Se alquila piso en el centro

22 de julio 2024 - 10:19

En los últimos años, el acceso a la vivienda en España, se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza de la sociedad. Sobre todo para la gente más joven. Y es llamativo que mientras en el 80% de la España rural, se queda vacía la mitad del parque inmobiliario por la despoblación, en el 20% del entorno urbano, encontrar un habitáculo digno se ha convertido en una misión imposible, cada vez al alcance de menos gente.

Este hecho, el de la desigualdad entre lo que sucede en la España urbana y la rural, es el mejor ejemplo de lo que rige bajo la Ley de la Oferta y la Demanda, y sirve de termómetro para comprobar el hecho de que existe un éxodo global del campo a la ciudad. Así cada vez más gente quiere vivir en un espacio cada vez más reducido y más saturado, donde existen pocas alternativas para encontrar un espacio habitacional. Sin embargo, además del hecho consumado de esa migración, existen varios factores que complican el ya de por sí desolador escenario.

El primero, sin duda, es el hecho de que en España, la falta de cultura financiera hace que a lo largo del tiempo hayamos acaparado en el ladrillo el grueso de la inversión en las clases medias. Durante generaciones, cada vez que un españolito ha juntado un euro y no quería que se quedase debajo del colchón, o bien lo dedicaba a comprar una segunda residencia para alquilarla o bien se hipotecaba para cambiar el pisito de dos dormitorios por el adosado en el residencial, dejando la vivienda inicial en régimen de alquiler, que ayude a sobrellevar la carga de la hipoteca.

Así pues, existe una gran bolsa de pequeños inversores que tienen un grueso importante del mercado de la vivienda. Muchos en las llamadas zonas tensionadas en las que faltan viviendas por doquier. No hablamos de grandes fondos de inversión ni de grandes corporaciones financieras. Hablamos de fontaneros, carteros, maestros o empleados varios que se han dejado la vida para tener un pequeño patrimonio, en busca de un ingreso extra o de un complemento para la pensión. Parece sensato que ese españolito medio, que podríamos ser usted o yo, necesite cierta seguridad cuando va a poner su vivienda en alquiler.

Al fin y al cabo, no se ha dejado los cuernos dando horas extra para que acabe okupada o en eternos juicios con un inquilino moroso y si como en la actualidad, la Ley está más de parte del delincuente que del español de bien, pues muchos de ellos deciden asegurar su inversión y dedicar en muchos casos esa vivienda para un alquiler turístico. Más aún con las facilidades que ofrecen las plataformas tipo booking o Airbnb. Rentabilidad inmediata. Alquileres cortos y asegurados con mucho menos riesgo de perder su inversión. Así, la degeneración normativa en España, hace que hayan aparecido centenares de pisos dedicados al turismo low-cost donde debería de haber una vivienda para una familia, generando problemas también de convivencia vecinal.

Un cóctel explosivo en el que además, parece que nuestros iluminados gobernantes, se empeñan en legislar en dirección contraria al sentido común. Pensemos por un momento y veamos como podemos revertir la situación. Intervenir el mercado como en la última Ley de Vivienda, ha demostrado ser más un problema que una solución y seguir defendiendo que la okupación es un invento de la derecha, un flaco favor para quien necesita de una seguridad jurídica para poner su vivienda en el mercado de alquiler. Y en lugar de incentivar al propietario a que su vivienda se ponga a disposición de quien la necesita, se persigue, hostiga y criminaliza al arrendador. Solo por el hecho de querer algo tan legítimo como seguridad y rentabilidad para los ahorros de su vida.

Está claro que hace falta una nueva Ley de Vivienda en España. Pero una Ley que ponga los incentivos en el lado correcto de la balanza. Si hacemos atractivo poner la vivienda en alquiler habitacional, bonificando cuestiones como el IBI, los gastos comunitarios o incluso una parte de la hipoteca para esas viviendas que están dedicadas a un alquiler más o menos social, muchos propietarios verían con otros ojos el mercado actual. Más en una sociedad cuya clase media ha visto como se subían los impuestos 70 veces en los últimos 6 años. Y si a su par, constituimos el alquiler vacacional como una actividad económica más, muchos de estos pisos hoy turísticos se pueden transformar en residencia familiar.

Todo ello unido a una Ley que permita el rápido desalojo en caso de okupación ilegal y que no torne en una tortura judicial el hecho de tener inquilinos morosos. Es demasiado fácil y perverso que el Estado cargue sobre los hombros de la gente normal, su responsabilidad por no haber hecho una verdadera política de vivienda social para las personas con menos recursos. Hay quien dice que liberando suelo en áreas urbanas podríamos construir más viviendas. Pero dígame usted a mí que suelo podemos liberar en el cinturón de la M-30. Solo haciendo pisos sobre las zonas verdes o carriles bici, deshumanizando cada vez más las ciudades. Se puede seguir liberando suelo en los cinturones metropolitanos, pero seguiremos construyendo ciudades en las que pasaremos muchas horas de nuestra vida para ir y venir a trabajar. Igual además de liberar el suelo, deberíamos liberar nuestra manera de pensar. 

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