Santa Teresa y Sevilla
Frío
El frío paraliza la savia en las ramas de los árboles de hoja caduca, pero dentro, más al fondo, las raíces crecen y se robustecen. Quizá solo veamos fuera la desnudez gris de las ramas, pero el milagro acontece dentro
El frío ya se deja sentir por los campos así como en la tierra interior de cada uno, aunque no lo advirtamos… aunque hasta lo neguemos. Humano posee su raíz etimológica en la palabra humus que significa tierra. El terreno que vemos tiene mucho más que ver con lo que somos de lo que nos imaginamos. Lo que sucede fuera con aquello otro que nos afecta dentro.
El frío paraliza la savia en las ramas de los árboles de hoja caduca, pero dentro, más al fondo, las raíces crecen y se robustecen. Quizá solo veamos fuera la desnudez gris de las ramas, pero el milagro acontece dentro. Tal vez en la frontera de lo que somos, donde se erigen las guerras, las incongruencias, los ataques y las mentiras, se esté dando el germen de un cambio que no atinamos a ver.
El frío nos hiela si nos cierra sobre nosotros mismos y nos hace insensibles a la realidad que nos interpela, que nos pide que asumamos la responsabilidad que tenemos a mano cada día. Cada cual la suya, cada uno a su ritmo, reconociendo los puntos flacos, las incoherencias desde las que la honestidad nos haga más solidarios y compasivos, más ejemplo de lo que pedimos a otros. A esos mismos que señalamos con el dedo, incapaces de reconocer que el resto de la mano nos señala a nosotros.
El frío arrecia, decía, y ya sólo nos va quedando arrimarnos y calentarnos juntos, avivar la llama que alimenta la esperanza para que el miedo no nos ahogue. Hay que regresar hasta nosotros, resguardarnos de tanta distracción que atrapa nuestra vida y nos convierte en espectros hasta de nosotros mismos. Hay que recuperar la atención para enfocarla en lo esencial, eso que está más adentro, que es la raíz desde las que, llegado el momento, podrán brotar las nuevas hojas de otra primavera
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