El presunto asesino del niño en Linares: "Está descansando en el sofá de la paliza que le he dado"

Tribunales

La prisión permanente revisable sobrevuela el futuro de Francisco R. D., 'el Pakillo', que maltrataba sistemáticamente a su pareja y a los dos hijos de esta desde hacía meses

Prisión provisional para el presunto asesino del niño en Linares

Policía frente al domicilio en el que sucedieron los hechos. / EFE

Jaén/El pequeño Cristian, de sólo dos años, y su hermano mellizo llevaban al menos seis meses viviendo un continuo infierno en casa. Un día sí y otro no, recibían una paliza del novio de su madre, Francisco R. D., alias ‘el Pakillo’. A ella también le pegaba. Además, le dejaba claro que, si contaba algo, no dudaría en matarla. El tipo, de 28 años, terminó consumando su amenaza, aunque de otra forma. El pasado jueves acabó con la vida de Cristian asfixiándolo, previa paliza a él y a su hermano. Este domingo, el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Linares le envió a la cárcel de forma provisional como presunto autor de delitos de asesinato, maltrato infantil y violencia de género, entre otros. En el auto judicial, al que ha tenido acceso Jaén Hoy, se narra una historia de terror que alcanzó su cénit de la peor forma posible y con detalles que ni el guionista más macabro se habría atrevido a firmar. Antes de salir por patas de la casa en la que le había acogido su suegro, el Pakillo llegó a jactarse delante de su novia de lo que acababa de hacer: “Está descansando en el sofá de la paliza que le he dado”, le dijo sobre Cristian.

Ambos comenzaron su relación sentimental hace, aproximadamente, seis meses, después de que ella rompiera con su anterior pareja y padre de los menores. Con él había tenido otra niña, mayor que los mellizos, que ahora tiene 3 años. El padre se quedó con la custodia de la niña y la madre, con la de los niños. Fue un acuerdo entre ambos, sin juicio de por medio. Pakillo se trasladó a la casa de ella, la misma en la que había vivido con el padre de sus hijos, aunque, posteriormente, se mudaron a un piso. Fue entonces cuando, de acuerdo al auto, el detenido comenzó a agredir tanto a su novia como a los niños. Incluso la amenazaba con matarla si se le ocurría contarle algo a alguien. A pesar de ello, no existen ni denuncias ni partes médicos al respecto.

La pareja y los menores volvieron a mudarse hace unos dos meses, esta vez, a la casa del padre de ella. Siempre según los testimonios recogidos por el juez, Pakillo aprovechaba que su suegro se iba a trabajar para seguir pegando “de casi todas las formas posibles” a su novia y a los dos niños. Para asegurarse de que ella mantenía la boca cerrada, seguía amenazándola de muerte.

Después de un mes de convivencia en esta casa, mordió a uno de los menores en la parte posterior de uno de sus muslos “con fuerza y con intención de dañarlo”, e hizo lo propio con Cristian en un muslo y en una de las nalgas. Otro día, ya mediado noviembre, el abuelo de los niños escuchó llorar a uno de ellos y subió a su habitación para comprobar qué estaba ocurriendo. Pilló a Pakillo zarandeando y golpeando a Cristian contra el parque cuna, así que lo echó de casa. Sin embargo, su hija le convenció para que lo dejara volver. Le daba pena que se quedara en la calle, según le dijo.

El hecho de que le hubieran pillado in fraganti no fue óbice para que Pakillo siguiera maltratando a los pequeños. Unos días antes de acabar con la vida de Cristian, volvió a golpearle a él y a su hermano en repetidas ocasiones “por bastantes partes del cuerpo”, especialmente en la cara, en la cabeza, en los brazos y en las piernas. No faltaron los mordiscos. Repitió todo aquello una vez más, tan sólo un día antes de la paliza mortal por la que hoy está en prisión. Las agresiones a su pareja tampoco cesaron durante ese tiempo.

