"El agua nos llegó a los dos metros y hubo casas en las que subió un poco más"
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Los vecinos cuentan cómo vivieron la inundación de 1996 y los rescates que se vivieron en horas angustiosas
La riada que destrozó Los Puentes de Jaén en 1996, en imágenes
Jaén/Aún no se había llegado al mediodía pero se hizo de noche. Las nubes encapotaron el cielo y llovió, pero con una intensidad normal. Nada que hiciera prever lo que los vecinos de Los Puentes de Jaén estaban a punto de vivir aquel 15 de agosto de 1996. Mientras la mayoría de los jiennenses celebraban el día de la Asunción, disfrutando de su festivo, una tormenta descargó sobre Los Villares, y los ríos Eliche y Quiebrajano se desbordaron provocando una riada que arrasó con todo a su paso.
Coches arrastrados por la corriente, muros derribados, decenas de viviendas anegadas por el lodo y numerosas familias que tuvieron que ser socorridas por los servicios de emergencia ante una situación que rozó lo dramático. Alfonso Martínez Aguilar fue uno de los primeros bomberos en llegar al Puente de la Sierra y cuenta para Jaén Hoy que lo que se encontró al llegar “fue bestial”.
“Estábamos en el Parque de Bomberos nuevo, el actual, que se había inaugurado el 8 de marzo de ese mismo año y, al ser festivo, revisamos los vehículos y nos quedamos allí charlando cuando de repente aparecieron tantas nubes que se hizo de noche. Empezaron a llegar algunas llamadas por pequeñas incidencias en Jaén capital y fuimos en parejas pero llegó un mensaje desde la central y nos pidieron a todos que volviéramos. Una vez allí nos mandaron a todos al Puente de la Sierra”, explica sobre cómo se vivieron las primeras horas de unas inundaciones que hicieron que incluso aquellos bomberos que se encontraban de vacaciones volvieran a Jaén.
Se dieron cuenta de la gravedad de la situación antes incluso de llegar allí. “Un muchacho salió a nuestro encuentro en la carretera y nos avisó de que una familia había quedado atrapada en su casa. Fuimos tres compañeros hasta su chalet, agarrándonos de las vallas para que no nos llevara la corriente, y desde la verja hasta la casa tuvimos que nadar. Vimos que la familia estaba encima de las mesas y que habría un metro de agua en el interior de la vivienda. Tuvimos que cortar los hierros de una de las ventanas para sacar por allí a las seis personas que se encontraban en su interior”, detalla sobre el rescate de esta familia.
Pero hubo más. Recuerda que hubo personas que salieron de sus casas para tratar de poner a salvo sus coches y tuvieron que agarrarse a los árboles y a las verjas para que no se les llevara la corriente. “Era mi primera inundación y recuerdo que estuvimos varios días después ayudando a sacar los coches del río y a quitar barro”, rememora Alfonso Martínez, quien asegura que esta familia llegó a agradecerles el gesto, a él y a su compañero Antonio Martínez Quirós en una cena.
Lo peor estaba por llegar
Y pese a lo dramático del relato, nuestra siguiente protagonista tiene claro que pudo ser peor. Pilar Mudarra aún regenta la tienda que hay nada más pasar el puente y afirma que “hay que dar gracias”. “Hubo un vecino, Diego, que tenía un bar en Los Cañones y fue el que nos avisó. Nos llamó por teléfono y nos dijo que quitáramos a la gente del puente porque bajaba una tromba de agua que lo iba a pasar. Esa frase a mi no se me olvidará. Él estaba allí y vió lo que estaba pasando por su casa y gracias a eso pudimos decirle a la gente que se quitara”, cuenta sobre una llamada que pudo salvar vidas.
“Tuvimos la suerte de que hubo una riada pequeña y la gente se fue a Jaén. Hay que dar gracias a Dios por eso, porque si a nosotros nos llegó el agua a los dos metros hubo algunas casas en las que subió un poco más y eran de una planta. Podía haber sido una catástrofe y ahora ves lo que estamos viendo y vuelves a recordarlo todo. No se te olvida pero es algo para no acordarse”, prosigue en su relato esta jiennense que añade que, al ser el Puente de la Sierra una zona de segundas residencias, aquel día festivo y de verano, se encontraba especialmente ocupada.
