Santa Teresa y Sevilla
Legislatura para "dummies"
Legislatura es una palabra que se usa para definir el tiempo desde que se inicia hasta que finalizan las cámaras de representantes. Esto es, desde que diputados y senadores toman posesión de sus escaños hasta que se disuelven las Cortes Generales. Sin embargo, si descomponemos la palabra en cuestión, descubrimos que se compone de los vocablos latino legis (Ley), latus (producido), finalizando con el sufijo ura que indica resultado de la acción.
Convendría pues decir que una legislatura, en realidad, es el resumen (-ura) de las leyes (legis) que se producen (latus) en un periodo determinado. Así pues la XIV Legislatura será el resumen de las Leyes que sean capaces de impulsar los diputados y senadores del Reino de España, desde que tomaron posesión en verano de 2023 hasta que se disuelvan las Cortes. Escenario que cada vez parece más próximo. Y el resumen no puede ser más paupérrimo. Tan solo una ley aprobada, la Ley de Amnistía.
Es llamativo que un Gobierno que se arrogó una mayoría parlamentaria para gobernar el país, haya tenido que renunciar a leyes tan importantes como la de Presupuestos Generales del Estado, que es la hoja de ruta del poder ejecutivo del país, ante la falta de apoyos parlamentarios para poder desarrollar su plan para dirigir el Estado. Como tampoco ha logrado apoyos para Leyes “estrella” de su programa progresista, como la Ley antiproxenitismo o del suelo.
Esto nos hace pensar en dos cuestiones que son casi ineludibles. La primera es que la presente legislatura será corta, ya que es imposible gobernar si no se tiene la capacidad de aprobar un presupuesto o de generar leyes para dirigir el país, salvo que la intención del Ejecutivo sea simple y llanamente permanecer por permanecer en el poder y atrincherarse en la Moncloa, quien sabe si parapetándose contra la sucesión de causas judiciales que acechan a Sánchez y su entorno.
La segunda es la más evidente. Que en el periodo en el que la XIV Legislatura esté vigente, Sánchez solo sacará adelante aquellas leyes que beneficien a sus socios más radicales. Esto es, que el Congreso solo dará luz verde a aquellas acciones que supongan un beneficio directo a esa parte del independentismo que tiene secuestrado al PSOE.
Ante este panorama, sabedores de su incapacidad para proponer un periodo de gestión legislativa, sin presupuestos para poder impulsar acciones de Gobierno y cercado por los cada vez más casos de corrupción, la única solución con algo de dignidad que le queda a Pedro Sánchez es la de disolver las Cortes para que se convoque elecciones. Algo que sería lógico, normal y coherente en cualquier otro dignatario de una democracia occidental que tuviera respeto por las instituciones a las que representa.
Pero Pedro es diferente. Seguirá. Aunque no tenga ni plan de gobierno, ni sentido continuar. Pagará el precio que sea necesario por ello. La pregunta que está en el aire es la de siempre ¿Qué más tiene que pasar para que Sánchez salga del gobierno?
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