Ruta para conocer algunas de las murallas más interesantes de la provincia de Jaén
HISTORIA
Te proponemos un pequeño recorrido para identificar los vestigios amurallados más destacados dentro y fuera de la capital
Localizan las antiguas almenas de la Muralla Norte de Jaén: los primeros muros son de época Califal
La muralla de Jaén aguarda su restauración completa para salir de la Lista Roja
El Castillo Nuevo de Bedmar convoca su VII campo de voluntariado en arqueología para este verano
La provincia de Jaén presume, entre otras muchas cosas, de concentrar el mayor número de fortificaciones y castillos de toda Europa. Y entre tanta fortaleza, sus murallas de defensa constituyen todo un atractivo para los verdaderos amantes de la historia. Las leyendas propias de las series de fantasía se hacen aún más palpables con estos ejemplos de la arquitectura medieval, e incluso de épocas mucho más remotas. Por ello mismo, desde Jaén Hoy queremos hacer un recorrido por algunos de los recintos amurallados más emblemáticos de la provincia. ¿Los conoces todos?
Antiguas murallas de la ciudad de Jaén
Las murallas de Jaén son, casi con toda probabilidad, el mayor exponente de la evolución y expansión de la ciudad en el devenir de los siglos. Si bien la mayor parte de sus lienzos y puertas fueron destruidas con la reurbanización de algunos barrios, los jiennenses aún pueden reconocer algunos de sus muros en el trazado de sus calles y rincones: es el caso de la Puerta de Baeza, en plena judería, el Torreón de los Condes de Torralba en la Carrera de Jesús o el lienzo existente junto al Teatro Infanta Leonor (antigua Puerta de Aceituno).
Sin duda uno de los rincones más emblemáticos de esta antigua muralla es la llamada Puerta del Ángel, que conforma un conjunto patrimonial excelente con el convento de Las Bernardas y la Alameda de Capuchinos. Este pórtico construido en torno a 1646 funcionaba como puerta de entrada a la capital y actualmente es la única que se conserva de aquel antiguo recinto amurallado.
La sillería de esta muralla de origen romano y posterior uso árabe y cristiano queda mucho más visible en los lienzos y torreones aún presentes en la ladera del cerro de Santa Catalina. Recientemente, gracias al esfuerzo y la presión de numerosos colectivos en defensa del patrimonio, han conseguido sacar estos paños de la antigua muralla de la temida Lista Roja. No obstante, queda mucho trabajo por delante para terminar de poner en valor este recinto que asciende hasta el castillo en un complejo estado de conservación.
Restos de una muralla íbera en Marroquíes Bajos
La principal zona de expansión de la capital jiennense aguarda bajo su suelo todo un reflejo de su pasado. Sin embargo, la dejadez política y la desidia social han terminado por sepultar muchos de sus vestigios bajo el hormigón de los edificios que conforman el Bulevar. En el yacimiento hallado entre las calles Federico Mayor Zaragoza y el Paseo de España fue localizado uno de los recintos amurallados más interesantes del periodo Calcolítico, lo que supone más de 4.000 años de antigüedad.
Su ubicación, a pesar de todo, está destinada a albergar la construcción de la futura Ciudad de la Justicia. Precisamente por ello habrá que ver si las autoridades competentes son justas y respetuosas con el entorno y su importancia histórica.
Murallas de Baeza
Las antiguas murallas de la ciudad Patrimonio de la Humanidad cuentan con una amplia trayectoria de uso y disputa de su recinto entre musulmanes, almohades y cristianos. El perímetro de sus defensas llegó a ocupar unos 2,5 kilómetros con hasta 53 torres, incluyendo el alcázar. Probablemente uno de los rincones más emblemáticos de Baeza sea la Puerta de Jaén, junto a la Plaza del Pópulo. Fue en 1526, con motivo de la visita de Carlos I cuando le fue adosado el Arco de Villalar, de diseño apuntado y almenado y una moldura triple con sendos escudos. Recorrer el trazado de estos antiguos muros de defensa es otra de las razones para perderse en el encanto de las calles baezanas.
Muralla de Úbeda
La muralla ubetense discurre por el casco histórico de la ciudad con la imponente silueta de un recinto defensivo espectacular. Aunque llegó a contar con hasta nueve puertas de acceso, fue tristemente enajenada a partir de 1821, lo que supuso la pérdida irreparable de su Puerta de Toledo. En la actualidad se conservan algunos de aquellos pórticos, como la Puerta del Losal (de estilo mudéjar), la Puerta de Granada o la reconstruida de Santa Lucía, que conduce a un amplio mirador de la campiña. También algunos de sus torreones más insignes desafían al tiempo: es el caso de la Torre del Reloj, en la plaza de Andalucía, cuyo templete renacentista alberga la campana de bronce más antigua de la ciudad (1574). El bagaje histórico de Úbeda constituye una apuesta singular para el turista interesado en viajar al pasado con un simple paseo.
