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El año 2025 será un año de transición a la nueva normalidad, tras haber sufrido dos crisis transformadoras como la crisis financiera y la pandemia que han dejado profundas huellas en la estructura social, económica y política del mundo. Una transición exitosa, iniciada en 2023 y 2024 , que ha logrado doblegar la inflación sin grave deterioro de la actividad económica global. Era un gran reto retirar las ingentes cantidades de liquidez inyectadas por los bancos centrales sin provocar una gran recesión y desestabilizar el sistema financiero mundial. Desde ese punto de vista ,2024 ha sido afortunado ya que el mundo a seguido creciendo por encima del 3%, la inflación está cediendo a niveles próximos a los objetivos de los bancos centrales y los mercados bursátiles están celebrando uno de sus mejores momentos.
España es de las economías avanzadas que más está creciendo, en 2024 superará el 3% , muy por encima de las previsiones de los organismos nacionales e internacionales. Por el buen comportamiento del consumo privado, publico, las exportaciones, y el extraordinario impulso del turismo. Por el contrario, la inversión privada ha sido el motor más débil.
Ha sido un crecimiento desigual, liderado por EEUU, con extrema debilidad del crecimiento de la Eurozona, en la que las más débiles han sido Alemania –que permanece estancada–, Francia e Italia. También China es una excepción. Su crecimiento está por debajo del objeto pretendido por el gobierno del 5%, incapaz de superar los problemas de la crisis inmobiliaria, a pesar de los programas de impulso del gobierno.
A pesar de todo, el mundo en la salida de la gran crisis financiera y pandémica está haciendo un aterrizaje suave gracias a la prudencia y gradualidad de los bancos centrales. En 2025 los bancos centrales continuaran reduciendo los tipos de interés, en la medida en la que la inflación se vaya reduciendo, como es previsible. No obstante, la incertidumbre geopolítica podía dar al traste con este proceso. La mayor amenaza de esta transición son las políticas del impredecible Donald Trump y su equipo de gobierno heterogéneo y contradictorio.
La mayor amenaza es una guerra arancelaria a escala global que daría al traste con el crecimiento mundial y la estabilidad de precios. La esperanza es que una vez que acceda al gobierno , no lleve a cabo todas las amenazas electorales, como ya ocurrió en su primer mandato.
La política económica de los gobiernos tendrá que girar. Los gobiernos y bancos centrales tendrán que hacer frente a los fallos estructurales provocados por las dos últimas crisis. Los bancos centrales tendrán continuarán la labor ya iniciada de retirada de liquidez y bajada gradual de los tipos de interés hasta que la inflación este controlada y sin que las políticas restrictivas afecten a la actividad económica, garantizando un aterrizaje suave. Los gobiernos iniciando un proceso de consolidación fiscal a medio plazo que garantice la sostenibilidad de una deuda pública global de más de cien billones de dólares.
Pero esto no será suficiente. Serán necesarias, sobre todo en Europa, políticas estructurales, orientadas a aumentar la productividad que, restauren el potencial de crecimiento dañado durante las últimas crisis.
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