El Pintahuevos de Pascua de La Carolina: un legado de la colonización centroeuropea de Carlos III

SEMANA SANTA EN JAÉN

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Los huevos tienen pintadas las siglas de la Cuchara de Palo.
Los huevos tienen pintadas las siglas de la Cuchara de Palo. / Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff

La Carolina/A la tradición de hacer torrijas en Semana Santa le ha salido un duro competidor en la zona conocida como Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, cuya capital es La Carolina. Por herencia centroeuropea, allí hacer los típicos huevos de Pascua pintados es tanto o más tradicional como las torrijas de la abuela. Un legado que personas como la escritora, investigadora y divulgadora Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff, afincada en el municipio carolinense con raíces familiares en distintas partes de Alemania y Europa Central, se preocupa de mantener vivo.

“El Pintahuevos es algo inherente a mi persona, es una tradición que me acompaña siempre y por la que trabajo de forma altruista para difundir su historia, la que nos da identidad a la mayor parte de las personas que habitamos en las colonias de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena”, sostiene la escritora.

Huevo de Pascua que le regalaron a Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff con su retrato.
Huevo de Pascua que le regalaron a Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff con su retrato. / Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff

Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena

Su origen en esta zona de Jaén tuvo lugar con la colonización de Sierra Morena en 1767, durante el siglo de las Luces. “Aquellos colonos, con nombres y apellidos, que un día dejaron sus familias, sus casas y todas sus pertenencias, se vieron empujados a salir de Centroeuropa por estar sumida ésta en una crisis económica además de los oprobios de las guerras”, explica Carmen María. “A pesar de su leve equipaje, también los acompañaba en su viaje, no solo sus apellidos, sino su ADN, sus modos de vida y sus tradiciones, tan arraigadas que han perdurado en el tiempo que en esta tierra se castellanizó con el nombre de Pintahuevos”, añade.

Huevo gigante de madera pintado por Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff.
Huevo gigante de madera pintado por Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff. / Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff

Tanta es su pasión por esta peculiar tradición que fue nombrada Comendadora de Pintahuevos por la Muy Ilustre Orden de la Cuchara de Palo en el año 2014. Tradición que ha llegado a muchas personalidades, incluso hasta el Vaticano, ya que, “al Papa Francisco, en dicho año en que fui investida comendadora le fue enviado un huevo de madera, el mismo que pinté con los símbolos del sello del Pontífice, quien agradeció el regalo por carta”, cuenta. Obsequio que repitió más tarde, con motivo del décimo aniversario del pontificado del Papa Francisco, cuando envió otro huevo pintado con la advocación mariana de la virgen Inmaculada Concepción, de la que era devota Carlos III.

Y es que, las tradiciones de Semana Santa en España difieren mucho con las de Centroeuropa, lo que hace que el Pintahuevos sea una fiesta única en la provincia de Jaén y en toda la comunidad autónoma andaluza, ya que no existe nada parecido en ninguna otra provincia.

La ceremonia del Pintahuevos

En la tarde del Sábado de Gloria, antes de asistir a misa en la Parroquia de la Inmaculada Concepción, los huevos se cuecen, se dejan enfriar y se prepara todo lo necesario para su decoración. “Nos reunimos alrededor de una mesa, en la que se disponen los huevos duros y las herramientas y útiles para pintar, como pinceles, rotuladores y acrílicos, de manera que, conforme vamos acabando de pintarlos, se colocan en una cesta para dejarlos secar”, comienza a explicar Fdez-Kofbler Casas-Neff. Pero ahí no queda la cosa, ya que la artesanía se funde en esta suerte de ceremonia cultural. “Mientras tanto, trenzamos cestas con las palmas que se han bendecido y procesionado en Domingo de Ramos. Una cesta por huevo, y un huevo por persona”, continúa.

Los huevos cocidos se pintan con rotuladores y acrílicos.
Los huevos cocidos se pintan con rotuladores y acrílicos. / Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff

El huevo de Pascua y la cocina española

Aunque parezca mentira, en esta tradición se mezclan las dos culturales participantes, la centroeuropea y la española, ya que, según explica la investigadora, “el huevo pintado acaba formando parte de una pipirrana jaenera, o del típico hornazo, para los paladares más golosos, con la idea de llevar estas comidas al campo si el tiempo lo permite, para disfrutar de la primavera con familiares y amigos”, refiere esta fiel defensora del Pintahuevos.

Origen del Pintahuevos

En Alemania, la costumbre de pintar huevos viene de la Iglesia en el siglo XVII con el Benedictio Ovorum, acto en el que los huevos eran bendecidos en la Iglesia, lo que en la imaginación popular los dotaba de poderes especiales. “Durante mucho tiempo los huevos se coloreaban de rojo, el color de la sangre de Cristo”, asegura la investigadora. “Por primera vez se menciona en un escrito la idea de esconder los huevos duros coloreados para juegos de los niños en el diario del Abad Jacob von Schlutten en el año 1691, pero no hay datos del motivo o el porqué de dicha tradición”.

Huevo gigante que decora la casa de la divulgadora de esta tradición centroeuropea.
Huevo gigante que decora la casa de la divulgadora de esta tradición centroeuropea. / Carmen María Fdez-Kofbler Casas-Neff

Un hecho que continúa siendo costumbre en la celebración del Ostern, la Pascua de Resurrección en Alemania, donde además se entregan regalos en forma de chocolates y dulces de todos los tipos y sabores, donde el huevo es protagonista, pero también lo son otros chocolates con forma de corderos, gallinas, pollitos y liebres. “Los huevos tienen un sitio preferente en esta fiesta, los hierven y decoran para después esconderlos en las casas y en el jardín, excusa perfecta para hacer juegos en los que participan los pequeños de la casa”.

Sin embargo, las raíces de esta tradición se remontan a una tradición que procede de la Edad Media, “cuando el Jueves Santo, último día comercial, los campesinos tenían que pagar el arriendo de las tierras que trabajaban, un pago que solía hacerse con alimentos y productos que obtenían de la tierra que cultivaban y animales que criaban o con piezas de caza”, sostiene. Los huevos se acumulaban en la Cuaresma para tal fin: eran hervidos y usados como moneda de pago, además de conejos o liebres que habían cazado. A esto, añade Fdez-Kofbler Casas-Neff, se une que “los símbolos de la Diosa de la Fertilidad eran el huevo y la liebre. Tal y como dice el libro ‘Medieval Holidays and Festivals’, la celebración de la Pascua Florida recibió su nombre (“Easter”) en honor a Eostre, Diosa Germánica del Alba y la Primavera”, concluye.

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