Muralla de Sabiote
La villa de Sabiote goza de una rica historia de litigios y nuevas conquistas que conformaron el trazado de su fortaleza, una de las más inexpugnables de su tiempo. De la muralla de esta localidad se mantienen en pie actualmente solo dos tercios, así como dos de las seis puertas que tuvo. Por desgracia, a muchos de los tramos de su antiguo recinto amurallado se le terminaron adosando viviendas con el paso del tiempo.
Uno de los paños que mejor se conserva es el que acaba en la Puerta de los Santos, con un arco de medio punto sobre el que se levanta un lienzo de mampostería, rematado por merlones muy bien conservados, y unido a un cubo de planta cuadrada rematado también por merlones. Por otra parte, también subsisten algunos restos de aquel perímetro original, como la Puerta de Granada o algunos de los torreones que la jalonaban, entre el Paseo Gallego Díaz y el Pasaje de los Torreones.
Muralla de Quesada
Debido a la ubicación medieval de esta villa en la cima de una loma, se convirtió en un lugar propicio para la construcción de un pequeño alcázar. Alrededor de esta fortificación y las pendientes que rodeaban sus murallas, se desarrollaron las primeras manzanas de viviendas, mientras que en los alrededores se extendían los barrios exteriores.
A nuestros días ha llegado el conocido como Arco de los Santos o del Señor, construido en el siglo XIV. Se trata de un arco apuntado de cantería con dovelas y salmeres, en cuya jamba derecha aparece una estela funeraria romana dedicada a la sacerdotisa Caia Rufina. En su parte interior, presenta un arco de medio punto de ladrillo con bóveda de medio cañón.
Asimismo, en Quesada aún se conservan fragmentos de murallas construidas en mampostería que datan de los siglos XIII y XIV, principalmente en las calles de El Cinto, Alcázar, Alcaldía, Paseo de Santa María, Mirador de Camilo José Cela y la plaza de la Lonja. Todas ellas son solo algunas de las huellas que podemos apreciar hoy del pasado medieval de esta villa del Alto Gualdalquivir.
Muralla de Alcalá la Real – Fortaleza de La Mota
Hablar de fortificaciones y murallas de la provincia de Jaén sin pararse en Alcalá la Real es prácticamente imposible. La Fortaleza de La Mota supone en sí misma un referente en estas construcciones de defensa por su disposición y su conservación hasta nuestros días. Datada de época nazarí (siglos XIII-XIV), el paso del tiempo ha terminado por otorgarle el aspecto que hoy conocemos, fuertemente dañada tras la ocupación francesa y la Guerra Civil española.
De sus murallas podemos destacar que quedan escasos restos en pie en la actualidad. Los expertos, no obstante, señalan que esta pudo estar inicialmente construida con tapial y argamasa, aunque parece ser que fue remodelada entre los siglos XIII-XIV, revistiéndola de muros de mampostería. Sea como fuere, la imponente silueta de estas antiguas edificaciones coronando la actual ciudad, responde a una estampa propia de cualquier escena de cuento.
Muralla de Iznatoraf
La muralla de Iznatoraf era una imponente fortificación de la que hoy podemos contemplar dos fortines y cinco puertas. Una de ellas es el arco del Pozo de la Nieve, situado en la calle Cava; mientras que otra se encuentra en la plaza del pueblo, junto a la iglesia de la Asunción, llamada puerta del Arrabal. Su trazado musulmán, construido sobre asentamientos anteriores, contaba con hasta once fortines y nueve arcos en su momento de mayor esplendor.
Tras la Reconquista y la pérdida de interés del municipio como bastión defensivo, la pujanza de la economía local llevó a los vecinos de Iznatoraf a abandonar la protección de las murallas e instalarse por los alrededores. El abandono del castillo en el siglo XVII propició a que sus sillares fueran reutilizados para construir casas.
Muralla urbana de Beas de Segura
Si bien hoy apenas quedan restos visibles, la antigua fortaleza medieval de Beas de Segura estaba organizada en torno a tres anillos amurallados bien diferenciados, cada uno con su función específica: el primero con el propio alcázar del castillo, un segundo formado por la muralla de la alcazaba y sus cuatro torres defensivas, y un tercer anillo con barbacanas y antemuros para otorgar una protección adicional.
Los únicos vestigios que quedan de ese antiguo castillo son algunos tramos de las murallas en el flanco norte, incluida la Torre del Reloj, que presenta los restos de una espadaña y una puerta falsa. Los estudios apuntan a que su estructura pudo ser de origen musulmán y construida en tapial de calicanto, lo que sería profundamente restaurado en el periodo cristiano.
