Visto y Oído
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Históricamente el campo ha estado ligado al hombre, aunque detrás de tanto trabajo, esfuerzo y sacrificio para sacar el mejor aceite del mundo, también ha estado la mujer, quién además de cuidar de la casa y los hijos, se levantaba temprano para hacer las tareas más duras en el olivar, agachándose para recoger la aceituna del suelo o para cuidar del ganado. La gran brecha siempre ha sido el reconocimiento y su palabra.
Una sombra se ha cernido sobre ellas durante muchos años, sin embargo, desde hace un tiempo salen a la luz y toman las riendas. Saben que son capaces y que tienen voz para decidir, a pesar de ciertos estigmas machistas que todavía existen. Y así lo cuentan para Jaén Hoy cuatro jóvenes agricultoras y ganaderas de la provincia de Jaén.
De hecho, la región andaluza lidera el relevo generacional y la titularidad femenina en las fincas agrarias gracias a las provincias de Almería y Jaén. En la provincia jiennense con aumento del 33%, lidera el ranking de la media nacional en cuanto a mujeres dueñas de las explotaciones.
Mayca Galán tiene 36 años, es de Fuerte del Rey y comenzó con 19 años a trabajar en el campo mientras estudiaba dos carreras, Trabajo Social y Ciencias del Trabajo. Su vida es un constante ajetreo porque combina la profesión que estudió con la de agricultora profesional desde 2019, cuando tomó el relevo generacional de su padre. Ahora incluso ha sacado su propia marca. "Ya no solamente voy a la época de recogida de aceituna, ahora hago todas las tareas que conlleva el campo. La gestión de la empresa, de contratar al personal, de todos los trámites burocráticos. Yo soy la empresaria y gestiono las tierras", cuenta.
Dedicarse al olivar implica mucha pasión porque es un trabajo duro, y de eso a Mayca no le falta. "Mi hermano trabaja fuera, le gusta menos el campo que a mí y yo decidí tirarme al barro. Cuando éramos más pequeños mi hermano iba obligado, yo quería ir también, aunque a mi madre no le gustaba la idea, me puse cabezona y me pusieron a prueba, y desde entonces ya no he parado", asegura la joven fuerterreña.
El sector ganadero, aunque menos conocido que el de la agricultura, tiene un peso importante en la provincia. Un peso que levanta también las mujeres jiennenses, que han elegido este camino para aportar a su tierra la materia prima que les da. Es el caso de Belinda Carrillo de 32 años, vive en Charrilla, una aldea de Alcalá la Real, y se dedica a la ganadería. Carrillo estudió veterinaria porque amaba los animales desde pequeña, y entonces con el tiempo decidió ser ganadera.
Trabajar al aire libre en el campo, a pesar del sacrificio, también es un privilegio porque les aporta libertad y les libera de estrés. "El contacto con la naturaleza, levantarme cada mañana en la sierra, me da mucha energía, me recarga las pilas, me da paz, puedo criar a mis hijos en un ambiente totalmente saludable, ellos pueden colaborar con nosotros en prácticamente todo", explica Carrillo.
Chari Anguita, es otra agricultora y ganadera de Otiñar. "Gano en calidad de vida porque estás fuera de la ciudad y respiras aire puro. El campo te aporta muchas cosas buenas, cuando empiezas a tratar una oliva, ver que ese olivar que has estado trabajando cuidadosamente todo el año, luego recoges su fruto, es una satisfacción bastante grande. Sacar el oro líquido que tanto presumimos de Jaén, es un orgullo y un privilegio", expresa.
A Anguita la vida le puso una difícil decisión en el camino cuando falleció su padre y su hermano, hacerse cargo de la finca o venderla. Finalmente escogió tomar el testigo y continuar trabajando su olivar que tanto le apasiona, pero que conlleva una gran dedicación.
"En el campo no hay muchos días libres, pasa como con los ganaderos, no puedes decir hoy no voy. Todos los días tienes que hacer algo. Aunque como propietaria te puedes permitir algunos descansos", cuenta Chari Anguita.
Otra joven olivarera que escogió dedicar su vida a la agricultura con tan solo 24 años en 2020, es Alicia Moya, de Alcalá la Real. Su padre se jubiló y coincidió entonces con la finalización de sus estudios de peluquería, pero prefirió dedicarse al campo. "Me gusta, es algo que he visto desde chica, ha sido una elección propia. Arrendé la tierra a mi padre y al año, compré una parcela al lado de la suya.", señala Moya.
