
Vericuetos
Raúl Cueto
Perizomas
Rosa de los Vientos
Viajé a Jaén la primera semana de este mes de marzo, pensado (ilusa de mí) que iba a secarme y quitarme las escamas de la piel, como otras tantas veces, pero no. Tuve que regresar a Galicia para volver a ver la luz del sol. He ahí un caso verídico, como diría el gran humorista Paco Gandía.
Sí, lo que ha caído desde finales de febrero en Jaén no es de chiste, es la vida real. Aunque, reconózcanlo, sí que tenían cierta gracia los comentarios en redes sociales de ciertos humoristas sevillanos fingiendo acento gallego, pidiendo socorro a los habitantes de esa comunidad autónoma mucho más acostumbrada a sumar días y días sin poder sacar la ropa al tendedero.
Pero, qué agua más buena esta. Más que el agua de mayo.
Gracias a esta última sucesión de cuatro señoras borrascas, y el consecuente diluvio interminable, se ha popularizado la web del paisano Pedro J. Moreno, embalses.net, que lleva al día el nivel de todos los embalses del país, en general, y de la provincia con más costa interior, en particular. De Jaén, claro. Ahora mismo, el agua embalsada en España son 36.867 hectómetros cúbicos, un 65,79% más que la semana pasada. Los pantanos de la provincia jiennense se encuentran al 41,13%, todavía, así que no hay que echarse las manos a la cabeza si llueve aún un poco más. Otra cosa es Sevilla, con los embalses al 86,5% de su capacidad, ya sí que son palabras mayores. Y, más que curioso, el 9,8% de Almería, desde luego. Ahí lo dejo. Pero, les invito a visitar la web, porque hay muchos datos interesantes y, a tiempo real.
No quiero entrar en las incidencias, numerosísimas, y en la pérdida de vidas humanas que, por desgracia, viene asociado a semejante cantidad de agua en tan poco tiempo. Pero sí hay que sacar moraleja y reflexionar. Con el regreso del buen tiempo sucede que, tras ese derroche celestial del líquido elemento, nos olvidamos enseguida de aquellos periodos de pertinaz sequía, cuando nos bombardeaban con anuncios para crearnos cargos de conciencia por no cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes. Regalando pegatinas a todo hijo de vecino para que las pegásemos al lado del lavabo y recordarnos lo valioso que es contar con agua potable en todos los hogares. Un lujazo que escasea en muchos puntos del planeta, desde luego, incluso algunos no tan lejanos.
Así que, a quien corresponda, ahora y sólo ahora, es el momento de lanzar campañas de sensibilización y ahorro de agua por tierra, mar y aire. Ahora. No vengan después, cuando no haya, a tocarnos la fibra ecologista. ¡Vamos, hombre!
Me permito cambiar el final del popular refrán: Agua que no has de beber… ¡guárdala para cuando no haya!
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