Vestir el hábito nazareno

Vestir el hábito de nazareno es muy importante, es acompañar a Jesús el Hijo del Padre en su largo caminar hacia el Calvario. La estación de penitencia, con el anonimato que da el antifaz, debe ser una puesta al día de fe, una reflexión interior, un ejercicio espiritual en medio del bullicio, en unos momentos íntimos, es parar una horas y meditar. Esto es la verdadera estación de penitencia, una catarsis interna, donde se piense y analice el día a día y nuestro compromiso como cofrades.

Esto no conlleva que los nazarenos tengan que estar tristes o meditabundos, pues a lo largo de la procesión hay tiempo para todo, como se demuestra en nuestra Semana Santa y especialmente hoy, Jueves Santo. Nuestro Padre Jesús de la Pasión va andando poco a poco con solemnidad y silencio por las calles sevillanas hacia la Catedral en señal de amor ante la humanidad.

Frente a la alegría de un padres o abuelos que van con sus hijos o nietos de la mano haciendo una labor catequética con sus descendientes. Van con orgullo y gozo de acompañar a sus retoños durante la procesión o en una pequeña parte de la misma, porque eso da igual, lo más importante en sembrar el sentir cofrade y compartir el hábito nazareno.

Los hermanos de la antigua calle Ancha, de Montesión, muchos de los cuales tuvieron que abandonar sus viejas casas, debido a la especulación del suelo. Pero, para ellos la distancia no importa y cada Jueves Santo regresan a la ancestral capilla para acompañar a sus Sagrados Titulares con gozo y donaire.

Esta dicotomía es, precisamente, una de las identidades de nuestra Semana Mayor, muchas veces incomprendida y calificada de manera peyorativa por quienes no se adentran en la piedad popular y se quedan en la mera superficialidad, ni siquiera hacen por adentrarse y comprender el sentir sevillano, simplemente opinan. Como se ha analizado en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. Recordemos que la ignorancia es atrevida frente a la prudencia de la sabiduría.