La huella de los masones en Jaén: de nombres influyentes a la supervivencia tras el Franquismo
Historia de Jaén
Los masones tuvieron mucho que ver en el desarrollo de la provincia durante el siglo XIX y fueron duramente perseguidos en el XX
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El misticismo siempre ha acompañado a la masonería. Las leyendas negras que se cuentan en España sobre esta institución quedan lejos de la realidad de una hermandad que se considera a sí misma filantrópica y que ha dejado en Jaén una huella imborrable, plagada de nombres propios influyentes que pusieron su sello en parte del desarrollo de la provincia. Se pueden encontrar vestigios, como los que muestra el muro gótico de la Catedral de Jaén, de la presencia de una masonería operativa ligada a la construcción pero la más actual, aquella masonería especulativa que el público general tienen en sus mentes, desembarcó en la capital jiennense con la llegada de las tropas de Napoleón.
Los primeros datos que se tienen sitúan a la primera logia masónica de Jaén, compuesta por oficiales del ejército napoleónico, en lo que hoy se conoce como el Palacio de los Cobaleda Nicuesa. “Las tropas de Napoleón usaron las logias masónicas para transmitir elementos culturales de las oligarquías de cada ciudad. Había logias bonapartistas, que era una forma de hacer proselitismo de la política francesa, y otras logias que eran de oficiales, que es lo que yo creo que tuvimos en Jaén. Napoleón nunca se pudo saber si era masón, su hermano José Bonaparte sí, pero él lo permitía abiertamente porque le era útil”, explica para Jaén Hoy José Manuel Higueras.
Este político jiennense es una de las personas que más sabe acerca de la masonería en Jaén y, además de haber promovido exposiciones (con la colaboración de Iuventa) y rutas turísticas sobre el tema en la ciudad, firmó junto al escritor Luis Miguel Sánchez Tostado el libro ‘Los secretos de la masonería en Jaén’, donde describen la historia de esta institución en la provincia. “Llegó primero a Jaén capital pero hubo en toda la provincia. En Linares hubo una inmigración enorme de técnicos ingleses ligados a la minería y en Inglaterra la práctica de la masonería está muy extendida. Una gran parte de los ingleses que vinieron a Jaén eran masones y fundaron sus propias logias”, especifica mientras habla de nombres como el de Richard Kendall o apellidos de familias tradicionalmente masónicas como los Caro o los Accino.
En su libro relatan cómo, a pesar de la persecución a la que los masones han sido sometidos durante gran parte de la historia, “durante el Trienio Liberal (1820 y 1823) en Jaén salían a la calle con sus petos masónicos puestos y el que era su lugar de reunión se conoce hoy en día como la ‘Casa del peto’”. “Llegó a haber incluso una pintada en los muros de la Catedral en la que ponía ‘¡Abajo los francmasones!’”, añade José Manuel Higueras.
El año 1898 fue clave para el conocimiento actual de la masonería en Jaén y es que, bajo el reinado de Alfonso XIII, se les culpó en gran parte de la independencia de Filipinas y hubo redadas contra ellos en las que se les confiscó numerosa documentación que aún reside en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca (antiguo Archivo de la Guerra Civil). A los textos relativos a Jaén tuvo acceso Luis Miguel Sánchez Tostado.
“En su época de esplendor, la masonería contribuyó no solo a consolidar la conciencia democrática, pues en las logias ya se votaban las decisiones en épocas en las que la democracia brillaba por su ausencia. Como librepensadores, los masones poseían una elevada conciencia social y utilizaban su influencia para proponer iniciativas filantrópicas, culturales y económicas”, cuenta el escritor y pone un ejemplo que se apoya en numerosa documentación: el de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, ‘la Económica’.
Nombres ilustres
No es que esta institución fuese o sea masónica, pero su pasado no se entiende sin nombres de demostrados masones. “De hecho la Sociedad estuvo bajo el control de masones a finales del siglo XIX, una época que ellos mismos definen como su ‘Edad de Oro’”, explica José Manuel Higueras. “Encontramos masones tan ilustres como el catedrático Manuel Ruiz Raichs; el delineante y concejal y diputado provincial Pedro Ximénez Mazzuco; el médico y periodista y director de la ‘Económica’ Eloy Espejo García; el abogado, diputado, ministro y senador vitalicio Joaquín Ruiz Jiménez o el alcalde, farmacéutico, profesor y presidente de la Diputación en 1911 Antonio Roldán y Marín, entre otros muchos”, detalla por su parte Sánchez Tostado.
Se pueden sumar a esta lista el nombre del que fuese alcalde de Jaén Eduardo Sola, el del exgobernador Civil de Jaén, Joaquín Baeza y Nieto o el expresidente de la Diputación Provincial, Ramón de la Higuera. Muchos de ellos pertenecieron a la logia ‘Fraternidad Oringiana’ que compartió buena parte de sus miembros a principios del siglo XX con la Sociedad Económica de Amigos del País, desde la que se impulsaron proyectos como la creación de la primera Escuela de Dibujo de Jaén (germen de la actual Escuela de Arte José Nogué) o la primera Escuela de Música, inicio de los conservatorios profesional y superior que hay hoy en la capital. “También impulsaron la creación del primer Instituto de Enseñanza Media o la construcción de la Estación de Ferrocarril, pues el Gobierno había dejado a la capital fuera de las grandes rutas ferroviarias. Un agravio, este último, lamentablemente pertinaz, como podemos ver”, añade Sánchez Tostado sobre los proyectos que algunos masones jiennenses impulsaron para el desarrollo de su tierra.
El Franquismo los puso en el punto de mira
Pero toda su influencia, e incluso casi la institución, desapareció en Jaén al igual que en resto de España con la llegada de Franco al poder y sus celos hacia una masonería que rechazó su ingreso en varias ocasiones. “El general Franco quiso ser masón, como su hermano Ramón y su padre, que lo fueron. Está documentado que, en 1926 y 1932, Franco solicitó su ingreso en la logia ‘Lukus’, en Larache, donde concurría la alta oficialidad en Marruecos, pero no lo aceptaron por su polémico ascenso, la dureza que empleaba con la tropa africana y su carácter totalitario, lo cual tomó como una afrenta y juró vengarse. Tras el golpe de Estado de 1936, Franco emplearía con los masones una crueldad extrema, encarcelando y fusilando a muchos de ellos, siendo eliminados los oficiales y jefes que se opusieron a su ingreso. Con el apoyo incondicional de la Iglesia católica, que consideraba la masonería como una secta, los reprimió con dureza y el 1 de marzo de 1940 creó el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo, vigente hasta 1958”, cuenta Sánchez Tostado sobre una persecución que también se dio en Jaén.
Hay pruebas de ello en el Archivo de Salamanca. “Franco mató y encarceló a muchísimos masones pero también a muchas personas que no lo eran. Hay informes de la Guardia Civil, en Linares, en los que se habla de que hay un maestro, un médico y un albañil que se juntan en un bar y que eso es raro porque por su condición social no deberían estar juntos y que por eso son masones”, detalla, poniendo un ejemplo, José Manuel Higueras.
Fue así como se impuso en España y Jaén una leyenda negra sobre los masones que no existe en otros países, donde la pertenencia a una logia es incluso motivo de orgullo y prestigio. El objetivo del dictador se cumplió y durante décadas los masones quedaron relegados a su mínima expresión, a una supervivencia en la clandestinidad que en esta provincia duró hasta el año 2011, cuando la masonería jiennense volvió a la vida. Pero ese es un capítulo que en Jaén Hoy abordaremos la próxima semana.
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