñado más de españoles se haya sentado frente al televisor para pasar la hora de la cena. Como si a los ciudadanos nos fuera la vida en decidir entre “La Revuelta” y “El Hormiguero”.
Es desesperante el empeño en poner un muro ideológico entre españoles que obsesivamente persigue la izquierda. O estás conmigo o contra mí. O eres de “La Revuelta” o eres de “El Hormiguero”. Curioso que para ensalzarnos a los españoles en la enésima batalla campal, esta vez televisiva, hayan escogido a un paisano de Jaén llamado Bronca-no, cuando el pobre David ha conseguido que la “Bronca” política se haya trasladado a su espacio televisivo. Bronca-sí, porque o eres un ciudadano de bien que sintoniza “La Revuelta” o eres un peligroso fascista de esos que ven “El Hormiguero”.
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