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Jaén/El arte del tapeo es una de las tradiciones más arraigadas en Jaén, una ciudad donde las tabernas y bares han sido testigos del paso del tiempo y de miles de encuentros que a diario se celebran con una caña bien tirada de por medio o, en su defecto, una buena copa de vino.
Sin embargo, pocos se preguntan cuánto costaba disfrutar de este placer hace un siglo y cuáles eran las tapas más populares de la época. Retrocedemos en el tiempo para visitar el emblemático bar La Estrella, hoy desaparecido, gracias a una publicación que nos encontramos en redes sociales y que nos da información sobre su menú de hace más de cien años.
Situado en la calle Arco del Consuelo número 5, donde hoy se alza un bloque de pisos, La Estrella fue un icono en la zona de las tascas de Jaén. Este establecimiento, regentado por Manuel Fernández Juárez, atraía a una clientela fiel gracias a sus económicos precios y a la calidad de sus tapas. En la época, el tapeo no solo era una actividad gastronómica, sino también una forma de socializar y disfrutar de los sabores de la tierra.
En La Estrella, el menú ofrecía una variedad de tapas y platos que hoy consideraríamos tradicionales, de la cocina más casera posible, donde predominaban las recetas de lo que se ha venido llamando casquería: lengua, riñones, criadillas y sesos. Estos son algunos ejemplos de lo que podía encontrarse:
El precio incluía pan y vino, haciendo de estas tapas un auténtico lujo asequible para la mayoría de los jiennenses, que veían en una escapada a La Estrella el momento perfecto para comentar la última jornada con el vecino mientras se llevaba algo al buche de calidad.
Uno de los atractivos de La Estrella era su menú del día, que por 3 pesetas ofrecía un almuerzo completo compuesto por tres platos, pan, vino y postre. Este formato, hoy común, era en aquel entonces una muestra de modernidad y practicidad, adaptándose a las necesidades de una clientela diversa.
Otra peculiaridad de este bar era que cada vaso de vino venía acompañado de un aperitivo variado. Además, la copa de aguardiente también se servía con un pequeño tentempié, una práctica que pone las bases de la experiencia del tapeo y demuestra el esmero del servicio, algo que todavía permanece en la atención que puedes recibir en cualquier bar de la tierra, pues no hay bebida sin su tapa.
Aunque La Estrella ya no existe, la tradición de las tascas sigue viva en Jaén. Tabernas como El Gorrión, La Manchega o La Barra han tomado el relevo, manteniendo el espíritu de un tapeo que aúna la autenticidad de los productos locales con la calidez de los espacios familiares.
En el contexto histórico de hace un siglo, el tapeo no solo era una actividad social, sino también una forma de adaptarse a las necesidades económicas de la época. Los precios, aunque bajos para los estándares actuales, representaban un esfuerzo medido para atraer a una clientela amplia, desde trabajadores hasta comerciantes y viajeros.
En definitiva, recordar cómo era tapear hace un siglo en Jaén es un ejercicio de memoria histórica que nos permite valorar aún más esta aplaudida tradición que no tiene visos de terminar, para suerte de clientela y dueños de negocios. Porque, aunque cambien los precios y las tapas evolucionen, el espíritu del tapeo sigue siendo el mismo: compartir, disfrutar y celebrar los sabores de la vida.
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