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Cuando un estudiante andaluz, y por extensión uno español, se va de erasmus a cualquier país europeo se va de vacaciones. “Orgasmus” lo llaman los estudiantes, suficientemente descriptivo. Claro que eso no tiene por qué ser malo; los niños salen de las faldas de sus familias, se tienen que defender solos ante problemas cotidianos y conocen a jóvenes de otras culturas, religiones, mentalidades... Sí. Los jóvenes hacen Europa. Y ahora, viendo el panorama internacional, es más importante que nunca. Tendemos lazos con rumanos, lituanos, alemanes o checos, una oportunidad a explotar al máximo.
Pero vayamos al nivel académico, que es el que está en el centro de la polémica. Los universitarios andaluces son reputados, tienen un buen nivel académico y de formación y nada que envidiar a los chicos y chicas con los que comparten clases. Es más, en ciertas carreras hay asignaturas que se aprueban mejor fuera que en las aulas sevillanas... y ahí lo dejo.
El debate sobre las universidades públicas o privadas es un punto más en la confrontación política entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía. Desde Madrid culpan a Moreno de aprovechar ese filón como estrategia política. Nada nuevo bajo el sol porque ya Manuel Chaves lo utilizó durante años frente al PP en La Moncloa. (Lo peor es que también tenía razón). Claro que desde el Gobierno de Sánchez azuzan las diferencias de modelo político. La afirmación de que Andalucía es, junto a Madrid, la comunidad más “privatizadora” está en ese contexto.
En medio de tanto debate, planteo una reflexión. Lo importante es que las nueve universidades públicas andaluzas funcionen debidamente; el reto es que los títulos que conceden sean lo suficientemente prestigiosos como atractivos para los estudiantes y que superemos los graves errores que se están cometiendo.
Hace falta más y mejor inversión pública en los centros universitarios, romper la endogamia existente, que los egresados tengan facilidades económicas para ser doctores y que, una vez lo sean, se les ofrezcan contratos dignos, con salarios decentes y no con miserias. Los andaluces que investigan en la Universidad de Cádiz, en la de Granada o en la de Sevilla en sus diferentes ramas salen en las páginas de este diario porque son héroes. Y no. No deberían serlo. Tenemos buen material, tenemos el interés de nuestra generación de jóvenes. Si quieren abrir pseudouniversidades privadas, chiringuitos o similares, que los abran. Allá ellos. Lo importante es que sean un negocio ruinoso.
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