Tres proyectos emblemáticos para la arquitectura de Jaén que nunca fueron

PATRIMONIO

Repasamos algunas propuestas que nunca vieron la luz en la ciudad, como el mercado de San Francisco, el diseño de la Plaza de Toros que acabó en Mérida o el trazado barroco de la Iglesia del Sagrario

Estos son los cinco grandes proyectos inacabados para el futuro de Jaén

Imagen actual del Sagrario, el Mercado de San Francisco y la Plaza de Toros de Jaén.
Imagen actual del Sagrario, el Mercado de San Francisco y la Plaza de Toros de Jaén.

Jaén/No es lo mismo lo que se traza sobre el papel que lo que se termina alzando sobre la tierra. En el plano arquitectónico, nunca mejor dicho, cualquier detalle puede someterse al cambio a medida que surgen los problemas. Por ello mismo, imaginar una ciudad diferente a la que hoy conocemos es posible gracias a esos proyectos que plasmaron un pensamiento con la tinta pero que nunca llegaron a ser. En realidad, los tres edificios que mencionamos a continuación sí que han terminado construyéndose, si bien el resultado final de su aspecto poco o nada tiene que ver con el boceto que fue planteado en su momento.

Cualquiera que conozca lo más mínimo la capital jiennense podría señalar como edificios emblemáticos tanto la catedral como el castillo de Santa Catalina. En un 'skyline' más diverso podrían tener acogida otras muchas construcciones sobresalientes del casco antiguo. Incluso, de haberse cumplido el planteamiento inicial, existen tres ejemplos paradigmáticos que podrían constituir toda una referencia para la ciudad si hoy permaneciesen inalterables. Ya sabemos que en la historia de Jaén se han dado continuos casos de expolio y destrucción absoluta en el patrimonio local...

El señorial Mercado de San Francisco

Se trata de uno de los principales lugares de paso para muchas familias jiennenses. El mercado de San Francisco, a espaldas del palacio de la Diputación Provincial, fue construido a mediado del siglo XIX sobre las huertas del antiguo convento de San Francisco. Según contaban hace unos meses desde la cuenta Conjunto Histórico de Jaén, existen documentos de 1849 que explican la cesión de dichos terrenos por un coste de 26.000 reales, así como la aprobación del presupuesto total para la construcción de su plaza de abastos, una fuente y caños de agua potable por 784.528 reales. "En estos documentos también se habla del gran molino aceitero que existía en la calle Álamos", añaden.

El proyecto original para el mercado de abastos ofrecía una imagen señorial a base de arcos, balcones y galerías que, desgraciadamente, nunca llegaron a ejecutarse. Se edificó en su lugar un edificio más modesto, de planta rectangular y concebido como un gran patio con ventanas en su planta alta. Por otro lado, en la planta inferior se situaban los puestos bajo porches sostenidos "por delgadas columnas de fundición". En su centro existía entonces una fuente alimentada por el manantial de la Plaza de la Audiencia y su puerta principal se situaba en la calle Joaquín Tenorio.

A pesar de que las obras del mercado no se completaron hasta entrado el siglo XX, el complejo desapareció en la década de los 70 y fue duramente reformado, tal cual ha llegado a nuestros días. De su antiguo aspecto se conserva tan solo el muro occidental, ocupado por un núcleo de viviendas en la calle Álamos, en la denominada Puerta de Santa Ana. De haberse mantenido su concepción original, casi con toda probabilidad conservaríamos uno de los mercados más señoriales de la comunidad andaluza.

Una plaza de toros colosal

Para los amantes de la tauromaquia es probable que la actual Plaza de Toros se quede algo ajustada en cuanto a diseño. Lo cierto es que el actual tendido fue inaugurado en 1962 junto al conocido parque de la Alameda. Esta obra del arquitecto Antonio María Sánchez se construyó sobre los restos de una antigua plaza de los hermanos Cámara de 1847. Así, el recién estrenado Coso de la Alameda lograba dar cabida a un aforo de 10.500 personas.

No obstante, existió anteriormente un emblemático anteproyecto con un trazado arquitectónico de gran belleza. Por distintos avatares, esta idea terminó haciéndose realidad en la ciudad de Melilla, cuya plaza fue construida en 1946 e inaugurada oficialmente tan solo un año después. Teniendo en cuenta este boceto, tal y como señala José Luis Marín, existen notables variaciones en su aspecto: la portada principal, por un lado, y el palco de la Ciudad Autónoma, por otro. Además, este experto del mundo taurino apunta la existencia de una maqueta de la misma en el Club Taurino Tendido 1.

Debió de alargarse más de la cuenta la construcción de la plaza jiennense, ya que en 1959 surgió un nuevo proyecto que incluía locales comerciales en los bajos de los tendidos. Finalmente, terminó ejecutándose el edificio que hoy conocemos, un tendido que logró ostentar varios hitos a lo largo de su historia. En 1971 se celebró en este coso la llamada "Corrida del Siglo", televisada en color al mundo entero. Asimismo, en 1998 se convertía en la primera plaza de toros cubierta de Andalucía, una ventaja que acabó perdiendo como consecuencia de los fuertes vientos que azotan a Jaén.

El proyecto barroco del Sagrario

Muchos jiennenses conocerán el hecho de que el terrible terremoto de Lisboa de 1755 afectó a la edificación de la catedral de Jaén, especialmente en su muro lateral izquierdo. Con el interés de reforzar la estabilidad del ángulo nororiental del conjunto, el cabildo catedralicio decidió emprender la construcción de una capilla del Sagrario aun cuando el propio templo se encontraba inconcluso en su interior. Con cierta premura, al año siguiente fue presentado un primer proyecto de la mano del presbítero y arquitector Alfonso Castillo de Monturque. Su planta elíptica contaba con un exuberante alzado de hasta 11 altares y graciosos campanarios sobre el tambor de su cúpula.

Este planteamiento inicial fue señalado como "el más delirante barroco castizo" por Pedro Galera, importante promotor de la arquitectura en la diócesis y acorde con el gusto del obispo de la época. Aquel gusto por el barroco responde a un movimiento social y al patrocinio particular del benedictino fray Benito Marín. "Pensemos que por esas mismas fechas se estaban ornando las espléndidas y sorprendentes capillas catedralicios de los Dolores y de San Miguel Arcángel y se realizaba el brillante conjunto de retablos que orna la basílica de San Ildefonso", apunta José Joaquín Quesada.

Imaginar hoy estas líneas en la fachada de la catedral resulta un ejercicio complicado. Quizá por esta misma razón desde la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, denostaban en cierta manera la estética barroca a favor de los valores y las proporciones más cercanas a la antigüedad clásica. Así pues, el obispo fray Benito Marín y los canónigos de la catedral claudican ante el dictado de la Academia y encargan una nueva propuesta a su director, Ventura Rodríguez.

Es de esta manera como llega hasta la capital jiennense el proyecto neoclasicista que conservamos en la actualidad. Su interior, con un gran juego de luces y una clara influencia de Bernini, respetó al máximo la obra de Vandelvira a la que vez que introdujo nuevos elementos. El resultado concluyó en 1801, cuando el sobrino del entonces académico, Manuel Martín Rodríguez, logró resolver esta afrenta legada a toda la ciudad.

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