
Tribuna Económica
Gumersindo Ruiz
Una economía intensiva en mano de obra
Por qué ésta reflexión ahora? ¿Y por qué yo que algún día fui partícipe de todo esto si bien con un modelo muy lejano al capiroterismo, que trataba de poner en valor la Cofradía por encima de la Hermandad? Conocí a muchos hermanos mayores, propios o ajenos, ¿mejores?, no lo sé pero desde luego distintos. No dudo que todos tuvieran tanta buena voluntad como abundancia de carencias, por eso en muy pocos pude mirarme. Su firmeza de criterio, su buen juicio, su valentía y su coherencia, me sugieren que es una conjunción imposible hoy, con alguna excepción que por fortuna me es muy próxima.
Siempre hubo quien llegaba por vías legítimas o espurias, quienes lo hacían como simples eslabones de transición y quienes lo desconocían casi todo excepto hasta donde querían llegar. Sin duda, nunca bastará con tratar de innovar sobre lo innecesario, ni limitarse a aprovechar lo que otros habían logrado, ni siquiera con una aparente piedad. Lo dijo claramente Isaías: “Así haréis que incluso vuestro incienso resulte detestable”. Porque esto no va solo de curas, ni siquiera de cultos. No, en los hombres, la piedad es sinceridad, honestidad, ir de frente. Por el contrario, tratar de dejar la personal impronta no es sino pura egolatría y aprovechar la obra de otros solo es el pregón más sublime de la propia incapacidad.
¿Son solo las tradiciones cofradieras, la sumisión a la autoridad eclesiástica o una formación acomodaticia lo que hace al buen hermano mayor? Hoy abunda la servidumbre a las bandas, cuadrillas, salidas y coronaciones, para suplantar la voluntad de muchos hermanos que tal vez desearan algo más espiritualmente lucrativo y menos espectacular. La Semana Santa es una fiesta conmemorativa de la Pasión de Cristo pero sobre todo el gozo de la Resurrección aunque eso apenas se fomente ni interese.
La ciudad ha evolucionado y la sociedad también debería hacerlo. No son ya tiempos para los trasnochados capillitas o, en obsoleta acepción del término, los kofrades, vocablo acuñado por algunos gacetilleros y aplaudido por esos neocarismáticos cuyo significado de carisma seguramente hasta ellos mismos desconozcan. Y es que, también una prensa cómplice, vulgar y complaciente, contribuye a que la ciudad sea cada vez más rancia y más laica.
¿Y cómo se presenta el futuro? Me temo que oscuro, mientras no se hable abiertamente de Dios, mientras se siga rindiendo pleitesía al hedonismo y mientras no aferremos con firmeza la Cruz como único signo de Esperanza. Lo que es ya antes lo fue; lo que será ya está siendo, pero nadie olvide que Stat crux dum volvitur orbis, la Cruz permanece en pie mientras el mundo gira.
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