La huella de los masones en Jaén: el hueco de las mujeres jiennenses en una nueva masonería

Masonería en Jaén

La huella de los masones en Jaén: el hueco de las mujeres jiennenses en una nueva masonería
La huella de los masones en Jaén: el hueco de las mujeres jiennenses en una nueva masonería

La masonería es una corriente que tiene una firme creencia en las tradiciones, en rituales mantenidos casi intactos a lo largo de los siglos. Pero, al igual que ocurre en cualquier colectivo, no todos los individuos tienen la misma opinión sobre las normas que la rigen y hay una en concreto que ha dividido a los masones en las últimas décadas en diferentes obediencias: la masonería regular no acepta a mujeres en sus logias. Hablamos de masonería regular al referirnos a aquella que está reconocida por organizaciones masónicas como la Gran Logia Unida de Inglaterra o el Gran Logia de Francia, pero esto no implica que no exista otra forma de entender la masonería.

En Jaén tenemos una muestra de ello: la logia ‘El olivo y la acacia’. Este taller forma parte de una masonería que empezó a finales del siglo XIX en Francia y que tiene mucha fuerza también en Bélgica. Se creó en el año 2018 pero su germen se implantó mucho antes. Así lo explica a Jaén Hoy el que fuese el venerable maestro de esta logia durante sus dos primeros años de vida. Prefiere mantenerse en el anonimato pero desvela que su nombre simbólico es Gottlieb.

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“Yo me inicié con la logia Andrés de Vandelvira de Jaén y permanecí en ella hasta que pasé a sueños”, explica el ahora orador de su logia. Pasar a sueños significa, dentro de la masonería, tomarse un tiempo para reflexionar en el que uno conserva sus derechos masónicos sin estar en el día a día de su logia. En ese estado se encontraban él y varios de sus compañeros que mantuvieron el contacto al ser amigos en el mundo ‘profano’ y entre los que nació la idea de crear un triángulo masónico.

Esto es la semilla de una futura logia, para la que hacen falta al menos siete hermanos, y lo acabaron conformando alrededor del año 2016. “Lo hicimos porque si tenemos en cuenta que la masonería lo que busca es la fraternidad universal no podemos dejar fuera a la mitad de la humanidad”, argumenta este masón jiennense. Dos años después, en 2018, ya estaban listos para encender luces (junto a ‘levantar columnas’ término referido a fundar una logia) y adherirse a la obediencia del Derecho Humano, que exige los mismos derechos para hombres y mujeres en el seno de la masonería. Permanecieron en esa corriente hasta un poco antes de la pandemia, cuando se mudaron bajo el auspicio de la Gran Logia Simbólica de España. “Es una masonería liberal de corte continental. La masonería regular peca mucho de ese concepto y nos llaman irregulares cuando no es así, tenemos reglas”, defiende el que fuese venerable maestro del Olivo y la Acacia.

De hecho la estructura jerárquica de su logia, la forma de ingresar en la misma y mucho de los rituales son idénticos a los que se pueden encontrar en otras logias dentro de la masonería conservadora. En este taller en concreto practican el rito escocés antiguo y desvelan que mantienen una tradición muy especial: un pase bajo venda en el que el masón que opta a iniciarse mantiene un encuentro con los componentes de una logia mientras tiene los ojos vendados para no reconocerlos. Es él último paso antes de ser aceptado como principiante y en el que los hermanos masones pueden formularle aquellas preguntas que les sirvan para saber si es digno de formar parte del taller. “Yo recuerdo la mía con muchísimo cariño”, asegura Gottlieb.

Testimonio de una masona

Actualmente esta logia jiennense la conforman alrededor de una quincena de personas, de una media de edad muy joven para lo habitual en masonería, y, aunque tiene su sede en Jaén capital, realizan tenidas itinerantes en localidades como Mancha Real o Úbeda. Tanto es así que el levantamiento de columnas tuvo lugar en la antigua iglesia desacralizada de San Lorenzo, en el municipio ubetense. En su última tenida, dos tercios de los masones que acudieron eran mujeres y una de ellas, fundadora de la logia, era Lilith Pandora.

