El priorato de San Benito, otra joya patrimonial casi desaparecida en el centro de Jaén
PATRIMONIO
En el año 2009 aparecieron en las paredes de una vivienda unas pinturas murales del siglo XVII de gran mérito y valor artístico
La orden de Calatrava estableció esta sede y su iglesia a mediados del siglo XV en la actual Plaza de las Herrerías y sus confluencias
¿Qué fue de la desaparecida iglesia de San Lorenzo en Jaén?
Afirmar una y otra vez que el barrio de San Juan alberga innumerables tesoros es insistir en lo cierto. Ni el más fiero dragón de cualquier leyenda sería capaz de proteger los extensos bienes patrimoniales que han sido lapidados bajo el peso del olvido en sus calles. De la antigua iglesia de Santiago y los restos de una mezquita en su solar ya se ha hablado largo y tendido, al igual que de la desaparecida iglesia de San Pedro, cercana a la Fuente de Los Caños. Eso por no mencionar los restos de baños árabes existentes en algunas viviendas colindantes a esa misma plaza o la puesta en valor del imponente monasterio de Santo Domingo, otrora sede de la Universidad de Santa Catalina Mártir.
El rumor que hoy nos compete parece más propio de otra ciudad, pero lo cierto es que puede que todavía existan vestigios de su presencia. Muchos de los jiennenses que ascienden hasta la plaza de San Juan por la calle San Blas no saben que bajo sus pies existió un día un priorato de la orden de Calatrava. La realidad es que su historia apenas ha llegado a nuestros días, tan solo sobrevive una calle con el nombre de este santo fundador de la orden benedictina. Lo poco que sabemos, de hecho, se lo debemos a una mujer: Áurea Javierre Mur, una archivera e historiadora que consiguió reunir toda una colección de datos para reconstruir este edificio que desgraciadamente hoy desconocemos por completo.
"Fundado en 1437 por frey Guido, abad de Morimundo, con ocasión de su visita a dicha orden militar, recibió como dotación los bienes que la Mesa Maestral de Calatrava poseía en la ciudad de Jaén y fue uno de los más importantes de la Orden", apuntaba Javierre en su estudio. Las frecuentes alusiones entre sus documentos y libros de visitas a nombres de personas ilustres hacen suponer a esta archivera ya fallecida que debió de ser un centro religioso de cierto interés histórico en esta demarcación que denomina como 'barrio de la Herrería'.
¿Qué aspecto presentaba?
Su iglesia, ubicada entonces en el entorno de la hoy conocida como plaza de Las Herrerías, al ser privativa de la Orden Calatrava, estaba exenta de la jurisdicción ordinaria. Es por ello que "más de una vez hubo competencias con el Cabildo de la Iglesia Catedral y otras instituciones", falladas todas ella a su favor por gozar de todas las exenciones concedidas a la Orden del Císter. "Era su portada de piedra franca y sobre ella, en un nicho, figuraba la imagen de San Benito, en piedra también, con báculo de azófar dorado", describe.
En uno de sus lados se elevaba una torre campanario de ladrillo, una estampa que debió de competir en altura con la Torre del Concejo, en la iglesia de San Juan, o la espadaña de la desaparecida parroquia de San Pedro. Y alrededor de la iglesia de San Benito se agrupaban, además, las llamadas casas del priorato, entre las que se hallaba la residencia del propio prior, a la que se accedía a través de la calle del mismo nombre y comunicaba con la iglesia por la sacristía.
En una de las visitas registradas en 1577 se habla de sus grandes puertas de madera con clavazón antigua. "Sobre ellas, embutido en un nicho, había un lienzo del señor San Benito, cubierto con baldaquino de madera labrada, ante el que lucía un farol en honor del santo". Esta puerta acabó siendo tapiada dos siglos después por un altar en el testero de la iglesia, hacia el lado de la Epístola. "Desde luego se hicieron en ella importantes reformas a fines del siglo XVI, pues la visita de 1573 dice que encontró el templo labrado y reedificado de nuevo y muy bien tratado por dentro y por fuera".
Incluso, gracias a este interesante trabajo documental podemos llegar a imaginar su interior: "Una nave de veinte y tres taras y una tercia de largo y siete y tercia de ancho (...), su techumbre es de bóveda con dos arcos, dividido su largo en dos tercios con sus pilastras hasta el suelo con media vara de relieve independiente de la tirantez de las paredes (...), y una ventana con su reja en el testero que mira a oriente, al lado derecho del retablo principal de la Iglesia, y al testero de los pies de ella otra ventana con su reja que sirve para oír misa desde la casa principal del Priorato”.
Un retablo mayor "de buen pincel"
La detallada descripción del interior del templo prosigue hacia su presbiterio, donde tres gradas de piedra daban acceso al altar mayor, flanqueado por dos sepulcros: el de fray Gabriel de Figueroa, prior de San Benito de Jaén fallecido en 1651, y fray Francisco Rades, capellán del rey y administrador del Sacro Convento de Calatrava, fallecido en 1599. Resulta llamativo cómo en este recorrido se señala el hecho de que, junto a otras sepulturas, existieron alrededor del cuerpo de la iglesia algunas pinturas que "se mandaron quitar en 1623, ya que a juicio de los visitantes, más provocaban la risa que la devoción".
