El Pilycrim, una bebida que nació en Córdoba y echó raíces en la feria de Jaén

FERIA

Este vino tan popular entre los jiennenses durante las fiestas de San Lucas cuenta con más de 30 años de trayectoria a sus espaldas

Estas fueron algunas de las portadas más significativas de la feria de San Lucas, en imágenes

Imagen promocional de Pilycrim y la feria de San Lucas.
Imagen promocional de Pilycrim y la feria de San Lucas. / Pilycrim

Jaén/El hecho de que Jaén cierre la temporada de ferias en Andalucía puede que otorgue aún más valor a su fiesta. Hay quienes dicen que, por lo general, el orden de los factores no altera el producto, aunque por algún motivo el postre siempre se deja para el final. Será por su sabor dulce, quizá, pero lo cierto es que San Lucas pueda ser lo más parecido a terminar un menú degustación por todo lo alto. Y hablando de sabores: en medio del tapeo prolongado que se pasea estos días por las casetas, hay una bebida que ostenta el título de "jaenerísima" a pesar de nacer al otro lado de Sierra Morena. ¿Le suena el Pilycrim?

Es evidente que para líquido propio ningún mejor exponente que el aceite de oliva virgen extra de esta tierra, pero si hablamos de la feria de San Lucas, esta bebida con más de 30 años de trayectoria empieza a peinar canas entre las calles del recinto ferial jiennense. Su historia es tan apasionante como el primer sorbo de su sustancia: un 'pale cream' o vino fino cuya fermentación parcial ofrece un vino blanco con cierto dulzor. Su nombre, cuente Miguel Jesús Herrero, fue una manera de poner nombre de mujer a un tipo de vino que ya existía entre las bodegas adscritas a esa misma denominación de origen. "Era una forma de reinventar el pale cream".

Miguel, junto con su hermano Javier y su padre, manejan hoy las riendas de Bodegas Navarro, en Montilla, donde la marca Pilycrim continúa haciéndose fuerte tras un largo recorrido lleno de éxitos y buenas sensaciones. "La marca se crea en enero de 1991, aunque curiosamente no se registra hasta octubre de 1992 por parte de Bodegas Aragón", explica. Este primer vino semidulce y afrutado surgía entonces como una alternativa a la manzanilla y otros productos que se consumían tradicionalmente en las ferias. "Tuvo gran éxito desde el principio gracias a su imagen llamativa y al hecho de ligar bien con la gente joven".

Su fuerte apuesta de marketing permitió introducir poco a poco a las azafatas que asistían a las distintas ferias con un traje diseñado especialmente para la marca, "normalmente modelos que otorgaban cierto reconocimiento". A pesar de su cambio a manos de Bodegas Toro Albalá en 2014, estos personajes se han mantenido en el tiempo hasta su llegada a Bodegas Navarro en el año 2018, quienes trataron de mantener la esencia de Pilycrim con nuevos elementos de 'merchandising': desde el popular pañuelo hasta gafas, pulseras, abanicos o incluso balones de playa.

Una actualización del paladar

Después de seis años en sus bodegas, los hermanos Herrero tenían claro que no debían de cambiar la imagen de la marca para el que consumidor aceptase en primer término ese cambio de empresa progresivamente. Así, en una búsqueda por actualizar el paladar, "trabajamos con un vino joven de Montilla-Moriles con fermentación parcial, más encaminado hacia el frizzante", apunta. Su público actual oscila entre los jóvenes y esos consumidores que acuden a esta bebida principalmente por nostalgia. "Lo que hemos hecho al fin y al cabo es adaptarnos a los tiempos".

Por ello, en esta misma línea juegan un papel fundamental las azafatas y su más reciente botella con ilustración 360º a través de un nuevo proyecto de 'branding'. Como responsable de marketing, Miguel pone su foco en esa selección de vinos con nombre de mujer que exponen en su catálogo: el último en sumarse ha sido Dulce Julieta. "La diseñadora Carmen Bellido elaboró los vestidos y trajes de las azafatas y el estudio de diseño fue prácticamente heredado del anterior propietario, porque nos gustó el desarrollo y lo incorporamos a nuestra bodega".

Antigua imagen del Pilycrim y su envase.
Antigua imagen del Pilycrim y su envase.

En cuanto a la presencia femenina, no es una cuestión baladí ni mucho menos. En palabras de este cordobés: "La mujer es la gran defensora y mayor consumidora de vino según los datos de consumo". Un claro ejemplo de ello es el alto índice de consumo en vinos semidulces y afrutados, un primer paso que acaba por conducir a muchas usuarias habituales a un terreno más complejo de vinos secos. "Si enseñamos a la gente a consumir moderadamente este tipo de vinos y a maridar con la gastronomía, a la larga se convierten en consumidores cualificados con vinos de mayor crianza".

El por qué de su arraigo en Jaén

Más allá del origen de su denominación, el arraigo de este vino en gran parte de Andalucía oriental fue todo un éxito durante la primera década de su surgimiento, "sobre todo por la cercanía de Lucena, una zona muy céntrica con el resto de provincias colindantes". Frente a otras ferias con producto propio, como Sevilla o Jerez, el Pilycrim ofrecía un nuevo horizonte para las fiestas tradicionales.

Sin embargo, tal y como confiesa Miguel, la llegada de otros vinos de fuera provoca que el público comience a experimentar nuevos formatos. En Málaga, por ejemplo, fue la llegada de Cartojal la que rebatió la presencia del cordobés. Incluso, en su provincia de origen, aunque sigue gozando de cierto prestigio y presencia en el mes de mayo cae presa de un nuevo debate social en torno al formato de feria "más disco".

Puede que este caso sea un claro referente para el refranero: ya sabemos eso de que nadie es profeta del todo en su tierra. "Tiene mucho que ver la idiosincrasia jiennense: Jaén es muy tradicional a nivel andaluz y si tiene que innovar lo hace manteniendo su santo y seña", sostiene. Él mismo tira de dichos populares al mencionar la clásica profecía por la que en Jaén se entra y se sale llorando. Su éxito en la provincia del olivar, asegura, "tiene mucho que ver con su gente".

El modelo más arraigado de feria en la capital jiennense ha conseguido generar una mayor cercanía con su producto a pesar del descenso de consumo de vinos que sufren la mayoría de fiestas andaluzas en general. "Ya sabemos que existe eso que llamamos la merienda Pilycrim, que se alarga hasta la noche", bromea. El Pilycrim y su sabor, más o menos actualizado, resiste las embestidas del tiempo y forma parte de San Lucas, casi al mismo nivel que las primeras lluvias de octubre.

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