La barba de Juan Espadas

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El secretario general del PSOE, Juan Espadas, tras su reunión con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.
El secretario general del PSOE, Juan Espadas, tras su reunión con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. / EFE/ Raúl Caro

Juan Espadas se ha dejado barba para parecer otro. Es lógico. Intrascedente punto de partida del artículo pensarán, también. A Espadas le dijeron pilota la travesía en el desierto del PSOE andaluz, te montas en el vehículo y te golpeas sucesivamente contra la pared de la mayoría del PP, queremos comprobar las pruebas de resistencia de fuerza del partido y no mires lo que llevas en el maletero ni por el retrovisor.

Testar la resiliencia le diría “el guapo” de Madrid. Oiga, no es envidia, es un hecho veraz, no hay paragón. Tezanos prepara una encuesta "flash" sobre el hombre más guapo del mundo y nuestro amado líder aventaja en cuatro puntos a Pitt, Brad Pitt. Agasajado "Mr. Handsome", sigamos.  

Damos por hecho que el que fuera alcalde de Sevilla no tiene vocación de “crash test dummies”, el maniquí que se monta ufano en el coche para ver cómo se arruga la carrocería en cada envite y, que, por lo tanto, corre sangre alterada por sus venas. Así que, a este hombre tranquilo, sencillo, “soso”, según algunos de los que compartieron con él gestión, le encomendaron la tarea de limpiar las huellas del pasado menos lustroso del partido en Andalucía. Antes, con el apoyo de Ferraz, libró la batalla contra Susana Díaz, hoy en la retaguardia como tertuliana de fortuna, que osó pelearle la secretaría general al hombre del Peugot.  

El PSOE buscó un antagonista para Moreno Bonilla, pero sin alharacas que no estaba el partido para feria. Encontraron un perfil de la casa, sin estridencias, con la moderación y el díálogo como bandera, sea eso lo que sea. Copia y pega del candidato pepero, pero a la izquierda del padre. Hacendoso él se puso a limpiar las huellas de años de poder y a regenerar un partido, como si eso fuera posible.

Por un lado, hacía algo de oposición a la par que intentaba explicar los giros corpernicanos del presidente Sánchez. Si se lo querían poner más difícil sólo tenían que haberlo mandado en alguno de los vuelos de peregrinación a Suiza, con Santos Cerdá, para ver al "mol honorable" prófugo Puigdemont. Sí, no hay guion que por descabellado no coja en la legislatura de los 7 votos.

Pero si la tarea es ardua no menos fatigoso es luchar contra las voces del partido que tiran la piedra y esconden la mano. Psicofonías que van y vienen. Así, este verano, nadie fiaba su suerte a la del secretario general del PSOE andaluz. No es que estuviera amortizado, estaba, con perdón, amortajado, que suena igual, pero no es lo mismo. O la opción Montero no estaba tan madura o pretenden quermar la nave en un último servicio a la causa.

Pasados los rigores del verano, Espadas respira aliviado y vuelve renovado porque, contra todo pronóstico, un hombre con barba, que le da un aire a Juan Espadas, presidirá el 41º Congreso Federal del PSOE, que se celebrará en Sevilla a finales de noviembre. En febrero del próximo año tendrá que revalidar su liderazgo andaluz en el congreso regional y contará con el apoyo de Jaén, salvo borrasca de última hora. Pero ya nada será igual porque ha visto más navajazos que en un episodio de "Hijos de la Anarquía".

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