EN LINEA
José Manuel Serrano
Las uvas de la ira en Jaén
Notas al margen
Felipe VI no bromea cuando pide a los dirigentes que escuchen el clamor de la ciudadanía, aunque ellos no se den por aludidos. Les reclama serenidad frente a la “atronadora” contienda política y los políticos se limitan a aplaudir, rozando la frivolidad. La culpa siempre es del adversario. Bajo este clima de crispación, no puede sorprendernos que el último barómetro del Centra nos alerte del desapego de los andaluces con sus instituciones. Y para no ser menos, los políticos andaluces tampoco se quieren enterar. Cuando se pregunta al personal por la nota que le pone a sus instituciones, no se libran del suspenso ni el Congreso, ni el Senado, ni el sistema judicial. El Parlamento andaluz tampoco sale bien en la foto. Y sólo la Corona goza del respeto de la mayoría.
El hartazgo ante la pérdida de poder adquisitivo y el deterioro de los servicios públicos es de tal magnitud, que el 70% de los andaluces asegura que una sociedad bien organizada respondería mejor a sus problemas que las instituciones. Si los gobernantes se rodearan de los mejores y no de aduladores de plantilla, la sociedad del bienestar estaría a salvo. No se conformarían con poner parches y darían la cara cueste lo que cueste. Pero hoy nadie se atreve a pedir un sacrificio a la ciudadanía –por urgente y necesario que sea– por temor a perder el sillón. Para qué hacer uso del bisturí teniendo a mano algodón y agua oxigenada, ¿verdad? Cuatro años pasan raudos y lo importante es renovar otros cuatro. Hace mucho frío en la oposición y el relleno de los sillones no es tan mullido. Sólo actúan de verdad cuando tienen miedo o es tarde, como pasó con la dana de Valencia. No quieren ver que el ciudadano de a pie, rozando el nihilismo, acabará pensando que podría ser cierto que solo el pueblo salva al pueblo, el mejor caldo de cultivo para toda suerte de credos populistas.
La gran mayoría respalda a Juanma Moreno en las encuestas, pero si se le pregunta si necesitamos un líder fuerte dispuesto a romper las reglas para arreglar los problemas de Andalucía, se muestra a favor sin vacilar. ¿Qué entendemos por liderazgos fuertes? ¿De qué reglas hablamos? Los andaluces sospechan que no importamos un pimiento a los políticos. Pero al PP el barómetro le vale porque sigue mandando con amplia ventaja sobre el resto, y el PSOE bastante tiene con su crisis interna. Entretanto, la agrupación de Alvise Pérez podría colarse por las alcantarillas de la red con dos diputados. Los jóvenes le apoyan. Están dispuestos a lo que sea para cambiar el orden de las cosas, porque nuestros políticos no han evolucionado para afrontar los problemas reales de la sociedad del siglo XXI. Paradójicamente, la monarquía, que hunde sus raíces en el poder autocrático, se ha adaptado a los nuevos tiempos y es hoy el mejor baluarte frente a los antisistemas. Y en cambio nuestra joven democracia, la mejor expresión de la soberanía del pueblo, se aleja de éste con peligrosas tendencias al autoritarismo.
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