Domingo de Pasión

La Campana

06 de abril 2025 - 03:13

El Domingo de Pasión es el pórtico de la Semana Santa. No es sólo el domingo del pregón. Es también el día con más besamanos y besapiés de toda la Cuaresma. Ya no es una jornada de funciones principales de instituto, como los domingos anteriores. Ya la fe está jurada y proclamada. Ya es el día en que se expresa el gozo de lo que está por llegar. Los besamanos y los besapiés de hoy manifiestan las ansias de Semana Santa, las ganas que tenemos de besar al Señor y a la Virgen, de bajarlos de los altares, de saludarlos con nuestro cariño, de alegrarnos de que ya estén tan cerca para trasladarlos a los pasos.

En los besamanos y besapiés del Domingo de Pasión se anticipa la inminencia de la Semana Santa. El Viernes de Dolores saldrán a las calles los primeros nazarenos y los primeros pasos. Este año incluso con el estreno de Bendición y Esperanza, como nueva cofradía de nazarenos en el Polígono Sur. Es otro símbolo. Toda Sevilla, desde los barrios con más nivel de renta a los más pobres, está presente en la Semana Santa. Y debería ser un motivo para la reflexión. A las hermandades no hay que darles lecciones de caridad, que tienen bien aprendidas. Se ayuda mucho. Pero nadie debería estar tranquilo, mientras existan esas diferencias de renta tan profundas en la ciudad. No en Bangladesh, sino en Sevilla.

Pero hoy es un día de alegría, de fe y esperanza. La Semana Santa vuelve a estar ahí, en el horizonte de una semana. Si Joaquín Caro Romero dijo hace 25 años, en su pregón, que “la vida es una semana”, se quedó un poco corto, porque ya son nueve días de procesiones con nazarenos.

Hoy me toca ser el pregonero. Desde que me nombraron han pasado seis meses y dos días. En ese tiempo me he dado cuenta de que el pregonero pone un texto y pone su voz. Pero el pregón no es suyo solamente, es de Sevilla, es de todas las personas que aman la Semana Santa, de todas las personas que la hacen posible, de todos y todas los que sienten la emoción de salir de nazarenos, de ser costaleros, de tocar en una banda de música, de vestir a una imagen, de poner un ramo de flores, de fundir la cera de la candelería, de hacer posible un milagro. Incluso el pregón es de los que salen a las calles a ver los pasos y están ahí.

La Semana Santa es una fiesta maravillosa. En ningún lugar del mundo (ni en la mismísima Roma, que visitará el Cachorro) se conmemora la Pasión de Cristo con tanto esplendor como en Sevilla. Es un triunfo colectivo. Pero es una enorme responsabilidad para todos. Incluso para el pregonero, que además de elogiar tanta belleza, debe poner algunos puntos sobre las íes.

Y, por encima de todos, aquí está Dios. La Semana Santa es un invento de Dios, un regalo que nos hace, para ayudarnos a encontrarlo y seguirlo.

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