Queman en Jaén el pelele del señor Puigdemont

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De esta forma, un muñeco del antes fugado se ha quemado en plaza pública, a modo de sátira sobre la actualidad y sin que la autoridad competente haya prohibido el espectáculo, la Guardia Civil tampoco tuvo que intervenir. El hombre de paja mostraba un cartel en el que rezaba "quiero ser indultado"

Quema del muñeco de Puigdemont, alias "Pelelemón".
Quema del muñeco de Puigdemont, alias "Pelelemón".

16 de enero 2024 - 07:00

Mientras no haya real decreto que los prohíba, aquí en Jaén se queman los peleles en su primera acepción, aquella que la RAE acota así: “Figura humana de paja o trapos que se suele poner en los balcones o que mantea el pueblo en las carnestolendas”. Sí, otro articulista que manosea a la Academia y comienza con una definición, pero veo necesario acotar por si la bancada de los ofendiditos se pone a blasfemar con lengua viperina. No me toquen las carnestolendas, que aquí solo hemos venido a sacarle punta al lápiz.

De esta forma, un pelele de Puigdemont se ha quemado en plaza pública, a modo de sátira sobre la actualidad y sin que la autoridad competente haya prohibido el espectáculo, la Guardia Civil tampoco tuvo que intervenir. No obstante, y quizá por una cuestión de derechos de autor, tuvieron la precaución en la parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual de nombrarlo "Sr. Pelelemón", pero era una clara alusión al vicepresidente del Gobierno, decían (modo ironía).

Rezagado. A Rufián le traiciona la boca. Tiene pausa de actor de método para desgranar sus agravios históricos y las contradicciones del sistema. En ocasiones, acierta, pero por pura cuestión azarosa del bocazas. San Antón me perdone que el gachón es otra criatura de Dios. Otro pecado es su credibilidad, porque engañó a su electorado cuando dijo aquello de que su tiempo en política terminaba. Aquello fue en el siglo pasado y ahí sigue malviviendo en Madrid buscando su tierra firme. Pobre hombre, con vida de señorito en la Villa y Corte.

Como otros, antes que él, de tarde en tarde, saca a pasear su clasismo aprendido y una superioridad moral prototípica de aquellos que miccionan colonia. Le va bien con la foto en blanco y negro de Andalucía, como si sus ancestros hubieran escapado de una plantación de algodón y hubieran recalado en una tierra prometida sin mácula alguna. Escaparon, sobre todo, de una asfixia económica que ese Norte vanidoso siempre quiere perpetuar, financiación al margen.

Ahora esas fuerzas progresistas de esa Narnia intachable tienen en su punto de mira a los inmigrantes, que les bajan la nota. Hubo un tiempo, en cambio, que les cuadraban para sumarlos a la patria catalana, vía lengua vernácula. Rufián, bribón, se te está poniendo cara de señorito Iván, de terrateniente que no sabe hacer la o con un canuto. Arrogante y egocéntrico como el personaje de Delibes. El sistema requiere de muchos Azarías. ¡Milana bonita!

La liebre. El alcalde de Jaén, Agustín González, está en forma. Así lo marcan sus tiempos de carrera de la San Antón. Los malpensados se quedan con la idea de que quiere poner tierra de por medio, huir de la realidad circundante. Alejarse, en definitiva, de esa silla eléctrica que es un Ayuntamiento quebrado y con unos socios que le recuerdan las capitulaciones firmadas. En este contexto, se debe entender la “performance” en las cocheras del tranvía. Una sobreactuación, con visita de consejera incluida, para dar sensación de que la puesta a punto está cada vez más cerca. Los plazos, son otra cosa. Los más optimistas con el tranvía, si quedara alguno, dirán que ya se mueve.

Gregarios. No se podrá quejar la delegada de Agricultura, Soledad Aranda, del plantel que tiene en la delegación. Con lo difícil que resulta crear equipos a la altura de las circunstancias y de una tacada se encuentra con primeros espadas de la política jiennense compartiendo despacho. Se intuye que el zángalo de Rufián no tiene plaza a la que regresar o que su puesto en Madrid es inmejorable. Sin embargo, el que fuera alcalde de Linares, Juan Fernández, ese verso suelto, caballo ganador socialista, azote popular y verdadero dolor de muelas para la calle Hurtado, sí que guardaba una plaza para los tiempos de entreguerras. Así, lleva tiempo “peleándose” entre expedientes, mientras aguarda inopinadas escaramuzas judiciales decisivas para su futuro, alguna de ellas llega hasta el Tribunal europeo. Va en su carácter pendenciero (entiéndase beligerante) no rehuir la pelea.

Pues, sobre el papel, a esa misma delegación acudirá la también socialista y ex subdelegada Catalina Madueño que como funcionaria del Cuerpo Superior Facultativo de la Junta declinó destinos lejanos para quedarse por el terruño. Dos carreras de largo recorrido con finales diametralmente opuestos. Corresponderá a la delegada, en su condición de bióloga, mantener el ecosistema.

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