Muralla almohade de Andújar
Con un perímetro de forma trapezoidal y hasta 12 puertas, el recinto amurallado de Andújar de origen almohade pude ser construido en torno al siglo XII. Se trataba de una población estratégica que controlaba el paso al valle del Guadalquivir, por lo que debió de tener una señalada fortificación junto al río.
Por desgracia, del trazado original de sus murallas apenas se conserva un 5%, pues parte de sus muros fueron recubiertos con sillería en el siglo XV. Con el propio crecimiento de la ciudad, estos se fueron adosando las nuevas casas hasta el punto de que hoy solo quedan visibles algunos torreones como el de Fuente Sorda o de Tavira y el lienzo intermedio del callejón de Silera, entre otros espacios.
Muralla urbana de Martos y Torres
La disposición orográfica de la ciudad de la Peña otorga una belleza encantadora a sus calles, tanto que no es difícil imaginar un pasado rico en historia y fortalezas infranqueables. Del recinto amurallado que rodeaba la villa, aún se conservan algunos restos visibles en la parte alta de la ciudad. Hablamos de rincones emblemáticos como la Torre Almedina, la Torre del Homenaje, la Torre Albarrana, o el imponente castillo de la Villa. De sus murallas apenas quedan unos lienzos o la torre que sostiene el campanario de la Virgen de la Villa, entre otros.
En algunos casos estos muros de mampostería constituyen hoy muros de contención de diferentes huertos y terrazas de este arrabal histórico. Por otra parte, otros muchos se encuentran integrados en la calle Los Espinos, San Bartolomé, Motril, Campanario Bajo, e incluso en el interior de algunas viviendas de General Canis.
Muralla ciclópea de Torredelcampo
El origen del actual municipio de Torredelcampo está muy relacionado con los antiguos pobladores del oppidum ibérico existente en el Cerro Miguelico. Este asentamiento, tras sufrir una profunda crisis entre los siglos I y II d. C., es abandonado parcialmente trasladando parte de su población a lo que hoy es la localidad torrecampeña.
El yacimiento de este conocido cerro presenta hasta tres ocupaciones diferentes: una ibérica, de mediados del siglo VI y principios del V antes de Cristo; íbero-romana, del último cuarto del siglo I antes de Cristo y primera mitad del siglo I después de Cristo; y una última fase musulmana, ya entre los siglos IX y X. Destaca entre todas estas un imponente lienzo de muralla ciclópea en los sectores occidental y meridional del yacimiento: de unos 6 metros de altura por 20 metros de longitud, posiblemente del siglo I después de Cristo.
A pesar de su aparente mal estado de conservación casi olvidado, se sabe que la longitud de dicha muralla se extiende más allá de la ermita de Santa Ana, aunque dichos restos no han sido investigados. Además, se llegó a documentar una fortificación del siglo VI a.C. con bastiones semejantes a los de la Plaza de Armas de Puente Tablas.
Muralla ciclópea de Ibros
Fechadas entre los siglos IV y II a.C., las murallas ciclópeas de Ibros tienen un inapreciable valor arqueológico. Se ubican en la zona norte del casco urbano y en una de sus cotas más bajas, integradas en el propio casco urbano. Desde el punto de vista estratégico resulta un emplazamiento totalmente lógico, puesto que defendía la zona más vulnerable y más cercana a los cauces de agua.
Dicha muralla pertenece a la arquitectura defensiva militar, ya que en su función circundaba, al menos, una parte del perímetro del poblado. También define su nombre el carácter y las dimensiones de su aparejo, consistente en grandes bloques pétreos que han sido trabajados para mejorar su acople.
Actualmente sólo se conserva una esquina de estos muros, capaz de otorgar una visión espectacular de la construcción con sus grandes piedras sin argamasa que llegó a suponer en su día. Llaman sin duda la atención sus enormes sillares de casi cuatro metros de longitud y más de metro y medio de espesor perfectamente ensamblados.
Recinto amurallado de Arjona
La Arjona musulmana contó en tiempos pretéritos con una importante alcazaba con castillo, mezquita, aljibe y palacio. Su recinto amurallado, de época almohade y reformada durante la conquista cristiana, constaba de unos 22 torreones y dos torres albarranas. A nuestros días ha llegado una muestra de esos paños y el antemuro de defensa en el Paseo de los Mártires. Dichos restos fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1985.
Sin duda, quedan muchos otros ejemplos en el tintero que darían para una enciclopedia. Aunque, de entre todos los castillos y fortalezas de la provincia sobresale sin lugar a dudas el de Baños de la Encina, considerado uno de los más antiguos de Europa. Ante esta larga lista, ¿quién duda de que Jaén es un auténtico bastión desde tiempo inmemorial?
No hay comentarios