En cuanto a su retablo mayor, costeado por el prior Baltasar Muñoz de Salazar, se define como una obra "de buen pincel" en cuyo centro, en un tabernáculo, se veneraba una imagen de San Benito con ricos estofados. "A los lados, Santa Escolástica y San Bernardo, y en la parte superior el descendimiento del Señor coronado por ocho ángeles en talla dorada". Este primer aparato cultual debió de sufrir algunas modificaciones en las décadas siguientes, pues en 1770 ya se describe un nuevo retablo, regalo del prior Plácido Francisco Sotelo: "Era mayor que el antiguo, de talla dorada y estofada y como él llevaba en el centro la imagen de San Benito con báculo, pectoral y diadema de talla también; a los lados de la imagen, dos lienzos con marcos de talla que representaban a San Mauro y San Plácido y otro en la parte superior de Santa Escolástica".
Otro caso que llama notablemente la atención es la existencia de dos devociones eminentemente marteñas en el interior del templo entre finales del siglo XVII y el siglo XVIII con sendos altares dedicados a San Amador y Nuestra Señora de la Villa. A esta razón debemos dar cierta importancia su relación con el partido de Martos y la religiosidad extendida por la Orden de Calatrava a determinadas imágenes hagiográficas.
Su declive prolongado en el tiempo
Tal y como sugiere Áurea Javierre, las posesiones de este priorato fueron realmente extensas: se cuentan entre ellas numerosas viviendas y huertos, así como un gran número de censos perpetuos y redimibles. Finalmente, el cese de su actividad fue acelerado con el traslado del Sacro Convento de Calatrava a la ciudad de Almagro a principios del siglo XIX, época en la que igualmente tendrían lugar las conocidas desamortizaciones eclesiásticas de Mendizábal.
Poco, o más bien nada sabemos del paradero de gran parte de su patrimonio artístico. Sí que sobrevivió, de alguna manera, la devoción que se cultivó entre sus paredes gracias al empeño de fray Benito Marín, obispo de Jaén en 1757. Este benedictino promovió entonces la dedicación de una de las capillas de la catedral a San Benito: un proyecto al que dieron forma artistas de la talla de Pedro Duque Cornejo y José de Medina y que hoy constituye uno de los magníficos retablos que atesora el templo mayor de la diócesis. De igual forma, también en la actualidad recibe culto una talla más "moderna" de San Amador, patrón de Martos, en la capilla de la Inmaculada Concepción a petición de un canónigo marteño hace unos años.
Asimismo, la iglesia de San Juan alberga junto a su presbiterio una tabla pintada al óleo como parte de una antigua pila bautismal donde aparece una representación de este monje benedictino. Y con una perspectiva más extensa, también existió un priorato homónimo en la pequeña localidad de Porcuna. Hoy sigue en pie su ermita de dos naves, donde recibe culto la devota talla de San Benito de Nursia, patrón del pueblo porcunense. Quizá una visita por su entorno pueda favorecernos para inspirar la idiosincrasia que un día debió de tener este edificio perdido que escaló las cuestas del antiguo Jaén.
Sí, existen huellas de su presencia
Sobre la existencia o no de posibles restos de su arquitectura conviene atender a que esta zona de la ciudad ha sido ampliamente reformada en el último siglo, si bien toda una manzana de casas en el entorno de la calle San Blas reúne varios solares abandonados y congelados por el tiempo. No sería descabellado pensar que muchos de los muros medianeros de estas viviendas conserven parte de los lienzos que conformaban el desaparecido priorato o incluso las casas aledañas que se mencionan en los inventarios de bienes a su cargo.
"Se puede apreciar a simple vista cómo los vecinos levantaron sus hogares reaprovechando los sillares del templo", afirma el doctor en Patrimonio José Antonio Mesa. De hecho, llama poderosamente la atención cómo en el año 2009 en una de esas viviendas aparecieron unas pinturas murales del siglo XVII, con la escena del Descendimiento de Cristo anteriormente descrita. "No sé el estado de conservación en el que estarán ahora, pero es necesario protegerlas y darle un valor". Según explica, esta tipología de ornamentación artística, denominadas grisallas, pretenden imitar el volumen del relieve a través de los efectos del claroscuro.
A pesar de que no existe una catalogación como tal, este gran conocedor del patrimonio histórico confía en que se conservan otros muchos vestigios interesantes que podrían otorgar una mayor valía histórica a la zona. "Los vecinos suelen ocultar estos restos por miedo y lo que podría ser otra joya para Jaén acaba por convertirse lamentablemente en otro elemento degradado que heredamos la sociedad".
En este mismo planteamiento, Mesa expone como ejemplos algunos casos de portadas y restos arqueológicos de interés hallados en la vecina ciudad de Úbeda. "Nuestro deber como ciudadanos es informar de estos hechos y darlos a conocer al pueblo", apunta. Para esto juegan un papel fundamental las políticas patrimoniales a las que atienden las autoridades locales, así como la leyenda urbana de que este tipo de situaciones provocan una expropiación inmediata del inmueble. "Desde los años 60 Jaén ha ido demoliendo gran parte de su casco histórico, incluso edificios que contaban con cierta protección".
A esta continua pérdida son muchos los jiennenses que como Mesa intentan día a día preservar el enorme patrimonio cultural que albergan las calles y plazas del viejo Jaén. La del priorato es tan solo la punta de un iceberg, tal y como él mismo compara. Ahora sí: con más o menos acierto está en nuestra mano el saber sacarlo a flote para el disfrute de las generaciones venideras.
También te puede interesar
Lo último