Varias llamadas telefónicas y una amenaza

El pasado jueves, la madre de los niños salió de casa sobre las ocho de la mañana para trabajar limpiando una casa del pueblo. Pakillo se quedó al cuidado de los menores. Entre las doce del mediodía y la una de la tarde, llamó varias veces a su novia por teléfono, pero ella no contestó. Cuando, al acabar su trabajo, la mujer devolvió las llamadas, su pareja le amenazó con matar a los niños si no volvía inmediatamente a la casa. Ella tuvo que escuchar aquello mientras oía a sus hijos llorando. Hubo una nueva llamada de Pakillo, cerca de las dos. Volvió a advertirle a su novia de que mataría a sus niños si no regresaba a la casa. Es más, le dijo que Cristian ya estaba “descansando en el sofá” de la paliza que acababa de darle.

El auto del juzgado linarense no deja lugar a dudas sobre lo acontecido: “Entre las 13:00 horas y las 14:00 horas del día 28 de noviembre de 2024, en el domicilio familiar […], Francisco R. D. golpeó innumerables veces con extrema violencia a los dos menores, especialmente en la cara y cabeza”. A Cristian lo mató tras asfixiarlo poniéndole la mano en la boca y en la nariz con fuerza. A su hermano le produjo numerosas lesiones -hematomas y una hemorragia en el ojo izquierdo, entre otras- por las que tuvo que ser hospitalizado, aunque está fuera de peligro.

La madre llegó al domicilio sobre las dos de la tarde. Pakillo le repitió que Cristian estaba “descansando en el sofá” tras la paliza y que el otro niño se encontraba “tranquilo” en su cuarto. Cuando ella cogió a Cristian en brazos, él aprovechó para pegarles a ambos entre nuevas amenazas: “Como llames a alguien, te mato”. Pese a ello, la mujer se las arregló para avisar a su madre por teléfono y contarle lo sucedido. Media hora después, Pakillo huyó de la casa corriendo. Fueron la abuela materna de los menores y su pareja los que lo vieron poniendo pies en polvorosa.

Posible prisión permanente revisable

Según el juez, la intención de Pakillo no sólo fue la de agredir a los niños, sino también la de “dañar a su pareja sentimental”. La definición clara de violencia vicaria. La reconstrucción de los hechos que figura en el auto judicial está basada en las declaraciones de la madre víctima y de los testigos -los abuelos y el padre de los menores, principalmente-, y también en el "extenso y trabajado contenido del atestado policial”, en el que constan, además de las pruebas testificales, el informe del levantamiento del cadáver, el informe preliminar de autopsia de Cristian y el parte de lesiones del otro menor, que ya está bajo la tutela de la Junta de Andalucía.

El magistrado da pleno crédito a las declaraciones de los testigos, que coinciden “en lo sustancial” a pesar de que ninguno de ellos estaba en la casa cuando tuvieron lugar los hechos del pasado jueves. Sus versiones, dice, "gozan de credibilidad tanto subjetiva como objetiva” y "son claras, concretas, detalladas, lógicas y coherentes, sin contradicciones". Además, los testimonios están corroborados por los informes médicos forenses, que, entre otras cosas, revelan que los niños tenían “lesiones de evolución”, es decir, que eran anteriores a ese día.

El juez considera que existen “indicios contundentes y reveladores” de que Pakillo cometió, presuntamente, un delito de asesinato, otro de maltrato infantil y otro de maltrato infantil habitual contra Cristian. Respecto al hermano mellizo de este, se le investiga también por un delito de maltrato infantil y otro de maltrato infantil habitual. Y, por último, respecto a la madre de ambos se le atribuyen, en principio, un delito de maltrato de género, otro de maltrato habitual de género y otro de amenazas graves. Si en el futuro fuera condenado por todos estos ilícitos, podría enfrentarse a un castigo de prisión permanente revisable.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último