Estados Unidos sin Europa
Estados Unidos sin Europa
Para el autor, no hay que quitarle gravedad a lo dicho y a lo hecho por Trump, pero tampoco debemos arrastrarnos por la melancolía
SI en algo coinciden casi todos los analistas de los nuevos discursos de Trump y de las indagaciones de sus primeras acciones es en la reaparición, en la escena internacional, del unilateralismo, que podrá llevar, sin duda, a una autarquía, con el empobrecimiento que ello reportaría, y a la recuperación de los intereses particulares, aunque sean comunes, abandonando la lucha frente a los peligros y amenazas que se ciernen contra los intereses generales de la comunidad internacional.
No hay que quitarle gravedad a lo dicho y a lo hecho por Trump: retirada de Estados Unidos de la OMS, retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, el regreso a la producción masiva de gas y petróleo frente a la producción de energías renovables, la presión política a través de aranceles ignorando sus obligaciones en el marco de la OMC, las amenazas contra Panamá, Groenlandia, Canadá o México. Pero no debemos dejarnos arrastrar por la melancolía.
Los estudios de la mayoría de los analistas han utilizado un método equivocado, en mi modesta opinión. Lo han visto como un emperador que ha vociferado, creyéndose inmune, por todopoderoso, dejándose llevar por el miedo, y esto es un error que ya han cometido muchos imperios a lo largo de la historia. Incluso en la historia reciente, tenemos ejemplos del fracaso de estas políticas invasivas.
No voy a recordar, como han hecho muchos, el periodo de entreguerras, sobre todo, los años 30, en los que se estaban reorganizando las grandes potencias de la época. Ni siquiera voy a recordar a los periodistas y los tertulianos, que también los había, desacreditando a la Sociedad de Naciones por su inoperancia, de la misma manera que hoy, Trump y los trumpistas desacreditan a la OMS o a otros organismos del sistema de Naciones Unidas, si no, al mismo corazón de la ONU. La realidad posterior fue que el primer acto global de la posguerra fue la creación de la ONU como sucesora necesaria de la Sociedad de Naciones.
El hecho de que haya habido unos pocos jefes de Estado o de Gobierno, incluso europeos, jaleando las ideas de Trump, podrían recordar al citado periodo de los años 30. Puede que haya discursos y acciones que sean de consumo interno, pero su trascendencia internacional no debería preocuparnos, salvo que tenga consecuencias.
La presidenta de la Comisión Europea ha estado tardíamente acertada, poniendo los puntos a las íes. Es verdad que ni la Alta Representante de la Política Exterior de la UE ni el presidente del Consejo de la UE se han tomado en serio las amenazas y las acciones de Trump. Fue lo mismo que sucedió en los años 30. Quizás, incluso, vendamos a algún amigo, como se hizo con España durante la guerra civil.
Si me gustaría pensar que Europa, la suma de la UE y otros, puede reforzar nuestra seguridad y defensa (quizás bastaría luchar de verdad contra la corrupción, de forma decidida). Es tan obvio que debemos invertir en seguridad y defensa que no es necesario que nos lo diga Estados Unidos, pero Estados Unidos debe saber que Alemania también estaba armada hasta los dientes y se consideraba inmune.
Estados Unidos ya ha recibido ataques armados en su propio territorio (Torres Gemelas en Nueva York) y esos ataques duelen mucho. Mejor, mucho mejor, tener aliados y los aliados naturales de Estados Unidos son Europa y América Latina. De estos dos grupos, sin duda, el que puede tener un poder global es Europa, incluso, en este caso, la UE. El resto son poco fiables, poco eficaces o mucho más costosos: la India, Japón, Marruecos…
Es verdad que la Commonwealth tendría el corazón dividido por las declaraciones de Trump sobre Canadá. ¿Qué van a hacer el Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda?
Cuando hablo de aliados no sólo estoy pensando en temas de seguridad, sino alimentaria, comercial, científica, etc. etc.
Estados Unidos y la UE no disponen de un acuerdo de libre comercio y tienen disputas muy importantes como la arancelaria entre Boeing y Airbus, los servicios digitales y el déficit de la balanza de pagos. Y eso debe resolverse con negociaciones y con diálogo.
Sin embargo, en tiempos revueltos, otros actores pueden ofrecer sus bienes y servicios. Ya lo hacen Rusia y China en África, incluso en América Latina, ¿por qué no se podrían encontrar espacios de colaboración entre estos actores globales si los aliados europeos se sienten desatendidos, atacados…?
Estados Unidos lleva mucho tiempo mirando a Asia, pero esa estrategia no le está siendo tan útil como creía porque, salvo la India, que en sí mismo es un continente y se está limitando ahora mismo a crecer y a hacerse imprescindible para hacer de contrapeso a China, no encuentra aliados militares de peso, ni socios comerciales, salvo que quiera considerar su aliado militar y socio comercial a Corea del Sur.
Por todo ello, considero que en Europa debemos contribuir mucho más a la seguridad y defensa del continente y del mundo, pero también debemos exigir no ser ninguneados, incluso de tener voz propia en la gobernanza global, como un actor decisivo.
Estados Unidos debe ser un aliado estratégico, pero sin superioridad, más allá de la que da su propia riqueza, su propia estructura militar o su propia capacidad de incidir en la política internacional. En este sentido, la UE es un ejemplo maravilloso. Hay Estados muy potentes como Alemania o Francia, otros medianos como Italia, España o Polonia, pero hay otros muchos pequeños que contribuyen a la seguridad y a la prosperidad común. Todos somos útiles, incluso necesarios, pero nadie imprescindible. Lo saben bien los que han sido imperios.
Por tanto, Estados Unidos y Europa se necesitan pero, si se quieren forzar voluntades, se corre el riesgo de que se cambie de bando. Esto durante el siglo XIX se llamó el balance of power, que provocó alianzas antinaturales. ¿Es lo que ansía Estados Unidos o los estrategas le enseñarán a Trump la realidad de la política internacional, empezando por explicarles que España no forma parte de los BRICS? Espero mucho de los internacionalistas norteamericanos para que le den clases, incluso gratuitas, a Trump.
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