Un secadero de grano con 2.400 años de antigüedad sale a la luz en el Oppidum Íbero del Puente Tablas

Patrimonio

Las primeras hipótesis apuntan a que las estructuras inéditas encontradas hace un año responden a un centro productivo que procesaba trigo y cebada

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Excavación arqueológica en el Oppidum Íbero del Puente Tablas.
Excavación arqueológica en el Oppidum Íbero del Puente Tablas.

Jaén/Una excavación arqueológica va mucho más allá del trabajo de campo y la que se viene desarrollando desde hace años en el Oppidum Íbero del Puente Tablas de Jaén es un buen ejemplo de ello. Después de que en las últimas excavaciones apareciesen unas infraestructuras inéditas hasta la fecha, la investigación se ha trasladado hasta los laboratorios del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén donde ya tienen una primera hipótesis de lo que allí pudo haber entre los siglos IV y V antes de Cristo.

Hablamos de un espacio de unos 180 metros cuadrados en el que se halló una plataforma de yeso (importante por su capacidad como aislante y para aguantar el calor) con varios estratos de cenizas. Y, aunque los investigadores todavía muestran sus primeras conclusiones con mucha preocupación, todo hace indicar a que podemos estar ante un centro de secado y tostado del cereal, regentado por la aristocracia de la época, desde el que luego se distribuía el excedente al resto de viviendas de la ciudad.

“Estamos todavía en la fase de análisis. Sabemos que hubo una concentración de infraestructuras con silos y también han aparecido ánforas y vasos cerrados, además de algunos con iconografías complejas y estampillados”, explica para Jaén Hoy la directora del proyecto, Carmen Rueda. Apunta que se han recogido más de 1.000 litros de sedimentos como carbones y semillas y que se están realizando estudios paleoambientales, dataciones radiocarbónicas, análisis físicos y químicos y el estudio de restos de animales que han aparecido en el lugar, contando con la participación de otras instituciones como el CSIC de Barcelona.

Trabajo en el laboratorio.
Trabajo en el laboratorio.

“Creemos que allí se trabajó con cebada vestida y trigo desnudo. Entre las cenizas hemos encontrado semillas y también cáscaras de almendras. Hablamos de una infraestructura muy superior a la de la vida doméstica”, explica Rueda quien, además, destaca el trabajo que en este sentido están realizando investigadoras como Eva Montes o María Oliva Rodríguez. “Había estructuras para clasificar el cereal. En unos silos guardaban uno y en otros otro. Es muy interesante porque se encuentra a espaldas de las casas tres y cuatro, donde también están los restos de un almacén que estuvo destinado al grano. Creemos que pudo ser un macrocomplejo dedicado a la recepción, limpieza, tostado y posterior distribución del cereal”, especifica sobre estos indicios que apuntan a que en aquella época hubo un sistema centralizado de la explotación agrícola.

La investigación es multidisciplinar.
La investigación es multidisciplinar.

Habla también de la dificultad que implica intervenir en estos espacios abiertos y de la ausencia de ejemplos similares, para lo que están ejecutando macro muestreos desde todos los ámbitos que les permitan conocer más detalles antes de emitir unas conclusiones más precisas. Todo apunta a que el cereal era distribuido de forma que la molienda y el horneado del mismo se llevaba a cabo en las viviendas, a nivel de unidad doméstica.

Cambio social

También han aparecido vestigios que indican que este espacio productivo se desmanteló en el siglo III antes de Cristo, invitando a pensar que hubo un cambio social en el Oppidum Íbero del Puente Tablas, pues también han sacado del subsuelo los restos de espacios comunitarios, como un horno circular de dos metros de diámetro en el que se produjo pan. “Esto nos hace pensar que se pasó de una aristocracia clientelar a otros modelos ciudadanos”, aclara Rueda.

Restos del horno de pan encontrado.
Restos del horno de pan encontrado.

Todo este trabajo se engloba en un proyecto de seis años, financiado por la Junta de Andalucía, que cuenta con un presupuesto de 240.000 euros y en el que un año se excava y al siguiente se analiza y conserva todo lo encontrado. Pero es que actualmente sólo no se ha excavado ni el 20 por ciento del Oppidum Íbero. “Por eso espero que después de este proyecto vengan muchos más. Todavía no tenemos la puerta principal de la ciudad y sería muy interesante excavar en la puerta norte”, desea Carmen Rueda.

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