Sánchez y el Séptimo de Caballería

EN LINEA

Pedro Sánchez preside la reunión interministerial en Valencia.
Pedro Sánchez preside la reunión interministerial en Valencia. / EFE/Manuel Bruque

Me creo más al presidente cuando habla en inglés, en castellano le cojo los matices, interpreto sus silencios y hasta creo saber lo que pasa por su cabeza. Ahora que vamos, otra vez, hacia el imperio, el inglés debería entrar en la Cámara bajuna, así comprobaríamos el nivel medio-alto hispano de nuestros prebostes. Además, en la lengua de Shakespeare nos parecería menos chabacano lo que allí se cuece y, sobre todo, sintonizaríamos “mejor” con el césar de tupé imposible y con estribillos “reguetonianos”, mucho más fáciles que los de Elvis, que en paz descanse, aunque hay quien dice que todavía canta. 

Quizá en inglés, Sánchez, en modo Sinatra, se entienda mejor con sus variopintos socios de gobierno. La mayoría de progreso es un sortilegio que se repite con inequívoca convicción, pero que tiene más de realismo mágico que de relato político al uso. Pero, sigue cantando: “A mi manera/My way”.

Aquí se negocia hasta por dónde sale el sol.  A esta alambicada y desunida tropa que lidera Pedro Sánchez le ocurre como al Séptimo de Caballería, es más la glorificación de las supuestas gestas que las batallas ganadas en sí. El presidente, como el coronel Custer, tiene a su tropa estresada, cansada de tantos frentes abiertos. Su liderazgo férreo consigue, no obstante, doblegar a la débil disidencia interna, caen los candidatos en el último suspiro y avanzan los elegidos por el coronel y sin necesidad de primarias, oiga.  

Mientras tanto, andan mandos intermedios y afines a la causa desnortados porque nunca saben a carta cabal si la lucha es contra los indios sioux, cheyennes y arapahoes. Es que un día los tienen sentados como socios respetables en el hemiciclo, otros negocian y se fuman la pipa de la paz con el jefe de la tribu, Puigdemont, sin plumas y, el tercero, arremeten contra ellos, eso sí, sin artillería pesada.

Este último regimiento socialista parece llamado para la gloria efímera de “aguantar” y cuando se cuestionan o, incluso, se apropian del legado del partido, intentan convencer a la tropa de que el socialismo es esto y que no tienen alternativa alguna. Pero hubo batallas ganadas antes por el socialismo patrio y quedarán otras cuando el sanchismo sea historia. 

La gloria de Custer se glosó en “Murieron con las botas puestas”, aquí sólo se ha llegado a algún documental edulcorado para mayor gloria del líder, pero todo se andará. Los historiadores aseguran, más allá de la fábrica de ficción peliculera, que tras la última batalla perdida de Custer le siguió una estampida sin orden ni concierto (como gatos en una matanza), sin honor alguno. Mas, en el Oeste, cuenta siempre la leyenda, eso, al menos, decía la película.  

stats