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Rosa de los Vientos
Se acabaron las excusas. De un tiempo a esta parte, todo se posponía para después de Semana Santa, bendita excusa tan socorrida siempre. Que no es buen momento, que el susodicho está fuera unos días… Así que, ahora que acabamos de asistir a la esperada resurrección divina, llega el turno de hacer frente a los marrones aparcados y a las citas ineludibles que se han ido eludiendo. Valga la redundancia, o lo que sea.
Algunos lugares disfrutan de lunes de resaca, sí. Y hasta de semana de resaca, en otros, pero, en líneas generales, no queda más procesión a la que agarrarse para procrastinar sin remordimientos.
Jaén se tiene que conformar con volver a la cruda realidad sin haber disfrutado como Dios manda de la gloria de la resurrección, tras un Domingo de Pascua con más protagonismo del agua del esperado, que dejó a los fieles compuestos y sin estación de penitencia. Más vale cautela, que andar corriendo a cobijarse en cualquier sitio con la imagen a cuestas.
Y, mientras terminaban de recogerse hasta el año que viene las túnicas y las mantillas, una mujer y un niño perdían la vida en la autovía A-4, en el término municipal de Bailén, en un accidente en el que otra mujer resultó herida de gravedad. Cómo puede cambiar la vida en un segundo.
Esas eran, además de las retenciones en Despeñaperros, las dos noticias principales en la jornada del Domingo de Resurrección en lo que concierne a los jiennenses, un día en el que siempre cuesta encontrar un aliciente informativo con el que detenerse en algún medio. Es así. La falta de noticias no siempre son buenas noticias. Simplemente, no pasa nada.
Mientras, en el horizonte no muy lejano de la Institución Ferial, los tambores anuncian la flamante edición de Expoliva, como el acontecimiento económico y social de la provincia a corto plazo. En la reciente presentación, en el mismísimo Ministerio de Agricultura, se volvió a tirar de tópicos como “la edición más internacional” o “escaparate mundial del aceite de oliva” para hacer la presentación de rigor. Dicho lo cual, no quita que sea una señora feria digna de envidia de cualquier otra, no ya dedicada al aceite, sino a cualquier otro producto.
Ahora que hemos subido a los 70 millones de olivos y a producir el 20% del aceite de oliva de todo el planeta, no puede haber mejor ocasión para aprovechar esta gran palanca y avanzar en resolver las rémoras que aún se arrastran.
Pero, esa es otra historia y será contada en otro momento.
Aunque, en este mismo lugar.
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