Se refiere Pilar Mudarra a la suerte que tuvieron los habitantes de la zona porque por la noche llegó una riada aún peor, pero allí ya sólo quedaban aquellos que se quedaron intentando salvar sus enseres. “Nosotros tenemos un negocio y nos quedamos limpiando e intentando recuperar lo poquito que se había salvado por la mañana. Estábamos limpiando la tienda, estaba casi anocheciendo y tuvimos que cerrar y subirnos a la casa porque empezó a llegar agua y más agua.
Recuerdo que mi cuñado y mi marido quisieron quitar los coches y al volver de quitarlos casi se los lleva la riada. Tuvieron que agarrarse a un árbol y él se hizo una herida en la rodilla que le tuvo casi un mes sin poder hacer nada. El agua no venía del río, venía de la carretera. Hizo tapón en Los Cañones y reventó por todos sitios”, narra para Jaén Hoy sobre la angustia que vivieron durante aquellas horas.
“Fue horrible, una experiencia muy mala. Te ves en tu casa, impotente y viendo el agua pasar por todos lados sin poder salir. Y ves muchas cosas pasar por el agua. Coches, quioscos… Por aquí pasó de todo”, resume Pilar Mudarra.
Otra vez en 2008
A Alfonso Almazán la riada del año 1996 le cogió en plena Feria de Málaga, donde cayó tal aguacero que se le llegó a quedar parado el coche. Se dio cuenta de que su drama era menor cuando se levantó a la hora de comer y al encender la televisión vio a su tía Cristóbal atendiendo a los periodistas. “Me quedé flipando y me vine a Jaén. Al llegar lo que vi fue dantesco. Había montañas de cosas en las calles y el chalet de mis padres tenía un agujero en la pared. Mi madre cuenta que se hizo de noche en cinco minutos”, explica este jiennense sobre una catástrofe que dejó daños por valor de 64 millones de euros.
Lo que no se podía imaginar entonces es que 12 años después, y ya con una casa en propiedad en el mismo Puente de la Sierra, tendría que volver a pasar por aquella pesadilla. “Recuerdo que fue un miércoles y que estuve cenando con unos amigos. Por la mañana ya me avisó mi padre y cuando fui ya estaba la Guardia Civil allí. La riada se me había llevado todos los muebles del jardín y un tobogán que tenía en la piscina apareció en otra casa 500 metros más abajo. También tenía un salón de juegos en un sótano que quedó totalmente inundado. El destrozo fue total”, cuenta Alfonso Almazán.
No pudo contener el llanto cuando abrió la puerta de su chalet y encontró todo arrasado. “Lo habíamos comprado hacía poco y lo estábamos poniendo bonito”, especifica sobre la angustia que vivió en aquel momento. Una a la que hubo que sumar la incertidumbre pues, tanto en 1996 como en 2008, a la riada le siguieron meses de trabajos para sacar el lodo y largos trámites burocráticos para que los seguros (en el que caso de quien los tenía) se hicieran cargo de las pérdidas millonarias.
“Hubo quien lo perdió todo y yo tengo que reconocer que no lo he vuelto a poner como estaba. No he invertido tanto por miedo a que vuelva a pasar. Estas desgracias pasan porque el río no está lo suficientemente limpio y ahora vuelve a estar sucio. Yo antes paseaba por la caja del río con mi perro y ya no tengo acceso porque está lleno de árboles caídos y de maleza”, advierte sobre la situación en la que se encuentra ahora el río Jaén.
Es común en todos estos relatos el miedo a que algo así pueda volver a pasar, agravado ahora estos días con las dramáticas imágenes que están dejando los efectos de la DANA en la Comunidad Valenciana. También es unánime la reivindicación de que es necesario un mayor cuidado de los cauces de los ríos pues advierten de que “están otra vez muy sucios y esto puede volver a pasar”.
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