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Quizás la crisis financiera más fuerte venga en un par de años de las criptomonedas, sobre las cuales hay tres peligros principales. El primero son los fuertes intereses creados por el grupo de empresarios que se ha hecho con el poder político en Estados Unidos, cuya muestra es la World Liberty Financial, sociedad familiar de un presidente que promueve personalmente las criptomonedas, insinuando incluso que pueden ser una reserva permanente de la Reserva Federal. Los intereses son enormes, atrayendo todo tipo de intermediarios para la extracción de comisiones cuantiosas a partir de algo que no es más que un movimiento especulativo.
Segundo, se olvida el papel de las criptomonedas, pues si el mundo funcionara con una moneda virtual no habría problema, pero cuando alguien tiene una moneda cripto está pensando en su valor en euros, dólares, o libras. Las plataformas cripto han ido colapsando por la oportunidad que ofrecen al fraude en los depósitos, las compraventas y cambios, y de ahí la gran ironía del bitcoin, concebido para eliminar la intermediación bancaria, y que requiere una intermediación aún mayor a través de las casas de cambio, fondos, y cripto activos. De esta forma sólo al crimen organizado, en un intercambio de, pongamos por caso, armas por drogas, y que se mueva exclusivamente dentro del mundo cripto, no le afectan las variaciones del precio de la moneda.
Tercero, la falta de protección a pequeños inversores se acentúa deliberadamente. Martin Walker de la Warwick Business School, viendo la subida fortísima del bitcoin y cómo la gente se aferra codiciosa a esta quimera, dice que la historia nos enseña sobre las crisis financieras que el riesgo crece desproporcionadamente y explota en áreas donde la regulación se vuelve débil, como ocurrió en los años 2000. Y sigue diciendo que la grietas en el sistema financiero no son siempre obvias, y las finanzas cripto son tan grandes que llevarán a una crisis de la economía real, pues planes de pensiones y fondos están cada vez más directamente comprometidos en cripto activos, y a través de productos empaquetados como los que llevaron a la Gran Crisis de 2008. La promoción de las criptomonedas desde el propio poder político hace que nadie mencione ya los miles de millones perdidos en la quiebra de FTX, y que su dueño, Sam Bankman-Fried, aunque probablemente será perdonado, cumple una condena que supera los años que pueden quedarle de vida.
El jefe de Tron, una plataforma cripto, Justin Sun, compra en una subasta de Sotheby’s por 6,2 millones de dólares la obra Comedian de Maurizio Cattelan, que consiste en un plátano fijado con cinta adhesiva a una pared; posteriormente, en un evento en el Península de Hong Kong, Sun se come el plátano, pagado con cripto moneda, alaba a los gobernantes, plutócratas y tecno libertarios norteamericanos, y anuncia una inversión en la compañía del presidente. Tras el espectáculo, símbolo de que ni el plátano ni la moneda con que se pagó tienen más valor que el que quiera dársele, se repartieron plátanos pegados a cartones entre la gente del mundillo financiero asistente, como una forma de proselitismo para que difundieran la buena nueva entre los millones de incautos que hay en el mundo.
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