Sobre el papel de la mujer en el campo, ha habido una gran evolución. Chari Anguita explica que desde Asaja reciben un gran apoyo y tienen una mayor presencia. Además, cuenta que sus compañeros la apoyaron y arroparon desde el primer momento ofreciéndole ayuda.
"Ahora se visibiliza más, porque la mujer siempre ha trabajado en el campo, lo que pasa que estaba siempre en un segundo plano. Dan un paso adelante", cuenta por su parte Alicia Moya, que a pesar de tener mayor notoriedad, siente que la gente su edad o más joven no entiende que pueda elegir esta profesión.
"En tu entorno dices que te dedicas al campo y te miran como un bicho raro, se preguntan por qué no estás estudiando o no tienes una carrera. A mí me sorprende que ahora ven más raro que trabajes en el campo que antes, eres un bicho raro cuando se supone que somos la base, es como que te has quedado estancado y no has llegado a nada", confiesa Moya.
Todos los inicios son complicados, aunque a veces, ellas han necesitado pasar por un filtro para poder ser vistas como iguales. "Sí se esta avanzando pero son pasitos cortos porque todavía vemos una mujer en la granja y preguntamos quién es el dueño. Hasta nosotras mismas no nos creemos que pueda haber una mujer que lleve las riendas de una explotación. Una vez que marcas tu territorio te respetan un montón pero de primeras sí choca, y se produce incertidumbre de a ver cómo va a llevar la granja la mujer", explica Belinda Carrillo.
En la primera vez de Mayca Galán llevando las riendas de la empresa también vivió una situación casi anecdótica. Cuando comenzó a trabajar con su padre fueron a visitarla a la finca porque no se creían que pudiera llevar la maquinaria durante siete horas. "La llevé y no pasa nada. Yo no me podía creer que fueran capaces de venir a ver si podíamos o no", expresa.
El futuro en el sector agrícola es complicado, la subida del precio del aceite de oliva no se refleja en las ganancias de los agricultores que ven como se incrementan los costes de los productos que necesitan durante todo el año. "Sea para el hombre o la mujer es difícil dedicarse a esto, tienes que ponerle muchas ganas", cuenta Alicia Moya.
Poco a poco se van dando pasos en un camino más llano para la mujer agricultora y ganadera donde su voz se tiene más en cuenta, aunque algunas confiesan que todavía hay que seguir al pie del cañón porque algunos hombres del mundo rural no las toman en serio.
"Yo lo que voy a inculcarle a mis sobrinas es que ellas pueden llegar a donde ellas quieran, y la únicas que se pueden poner límites son ellas. Todos nos equivocamos, no por ser mujer tu equivocación va a ser más catastrófica", concluye Belinda Carrillo.
Estas mujeres agricultoras y ganaderas se han enfrentado a situaciones, que de ser hombres no habrían sufrido, porque todavía existe cierto estigma al verlas trabajando en el campo como iguales.
Mayca Galán: "Una vez vendí un apero de la granja y fui con mi padre. Estábamos haciendo el trato, y yo era la voz cantante, cuando le dije el precio cerrado, quería hablar con mi padre en vez de conmigo. Otras veces he ido a arreglar papeles, y han dicho que pase la niña, y digo vamos a ver la niña tiene 36 años. Son pequeños micromachismos que existen que hay saber torearlos con arte y demostrando que la niña gestiona, hace tratos y vende, y no pasa absolutamente nada".
Chari Anguita: "La verdad que al principio sí llamaba mucho la atención cuando ibas con el tractor por la carretera, a los hombres les asombraba, pero poco a poco parece ser que no es un problema. Al principio te jaleaban cuando te veían con el tractor, te silbaban, pero yo creo que ya se ha hecho común verme".
Belinda Carrillo: "Hace dos o tres días vino una mujer, que es comercial, estábamos mi marido y yo, y me dio la espalda para hablar con él".
Alicia Moya: "Me sorprendió la primera vez que fui a la cooperativa, el primer día de campaña me presenté con el remolque. Se quedaron todos los hombres parados y después vinieron todos corriendo para ayudarme con el remolque. Digo vamos a ver que yo puedo sola. Pararon en seco como si fuera una película, fue como: ¿Qué hace una mujer aquí?".
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