Las cabañuelas: "Si no influye demasiado el cambio climático debería de llover en Jaén a partir de octubre hasta diciembre"

EL TIEMPO

Ramón Raya, desde los campos de Huelma, estudia las cabañuelas y canículas y pronostica un inverno con ciertas lluvias aunque sujeto a posibles inestabilidades

Estos métodos tradicionales de predicción meteorológica se basan en la observación y el análisis del comportamiento de la naturaleza y los propios seres vivos

Una fuerte granizada sorprende a los conductores este mediodía en la A-44, a la altura de Pegalajar

Campo de olivos.
Campo de olivos. / S.I.

La adivinación es un arte por el que numerosas culturas han desafiado la barrera entre lo lógico y lo místico a lo largo de los siglos. Con el desarrollo del método científico, ese salto de comprensión para justificar lo que está por venir ha acabado tornándose en una realidad más cercana al estudio de los valores y las métricas obtenidas. Ante todo, pronosticar el tiempo atmosférico es una tarea que está sujeta a una variabilidad tan inestable que a menudo resulta poco certera incluso en el caso de las grandes agencias de meteorología. Quizá por esta misma razón, con más o menos base científica, todavía hoy perviven algunos métodos tradicionales en los que es la propia naturaleza la que advierte de un comportamiento sujeto a las predicciones.

Ramón Raya pasea por el campo con la mirada más propia de un lince y el olfato de un ratón. Comprueba las raíces de los árboles y palpa la humedad que se esconde bajo las piedras, acciones tan indiferentes que para su experiencia sirven de auténtica pista para hacer sus cábalas.

"Las cabañuelas son 12 días de estudio y las canículas otras 12, aunque estas últimas son más fiables", explica con el convencimiento de quien lleva años utilizando este conocimiento. Este vecino de Huelma conoció el método de las cabañuelas a través de su padre y su abuelo, cuyas pesquisas ya anotaba él con cierto interés desde pequeño.

Para entender este método tradicional de predicción meteorológica conviene aclarar que funciona sin base científica, únicamente a través de la observación del clima en determinados días del año como indicador de los siguientes meses. Confiar o no en este proceso está sujeto a tantas interpretaciones como podría estarlo un dogma religioso, si bien en este caso debemos atender a un criterio algo más personal. El caso es que, tal y como aclara nuestro cabañuelista, incluso este tipo de métodos están influenciados por el propio cambio climático.

Un invierno con aparente presencia de lluvias

Aún con el veranillo de San Miguel a la espera en el horizonte nada parece apuntar a que el verano haya llegado a su fin. Si bien en las últimas semanas el parte de la Aemet ha bajado considerablemente las alertas por altas temperaturas, las horas centrales del día continúan ofreciendo cifras oportunas para muchos de los que escogen sus vacaciones en este mes de septiembre.

Ramón ha recogido en una carpeta sus estudios con especial predilección hacia lo obtenido en las canículas, un término que tiene su origen en una constelación y que se sitúa en la temporada de mayor calor en el hemisferio norte. Según él, "es prácticamente lo mismo que las cabañuelas, pero los viejos decían siempre que eran más de fiar".

De acuerdo con este criterio más añejo, su previsión apunta a que a partir de septiembre deberían de aparecer las primeras lluvias. "Si no influye demasiado el cambio climático debería de llover en la provincia de Jaén entre octubre y diciembre", expone. En ese baremo entre un método y otro, este huelmense apunta cómo las cabañuelas no han "pintado" lluvias aparentemente y las canículas, por el contrario, sí. "Esperemos que se equivoque y llueva, porque hace mucha falta".

Ramón Raya observa el comportamiento del campo para su estudio.
Ramón Raya observa el comportamiento del campo para su estudio. / R.R.A.

En esa observación paciente de la naturaleza, Ramón nos cuenta algunos de sus secretos para comprender la situación a nuestro alrededor. Durante 24 días realiza una atención continuada del cielo, los hormigueros, las retamas o incluso la humedad que albergan las piedras. "Cuando hay una columna muy larga de hormigas es generalmente porque están almacenando comida para el invierno, porque éste se prevé bregoso", explica. En este mismo sentido, señala cómo la presencia de numerosas avispas este verano responde a la escasez de precipitaciones, entre otras razones.

¿Cómo será 2025 en términos meteorológicos?

Ramón ni siquiera se atreve a pronosticar el tiempo del próximo año, pues insiste en que en estos últimos años dependemos en una mayor medida del cambio climático, "una realidad que está ahí". Mientras que la previsión de las canículas en estos últimos meses hasta diciembre es positiva, "es posible que la de marzo sea negativa o que no llueva nada", adelanta. De ser así, tendríamos un inicio de la primavera algo más seco que el de este último año, en el que los cofrades recibieron las consecuencias en una Semana Santa de tórridas lluvias. No obstante, la del próximo año tendrá lugar a mediados de abril, por lo que ya se sabe el refrán: "En abril, aguas mil".

Es evidente que el cambio climático interfiere de forma importante en cualquier pronóstico, lo que hace aún más difícil acertar de lleno. "El año pasado pronostiqué lluvia en marzo y abril y cayeron más de 200 litros", apunta Ramón al respecto. Desde la Agencia Estatal de Meteorología, por ejemplo, ya establecen un criterio de probabilidades respecto al próximo trimestre. Entre los datos publicados, conviene destacar una temperatura media cálida en casi toda la península.

Probabilidad de precipitaciones hasta noviembre de 2024.
Probabilidad de precipitaciones hasta noviembre de 2024. / Aemet

De una u otra manera tendremos que resolver el dilema con cierta improvisación. Al menos, desde el sector agrícola reciben una nueva campaña algo más favorable gracias a las lluvias acumuladas hasta mitad de año. ¿Tendremos un 2025 más húmedo de lo normal?

stats