Rutas de las aldeas perdidas: un recorrido por los lugares más apartados del mundanal ruido en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas
El ecoturismo y el astroturismo son dos de los grandes alicientes para visitar estas zonas
Día mundial del turismo: trío de pueblos pequeños y con encanto de Jaén
Jaén/Las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas albergan un mosaico de aldeas y cortijos que, aunque en muchos casos se encuentran deshabitados o con muy poca población, conservan el encanto de la vida rural tradicional. Si te gusta el senderismo y el contacto con la naturaleza, te recomendamos una visita a estas aldeas apartadas, donde los paisajes naturales se entrelazan con los vestigios de una vida de subsistencia, el pastoreo y la agricultura de montaña. Aquí, donde la modernidad apenas ha dejado huella, se encuentra la verdadera esencia de los pueblos serranos.
Aldeas con encanto
Las aldeas dispersas por el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas son el perfecto ejemplo de cómo la humanidad puede integrarse en el paisaje. En estas aldeas se puede ver cómo la mano humana añade intimidad a la grandiosidad de las montañas, los bosques y los ríos. Sin embargo, la emigración ha despoblado muchas de estas zonas, que en la actualidad permanecen habitadas solo durante los meses de clima favorable. Otras, sin embargo, han logrado resistir y se mantienen activas todo el año, gracias en parte al auge del turismo rural y las nuevas oportunidades que ofrece la agricultura ecológica.
El estado de conservación de estas aldeas es desigual: algunas están en proceso de rehabilitación, mientras que otras se encuentran en un estado casi abandonado. Para los que buscan el encanto de lo antiguo y lo auténtico, estas aldeas ofrecen un viaje en el tiempo, en un entorno de naturaleza virgen. Entre las aldeas que destacan por su belleza y singularidad se encuentran Río Madera, Trujala, Burunchel, El Ojuelo, El Robledo, Huelga Utrera, La Ballestera, Montalvo, La Capellanía, La Hueta, La Toba, Los Anchos, Marchena, Miller, Moralejos, Umbría de Cabeza Gorda y La Espinareda.
Ruta de la trashumancia
La ruta de la trashumancia atraviesa una de las zonas más remotas y auténticas de la sierra, el norte del parque natural, donde los paisajes de alta montaña y la vida rural profunda conforman un entorno de características singulares. En el municipio de Santiago-Pontones, la densidad de población es baja y los servicios son escasos, pero las tradiciones agrícolas y ganaderas han perdurado, permitiendo que este territorio conserve su carácter genuino.
Esta área se caracteriza por su clima extremo, con inviernos que llegan a -20 ºC, y por su red de aldeas dispersas y caminos de montaña. El altiplano de Santiago Pontones, los Campos de Hernán Perea y otras zonas de alta montaña ofrecen un paisaje de gran belleza y un entorno cultural singular en Andalucía y España. La aldea de Don Domingo es especialmente famosa por sus cielos despejados, que la han convertido en el primer Paraje Starlight de España, ideal para la observación de estrellas debido a la baja contaminación lumínica.
El paisaje ha atraído incluso al cine, como en la película de Manuel Martín Cuenca ‘La Hija’, que muestra estos caminos remotos y refugios de montaña. Estos espacios, conocidos en la zona como “casas de fogueros” (casas de vigilancia de incendios), simbolizan el aislamiento y la autenticidad de este territorio.
Ruta por las aldeas de montaña
Siguiendo la ruta por las aldeas de montaña, se descubre un patrimonio natural de gran valor. Aquí, las montañas albergan embalses escondidos, ríos cristalinos y una flora y fauna inigualables. La altiplanicie más extensa de España se encuentra en esta región, con una población dispersa en más de 80 núcleos habitados, algunos con solo dos o tres personas. Estos pequeños pueblos, rodeados de montañas y bosques, representan un estilo de vida tradicional, donde la hospitalidad es parte de la cultura local.
La región es conocida por el cordero segureño, una raza de oveja adaptada a la dureza del clima y el terreno. Este producto local, que los visitantes pueden degustar en restaurantes y casas rurales de la zona, es uno de los manjares más representativos de la sierra. Además, las aldeas de la Sierra de Segura ofrecen un paisaje arqueológico de gran interés, con numerosas muestras de pintura rupestre en cuevas y abrigos que documentan miles de años de historia humana en la región.
Naturaleza y silencio
El embalse de Las Anchuricas es uno de los paisajes más espectaculares de la Sierra de Cazorla. Este lago, rodeado de montañas y bosques, es un refugio de tranquilidad donde se puede disfrutar del silencio absoluto, roto solo por el vuelo de los buitres leonados y el murmullo del agua. En esta zona el agua es abundante: el nacimiento de la Toba, el del río Segura, el del Zumeta y las Juntas de Miller son algunos de los manantiales y ríos cristalinos que alimentan estos valles, creando un entorno ideal para quienes buscan alejarse del bullicio de la vida urbana.
Las aldeas en torno a este embalse y los ríos adyacentes son el punto de partida para numerosas rutas de senderismo, donde la flora y fauna locales, como ciervos y cabras montesas son los únicos acompañantes. Para los amantes de la naturaleza y la tranquilidad, la Sierra de Cazorla es un lugar donde parece que el tiempo se ha detenido, un espacio en el que la vida moderna da paso a un ritmo más pausado y natural.
Cada año, estas aldeas reciben a visitantes que buscan experimentar el turismo rural en su forma más pura. Los turistas pueden hospedarse en cortijos restaurados y disfrutar de actividades como el senderismo, la observación de aves y el astroturismo.
Temas relacionados
No hay comentarios