Instituciones poderosas

Las cofradías bajomedievales fueron asociaciones perfectamente incardinadas en las urbes en que se desarrollaron. Constituidas por sus ciudadanos, intervinieron activamente en diversas dinámicas siendo hoy objeto de análisis su participación en la economía urbana.

Como punto de partida, se ha de destacar la correspondencia entre el desarrollo de estas corporaciones y el crecimiento de la ciudad. Los grandes núcleos urbanos del Reino de Sevilla vivieron un extraordinario desarrollo económico del que las hermandades participaron intensamente, a la vez que se vieron favorecidas por este de forma muy clara. Ello se hace patente, por ejemplo, en la intervención de las cofradías en el pujante mercado inmobiliario finimedieval. Las hermandades fueron propietarias de numerosos inmuebles, procedentes de forma mayoritaria de donaciones a cambio de oficios pro remedio animae. Casi todos ellos fueron dados en régimen de arrendamiento por medio de contratos de larga duración, de una o tres vidas. Con esta práctica trataban de asegurarse unas rentas fijas durante un periodo de tiempo prolongado, lo cual acarreaba un progresivo empobrecimiento de los alquileres. Pero no es el afán de lucro lo que distinguía a las cofradías.

Otro ámbito de la economía en el que las hermandades fueron muy participativas fue el mundo de las finanzas. Ignorando la condena de la Iglesia por usura, las cofradías prestaron dinero a interés, a la vez que fueron suscriptoras o recibieron en donación numerosos créditos hipotecarios. Estos suponían, a cambio de la cantidad prestada, el pago de una renta para siempre jamás (la deuda pasaba del suscriptor a sus descendientes) siendo el aval un inmueble. En caso de que un año no se efectuase el pago de la cantidad establecida, el aval pasaba a ser propiedad de la corporación prestamista.

Estas y otras actividades económicas convirtieron a muchas cofradías en instituciones muy poderosas económicamente. Próximamente podrán conocer en qué invertían estos beneficios.