La dulce Francia se amarga

La ciudad y los días

19 de junio 2024 - 11:12

Francia hierve. Tensiones dentro del Nuevo Frente Popular entre socialdemócratas e insumisos. Y tensiones dentro de los dos partidos mayoritarios del NFP, con acusaciones de purgas internas a Mélenchon o la desestabilizadora resurrección de Hollande entre los socialistas. Afortunadamente ni Mussolini está en Roma, ni Stalin en Moscú, ni Hitler en Berlín. Pero son los años 30 los que se invocan desde la izquierda para frenar el avance de Le Pen. La extrema derecha no puede invocar a Charles Maurras, desde luego, pero desde el NFP se recuerda la gran figura del socialista Leon Blum. Aunque ni en esto se ponen de acuerdo.

Según Milo Lévy-Bruhl, presidente de la Asociación de Amigos de Leon Blum, en la izquierda unos lo reivindican para defender el Nuevo Frente Popular y otros para atacarlo. Es la doble herencia de Blum, afirma: para los partidarios de la alianza con Mélenchon es quien llevó la izquierda al poder en 1936 gracias a la alianza antifascista entre su partido, el Socialista, el Comunista y el Radical; y para quienes no se fían del pacto con Mélenchon es el anticomunista que se opuso a la adhesión a la Tercera Internacional. ¿Qué haría hoy Blum? Según Lévy-Bruhl, “aunque la extrema derecha de hoy no sea la misma que él conoció, su mayor temor sería verla llegar al poder”.

En esta línea se ha pronunciado Antoine Malamoud, bisnieto de Blum, recordando que el Frente Popular nació “para hacer frente a la amenaza fascista dejando a un lado las polémicas y los ataques personales”. Aunque ahora, afirma, “Raphaël Glucksmann [candidato socialdemócrata] sea atacado por militantes [radicales y antisemitas] de Francia Insumisa tan violentamente como Leon Blum lo fue por el Partido Comunista”, y aunque “urja hacer una reflexión sobre el antisemitismo en el seno de la mayor parte de las fuerzas de izquierda”, los socialistas no deben invocar “la memoria de Blum, judío, víctima de tantas injurias y agresiones antisemitas” para oponerse a la unión con Mélenchon en el Nuevo Frente Popular. Porque, según él, “es en el corazón del pensamiento identitario de la extrema derecha donde el antisemitismo está estructuralmente presente”.

Así anda Francia, obligada a elegir entre extremismos que se engordan unos a otros. Porque está claro que Le Pen y Mélenchon se convienen. Diga Sánchez lo que diga, no es nuestra situación. Esperemos que nunca nos veamos obligados a votar así.

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