¿Alguna vez te dieron una "japuana" por "pejigueras"? El significado de estas dos palabras de Jaén
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Jaén/El habla popular de Jaén esconde un verdadero tesoro lingüístico cargado de matices y expresiones propias que enriquecen el castellano. Entre estas palabras, destacan dos términos que despiertan tanto curiosidad como sonrisas, aunque a veces también malestar: "japuana" y "pejigueras". Ambos forman parte del acervo cultural de esta provincia andaluza y reflejan el carácter y las vivencias de su gente. Si quieres saber qué significan, sigue leyendo.
¿Qué es una japuana?
El término japuana tiene múltiples matices y significados, todos ellos cargados de un tono coloquial y directo. En el contexto rural de Jaén, una japuana puede referirse a una reprimenda física, como un tortazo, un coscorrón o incluso algo más contundente. La expresión suele aparecer en frases de advertencia como "te voy a dar una japuana", que en otros puntos de España podría equivaler a un "te voy a dar un sopapo".
Además, este término no solo se limita al ámbito físico. Una japuana también puede aludir a un hecho traumático o un suceso negativo que deja huella. Por ejemplo, alguien que haya pasado por una experiencia particularmente dura podría decir: "Aquello fue una japuana de campeonato". Este uso refleja la intensidad emocional que puede transmitir la palabra, adaptándose a diferentes contextos con gran versatilidad.
¿Qué significa ser un pejigueras?
En contraste con la intensidad de "japuana", el término pejigueras se refiere a algo más cotidiano, pero no menos irritante. Una persona pejiguera es aquella que se muestra excesivamente insistente, pesada o molesta, agotando la paciencia de quienes la rodean. En el habla de Jaén, este adjetivo se usa para describir a alguien que no para de incordiar, como un auténtico "petardo" en términos más coloquiales.
El origen de "pejiguera" proviene del latín persicaria, que hace referencia a una planta conocida como duraznillo, considerada una mala hierba por los agricultores. Este detalle no es casual, ya que el duraznillo crece en los campos y acequias, dificultando el trabajo de los campesinos. Así, la palabra evolucionó para describir aquello que, sin aportar beneficio, causa problemas o requiere un esfuerzo desproporcionado.
En otras regiones de habla hispana, pejiguera conserva este significado original para designar tareas o situaciones engorrosas. Sin embargo, en Jaén, su uso se enfoca más en personas molestas o asuntos repetitivos que acaban por cansar al interlocutor.
En definitiva, si alguna vez te encuentras con un “pejigueras”, antes de soltarle una buena “japuana”, más vale hacer uso de la razón y tirar de frases inspiradoras para sortear la ocasión, como es el caso de “aporta o aparta”, pero no de un tortazo.
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