La ausencia de Pedro Sánchez

Crónica personal

No se le va a echar de menos. Todo lo contrario, su ausencia en el funeral del Papa Francisco permitirá que infinidad de españoles que cambian de canal en televisión o directamente la apagan, porque no soportan la figura presidencial, podrán seguir, tranquilos, la emisión del funeral de Estado que se celebra en el Vaticano.

Para Sánchez es una cruz compartir espacio con el Rey. La ausencia de hoy no tiene nada que ver con el ateísmo o agnosticismo del presidente del Gobierno, sino que es de dominio público su escasa simpatía por la figura real. No por republicanismo, ni por diferencias de visión en asuntos políticos o sociales. Para nada. Lo que detesta el presidente del Gobierno es que tenga que acudir a actos públicos en los que no pueda desplegar todas las artes que, piensa, le convierten en un personaje con cualidades muy por encima de la media. Cualidades que van mucho más allá que su atractivo personal, que gusta potenciar luciendo vestimentas que hacen imposible no posar los ojos en él.

La egolatría de Pedro Sánchez no tiene precedente en los gobernantes españoles. Sí se han producido casos de jefes de gobierno a los que se notaba cierta frustración porque la presencia del Rey, tanto don Juan Carlos como don Felipe, les restaba protagonismo. Pero la animadversión clara, abierta y nada disimulada de este presidente hacia el Jefe del Estado sobrepasa en mucho todo lo conocido. Es una de las razones por las que su persona provoca tanto rechazo que, cuando sale en televisión, en un porcentaje alto de hogares españoles se pulsa el botón off.

Ya puede la inefable Yolanda Díaz seguir diciendo que Sánchez no acude al Vaticano porque cuando va el Rey a un acto no puede ir el presidente del Gobierno. Ese argumento demuestra que la vicepresidenta segunda no tiene noción de cómo funciona este país y tampoco se toma la molestia de seguir los medios de comunicación. Si lo hiciera comprobaría que son frecuentes los actos de coincidencia de los dos mandatarios. Que conocen perfectamente qué papel corresponde a cada uno cuando asisten juntos a un acto público, sea oficial o privado. De los altos cargos actuales y anteriores, solo Sánchez ha dado un trato al Rey que sería inaceptable incluso si se lo diera a una persona de a pie, sin título ni responsabilidades oficiales. La mayoría de los jefes de Gobierno de la UE, compañeros y en muchos acasos amigos de Pedro Sánchez, no han dudado en sumarse al homenaje al fallecido papa Francisco formando parte de las delegaciones de sus países. Presididas por el correspondiente Jefe de Estado, reyes en unos casos, o presidentes en otras. Faltar a la cita vaticana es una prueba más de sus indisimulados celos, su envidia por no ocupar el asiento reservado a la más alta autoridad. Cuánto sufrimiento el de Pedro Sánchez… Las imputaciones judiciales cercan a familia y colaboradores y, encima, debería sumarse a una delegación presidida por el Rey

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