El primer cine que pudo verse en Jaén
JAÉN RETRO
En agosto del año 1891 el empresario Antonio de la Rosa y Villatoro hizo historia en Jaén al ser la primera persona en "montar" un cine
Jaén/Hubo un momento en la historia en el que solamente observar una fotografía estática ya no era suficiente para sorprendernos. De ahí surgieron muchos de los intentos para conseguir darle movimiento, hasta lograrlo, naciendo así el séptimo de los artes, que nos permitía ver la vida a través de una pantalla.
A finales del siglo XIX surgieron numerosos espectáculos de ilusionismo que causaron sensación en la época, conocidos como "cuadros disolventes". Muchos consistían en funciones donde se representaban figuras fantasmagóricas, espectros y otras apariciones, usando un dispositivo óptico que utilizaba ilustraciones, pinturas e iluminación con láminas de vidrio, creando un ilusionismo visual que daba como resultado una serie de escenas terroríficas.
Estos mecanismos de ilusionismo derivaban de un fantástico invento llamado "La linterna mágica", ofreciendo así un espectáculo de entretenimiento sorprendente y novedoso para la época, convirtiéndose en el primer precursor del cine.
En agosto del año 1891 el empresario granadino Antonio de la Rosa y Villatoro hizo historia en Jaén, siendo la primera persona en montar un tipo de espectáculo de esta índole en la ciudad, utilizando unos extraños aparatos de complicados nombres llamados «Zoopraxixcope» y «Praxinoscopio».
Antonio llegó con todos sus cachivaches a nuestra joven estación de tren (que contaba con solamente 10 años de vida). Allí cargó todas las piezas de su espectáculo en varios carros para transportarlas a la Plaza de San Francisco, donde finalmente instaló un gran barracón junto a la verja del Palacio Provincial tapándolo casi por completo.
Una vez instalado el barracón y ya entrada la noche, comenzaba a emanar de su interior una deliciosa y curiosa melodía que se extendía por toda la plaza vieja, creando así un ambiente mágico y un reclamo para su extraño espectáculo. El barracón estaba coronado con un inquietante rótulo a la vista de todos los jienenses que decía así: "Los espectros vivos e impalpables".
La revuelta de los consumos
Se trataba de un espectáculo de ilusión óptica, que fue todo un éxito y estuvo funcionando hasta que (el día 16 del mismo mes que nos visitó) estalló "la revuelta de los consumos" en Jaén, en contra de un impuesto municipal, que supuso pedradas, roturas de cristales, saqueos, tiros con varios heridos, e incluso intentaron pegarle fuego a la "Casa de los Consumos" (situada en la mitad de la Carrera). Los implicados en la revuelta utilizaron el barracón del espectáculo de parapeto para hostigar a las fuerzas del orden y el dueño del espectáculo, Antonio de la Rosa, fue detenido acusado de ser uno de los alborotadores. Cuando pudo demostrar su inocencia salió de Jaén con la promesa de no volver jamás. Menos mal que no fue así, regresando unos años más tarde (en mayo de 1898 y prácticamente todos los años hasta 1910), pero esta vez no con su "show" de espectros, sino con un cinematógrafo Lumière, siendo este el primer cine que pudo verse en nuestra ciudad, siendo la plaza San Francisco el lugar elegido.
El barracón disponía de una entrada, donde se colocaba el orquestrión (aparato que reproduce música) y de dos espacios para los espectadores: uno formado por sillas (mejor situado en el centro, sobre una tarima y cercano a la pantalla) y otro con bancos de madera. En relación al precio de la localidad de su espectáculo, la entrada de preferencia costaba 50 cts y la general o grada 25 cts.
Según nos relata el escritor José Rus Martínez en su libro "Aguas Pasadas", este espectáculo se titulaba "El lentiplasticromomimocoliserpentegral mágico" y las proyecciones que exhibía eran cintas mudas sin letreros, donde una persona iba narrando las incidencias de la película, destacando (entre todas las proyectadas) el cortometraje dirigido por el galo Georges Méliès en 1902 de título "Viaje a la Luna", un film de ciencia ficción que gustó mucho al público jienense, siendo este el primer contacto de nuestros antepasados con el cine todavía inexistente en nuestra ciudad.
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