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Álvaro Romero
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Tribuna Económica
La Fed, el banco central estadounidense, recortó en medio punto, hasta el intervalo 4,75-5%, el tipo de interés oficial. Toma cuerpo el esperado cambio de rumbo en su política monetaria, tras el aumento en cinco puntos desde la primavera de 2022. Lo hace de forma incluso más intensa de lo esperado y se mantendrá en esta línea, hasta una probable caída acumulada del entorno de los dos puntos a finales de 2025. Firme, gradual y sostenido, motivado por la mayor preocupación por la evolución del desempleo (4,2% en agosto, medio punto más que hace un año), que por la inflación (2,53 en tasa interanual en agosto y en descenso desde marzo).
El cambio de rumbo en la política monetaria norteamericana tiene una enorme trascendencia internacional. Sus primeras consecuencias se proyectan sobre los mercados internos de renta fija y variable, puesto que la bajada de tipos reduce el atractivo del primero (caída inicial del bono del tesoro estadounidense y recuperación parcial posterior) y aumenta el de la bolsa, que reaccionó de forma inmediata. El segundo efecto es sobre el tipo de cambio del dólar, que se debilita en el mercado de divisas.
El control de la inflación fue también la razón del Banco Central Europeo para la subida de tipos de interés entre julio de 2022 y septiembre de 2023, cuando el problema parecía razonablemente desactivado. Los recortes se demoraron hasta el pasado mes de junio, continuaron en septiembre, hasta el 3,5% actual, y podrían bajar otro punto más a lo largo de los próximos doce meses, cuando se espera que la inflación en la eurozona se sitúe en el 2,2%, muy próxima al objetivo del BCE.
La manipulación de tipos de interés por parte de la política monetaria genera un desequilibrio en los mercados financieros. La subida de tipos retiene el capital doméstico y atrae al extranjero por las mayores expectativas de rentabilidad para sus préstamos. También provoca la apreciación de la moneda nacional, puesto que aumenta su demanda por parte del capital extranjero interesado en invertir en activos locales. La bajada del tipo en Estados Unidos, así como en la eurozona a comienzos del verano, provoca el efecto contrario, es decir, salida de capitales y depreciación de la moneda.
La relación entre tipos de interés y de cambio queda recogida en la denominada paridad de tipos de interés, una regla que identifica el equilibrio en los mercados financieros con una situación en la que desaparecen los incentivos para modificar sus posiciones entre quienes operan en esos mercados. En el caso de dos países, ocurre cuando la diferencia en los tipos de interés nominal es igual a la diferencia en la cotización a corto (contado) y largo (prima de riesgo) de sus divisas. El problema de esta teoría es que sus postulados no siempre se cumplen, aunque ello no impida su utilidad para la elaboración de predicciones.
Lo positivo de los desequilibrios que provoca la manipulación de los tipos de interés es que la reacción predecible de los agentes coincide con lo que las autoridades consideran beneficioso para la economía. Para las emergentes, por ejemplo, la perspectiva es de mayor estabilidad (Hardy y otros en BIS, septiembre 2024).
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