27 de mayo 2024 - 09:46

Nos recuerda el insigne naturalista Joaquín Araujo que no hay nada más necesario en nuestro tiempo que cuidar lo que nos cuida. ¿Y qué es aquello que nos profiere cuidado? En palabras suyas: «Nada nos cuida tanto como cuidar de lo que nos cuida, es decir, cuidar de la Natura y sobre todo del bosque.»

Nos vamos acercando a los meses más críticos para nuestra tierra y también para el conjunto del país, sin dejar de reconocer los cambios climáticos que venimos sufriendo. Su gravedad tiene que ver con las temperaturas y ausencia de agua durante los meses estivales, lo cual hará que se conviertan en un polvorín todos los espacios arbóreos de los que disponemos y disfrutamos.

Caer en la cuenta de ello no debe quedarse en un mero pensamiento feliz, sino que debe traducirse en prácticas concretas que reflejen una actitud compasiva, fraternal e incluso cariñosa, me atrevería a decir, hacia el rededor que tanto solaz y otros tantos regalos nos brinda. A la austeridad en el consumo de agua debe sumarse también una actitud considerada y prudente respecto a los hábitos turísticos y de ocio. Lo que está ahí fuera no es algo, es alguien pues está impregnado de vida. Vida que compartimos más allá de las diferencias obvias en las que se concreta, más allá de la cualidad y el orden, pero que es tan vivaz como la que nos mantiene vivos.

Esos espacios naturales que nos permiten estar emboscados y disfrutar del aire puro que nos regalan, deben de ayudarnos a que podamos generar un nuevo modo de ver nuestra relación con ellos. No son recursos que expoliar a nuestro antojo o capricho, sino que son la razón de que podamos vivir donde vivimos y cómo vivimos. El hálito de los árboles es nuestra respiración.

Quizá, para no redundar en ideas que se pierdan en la mera especulación, podría estar bien acabar con una cita del escritor italiano Cesare Pavese que dijo: «Si no nutres a la tierra ¿cómo puedes pedirle que ella te nutra a ti?». Reconsiderar el trato que le damos a la Natura, de la cual somos parte, es la única posibilidad posible para revertir tanto daño como ya hemos infringido.

Se acerca, ya lo decíamos, unos meses complicados. Aligeremos los temores sembrando buenas prácticas de cuidado y prudencia, de respeto y amabilidad hacia esa que nos sostiene, nutre y desarrolla. En sus raíces se hallan la nuestras.

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