Estas son las cuatro leyendas más famosas de la Sierra de Cazorla
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Cazorla/La Sierra de Cazorla, parte del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, es conocida tanto por su riqueza natural como por el vasto repertorio de leyendas y relatos que envuelven su historia. Como el parque natural más extenso de España y uno de los principales pulmones verdes de Europa, este rincón de Jaén invita no solo a disfrutar de sus paisajes, sino también a adentrarse en el misticismo que habita en sus montañas y aldeas. Prueba de ello son las cuatro leyendas que te traemos hoy. Seguramente te suenen algunas como la de La Tragantía, pero igual otras son desconocidas para ti.
La leyenda de la Encantá
La Leyenda de la Encantá es una de las más antiguas y difundidas en la Sierra de Cazorla, especialmente en los parajes de Bujaraiza, El Aguadero y La Cabañuela. Según la tradición, este mito se originó hace varios siglos, probablemente cuando comenzó a ser habitada de forma continua. La historia narra la aparición de una figura sobrenatural, una dama de indescriptible belleza que solía aparecer en lugares específicos del bosque y que, en ocasiones, se dejaba ver peinando sus largos cabellos dorados con un peine de oro junto a una fuente. En otras apariciones, se la veía acunando a un niño en su regazo.
La Encantá, como la conocían los serranos, tenía un propósito claro: proteger los recursos naturales y velar por que los habitantes no abusaran de ellos. No toleraba que los aldeanos recogieran plantas comestibles como el gordolobo, el laurel o las collejas en cantidades excesivas. Del mismo modo, reprendía a los pastores si permitían que el ganado dañara la vegetación de manera desmedida. Para los viajeros sedientos, su consejo era siempre que respetaran y cuidaran las fuentes y arroyos.
La leyenda del último lobo
Los lobos habitaron las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas hasta las primeras décadas del siglo XX, en una época en la que la fauna de la zona era rica y diversa. En áreas como El Aguadero, La Cabañuela y Las Lagunillas, se podían encontrar cabras montesas, tejones, garduñas, zorros, y otras especies autóctonas que enriquecían el ecosistema. Sin embargo, la relación entre los lobos y los habitantes de la sierra no fue pacífica; la amenaza que estos depredadores representaban para el ganado llevó a los pastores a cazarlos intensamente, hasta casi eliminarlos por completo.
Entre estos últimos lobos, destaca una figura legendaria conocida como “Vicentón”. Este lobo era temido y respetado a partes iguales, conocido por su tamaño y ferocidad. Durante años, desafió a los cazadores de la región, evadiendo trampas y ataques con una astucia que sorprendía a sus perseguidores. Vicentón se convirtió en una especie de mito viviente, la personificación de la fuerza y el espíritu indomable de la naturaleza. Finalmente, se dice que el último de estos lobos murió y que sus restos descansan en alguna de las numerosas cuevas de la Sierra de Cazorla, un símbolo de una época en la que el lobo era el auténtico rey de estas montañas.
La leyenda de la Tragantía
La Leyenda de la Tragantía es una historia con tintes trágicos y sobrenaturales que remonta sus orígenes a la época de la Reconquista. Según la leyenda, durante la conquista cristiana, un rey moro, en un intento desesperado por salvar a su hija de los invasores castellanos, la ocultó en una habitación secreta en las montañas. Sin embargo, el rey murió en batalla, dejando a su hija sola y encerrada, sin nadie que la rescatara.
Con el tiempo, la princesa sucumbió a la locura, y su desesperación se transformó en una maldición. Las leyendas afirman que, en su soledad, la princesa se convirtió en una criatura mitad humana y mitad serpiente, y que juró vengarse de quienes la dejaron abandonada. Durante la noche de San Juan, los cazorleños aseguran escuchar su cántico: “Yo soy la Tragantía, hija del rey moro. El que me oiga cantar no verá la luz del día ni la noche de San Juan”.
La leyenda del Puente de las Herrerías
El Puente de las Herrerías es uno de los enclaves más emblemáticos de la Sierra de Cazorla y se encuentra en la cabecera del río Guadalquivir. Según la leyenda, su construcción está relacionada con la campaña militar de los Reyes Católicos contra el reino nazarí de Granada en el siglo XV. Se dice que, en su trayecto hacia el frente de guerra, las tropas de Isabel la Católica llegaron a un punto en el que el caudal del río les impedía avanzar. La reina, decidida a continuar su misión, ordenó la construcción de un puente en una sola noche.
Existen dos versiones de la historia: una, de corte caballeresco, en la que los soldados, bajo el liderazgo de Isabel, lograron levantar el puente gracias a su esfuerzo y determinación. En esta versión, la reina fue la primera en cruzarlo, lo que aumentó el prestigio de su liderazgo y valentía. Otra versión, más mística, atribuye la rápida construcción a una intervención divina, señalando que una fuerza sobrenatural ayudó a los soldados a completar la obra en una sola noche, permitiendo así a Isabel proseguir su marcha.
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