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“Yo conocí acerca de la masonería en la universidad, mientras estudiaba arquitectura”, rememora esta masona jiennense que quedó fascinada con la influencia de los masones americanos en las tramas de algunas ciudades tan importantes como Washington o Buenos Aires. “Me gustaron los valores y principios que defendía y entendí que en el siglo XVIII no hubiese mujeres. Lo dejé en stand by, lo aparqué, pero hubo un momento de mi vida en el que tuve que dar un frenazo a nivel personal y en el que tuve que cuestionarme muchas cosas. Tuve una batalla personal en la que me vi con 34 años y mucho ruido en mi cabeza. Tenemos muchas cosas asentadas por la educación que hemos recibido y por lo que hemos vivido. Venimos con una mochila social desde que naces, con un dogma que viene desde la infancia. Yo me di cuenta de que tenía que deconstruir todo eso y que no tenía las herramientas necesarias y fue ahí cuando de nuevo apareció en mi vida el tema de la masonería. Pensé que ahí encontraría esas herramientas”, relata esa masona para los lectores de Jaén Hoy.

Se inspiró en mujeres como Marie Deraismes y en 2013 llamó a las puertas de las logias ‘Obreros de Hiram’ y ‘Luz de Al-Andalus’, ambas sevillanas. “Era importante para mí porque en Sevilla era donde había estudiado y madurado mucho como persona. Y, efectivamente, ahí encontré las herramientas que necesitaba, sin juzgar a nadie, sin culpar a nadie, pero también sin sentirme culpable. Yo nunca pienso que la gente tiene mala sino que hace las cosas como buenamente puede”, reflexiona sobre su proceso Lilith Pandora.

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Ahora es la segunda vigilante de una logia de la que fue fundadora y de la que receló en un primer momento. Había visto “con ilusión” nacer la logia Andrés de Vandelvira en 2011 asegura que se llevó “un chasco” cuando supo que era sólo masculina. “Al principio me indigné mucho, pero están condenados a extinguirse porque no están acorde a estos tiempos. Al final me alegré de que no aceptasen mujeres porque no me gusta el corte que tiene. ¿Cómo puede ser que en esta época estemos así? Les pedí explicaciones y los argumentos que me dieron eran vacíos, raros…”, desglosa esta mujer que afirma que tampoco se habría iniciado en una logia exclusivamente femenina, sólo “en una en la que hombres y mujeres convivan igual que lo hacen en la sociedad”.

Resultado de una deconstrucción

Es por esto que afirma que está “muy orgullosa y contenta” del grupo humano que han conformado en su logia, y que cuidan con celo para evitar “elementos disruptivos”. Y como conclusión esta arquitecta masona resume así la influencia de la masonería en su vida: “Me ha dado mucha calma y criterio. Ahora siempre pongo todo en tela de juicio. Busco otras opiniones y me informo. Tengo las herramientas para no dejarme manipular y no voy a comprar un dogma nunca más. En mi familia profana nadie sabe que yo estoy en masonería, salvo mi pareja. Ellos tienen sus dogmas y no estaba dispuesta a soportar comentarios de gente que no está informada. No voy a permitir un juicio sobre mí cuando yo no hago un juicio sobre nadie”.

La huella de los masones en Jaén es profunda, arraigada en la historia, con pervivencia contemporánea en su sociedad y con relevo generacional asegurado. No hay una sola óptica desde la que observarla, ni desde el interior de un taller ni desde fuera de las logias, y cuando uno se abstrae de la atmósfera mitológica y oscurantista que la rodea en España, no encuentra más que una corriente filosófica, un modo de vida cargado de alegorías y símbolos en los que buscan la forma de ser las mejores personas posibles.

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